lunes, 11 de junio de 2012

THOR CONTRA LOS VILLANOS DE SOUTH BEACH


Ya estamos ante el inminente estreno en nuestras pantallas, a partir de mañana 11 de Junio, de la última gran superproducción NBA, secuela del memorable “Robin Hood contra el imperio del mal” que tanto nos hizo disfrutar el pasado año por estas fechas. Viene precedido por los excitantes adelantos titulados “El rey negro contra el orgullo verde” y “El hijo del trueno frente a las pistolas de Texas”, que nos han hecho la boca agua a todos los fans, expectantes ante la segunda parte que se nos avecina. 

Como recordarán en la primera parte, los supervillanos de South Beach comenzaron golpeando con todas sus fuerzas a los nobles protagonistas comandados por el rubio Robin Hood alemán, pero como en las mejores producciones, los buenos le dieron finalmente la vuelta a la tortilla, eso sí, al tratarse de una saga que esperaba dar pingues beneficios en taquilla explotando más de una entrega, los guionistas se aseguraron de que los malvados no hubieran dicho su última palabra y volviesen en esta segunda parte con más fuerzas que nunca y unas tremendas ganas de revancha. Curiosamente en un acto sin precedente conocido en el mundo de las grandes producciones cinematográficas, en esta segunda parte desaparece el protagonista de la primera entrega (quizás no llegó a un acuerdo con los productores), pero seguimos teniendo a los mismos villanos: la pérfida cuadrilla del malvado LeBron James.   

¡Hola chicos, hemos vuelto!


De una manera más o menos frívola, así se nos puede presentar la gran final 2011-12 de la NBA, aunque es cierto que este año percibo menos odio generalizado hacia los Heat de Miami y la figura de LeBron, parece que por fin la afición abre los ojos ante el talento descomunal de este jugador que parece salido de un videojuego. No obstante imagino que la tendencia será ir con Oklahoma, equipo a priori más atractivo, pero igual que nos vimos obligados a desmontar ciertos tópicos en las pasadas finales, en esta ocasión volvemos a hacerlo respecto a las “presuntas” diferencias entre una y otra franquicia para todos aquellos que les siguen negando el pan y la sal a los de Miami.   

Para empezar tengo claro que estamos ante el duelo de los dos mejores jugadores del mundo actualmente, LeBron y Durant. Ambos ya partían a comienzo de temporada como los grandes favoritos al MVP, y por supuesto, sus equipos eran los máximos candidatos a llegar a la final (con permiso quizás de Chicago), de modo que hasta ahí se han cumplido los pronósticos. Cualquiera de estos dos enormes jugadores hubiera sido un MVP con justicia, sus números en temporada regular han sido estratosféricos (27.9 puntos, 7.9 rebotes y 1.9 robos LeBron, 28 puntos, 7.4 rebotes, 1.3 robos y 1.2 tapones el alero de Oklahoma), pero hay dos apartados que muestran la clara superioridad del de Akron. Las 6.2 asistencias de James que le siguen confirmando como el alero que mejor reparte juego desde Larry Bird (aún estando por debajo de sus increíbles 8.2 de su última temporada en Cleveland, promedio que ya quisieran muchos bases titulares NBA), y el porcentaje de tiro, donde The King muestra un impresionante y escalofriante 53% de acierto (el 49% de Durant también es soberbio para un alero) No obstante está claro que nos enfrentamos al mejor duelo posible hoy día en el universo de la canasta, y dada la edad de ambos contendientes (27 de LeBron, 23 de “Durantula”), parece un duelo que puede prolongarse durante varias temporadas para disfrute del aficionado. Stern sonríe, nosotros también.   

Stern y el mejor de sus chicos.


Otro tópico que sin duda saltará a la palestra es el de los estilos de juego y capacidad para jugar en equipo y entender el baloncesto de una y otra escuadra. Sobre el debate generado en Estados Unidos ante las carencias de los sistemas ofensivos de Oklahoma ya nos puso sobre aviso Gonzalo Vazquez. No, los Thunder no son el mejor ejemplo de riqueza táctica jugando al baloncesto precisamente. Se tiende a despreciar a los Heat acusándoles de ser poco más del “big three” que forman LeBron, Wade y Bosh, y que a su alrededor apenas hay nada, y algo de verdad hay en esto, ya que el límite salarial, y las propias limitaciones presupuestarias de los Miami Heat (lejos del poder económico de franquicias como Los Angeles Lakers o Dallas Mavericks), hace que su “roster” no presente un aspecto precisamente terrible más allá de sus tres cracks, y que si algún jugador ilustre engrose sus filas lo haga percibiendo unos emolumentos sensiblemente inferiores a su valor real en el mercado y a lo que cobraría en otra plantilla (un ejemplo significativo es Shane Battier, llegado esta temporada al equipo con un salario de tres millones de dólares, sueldo que se antoja bastante ínfimo para un tipo con más de diez años en la liga), en ese sentido, evidentemente, la plantilla de Oklahoma es mejor, mucho mejor, más compensada y con un reparto de roles bien definido entre estrellas (Durant, Westbrook, Harden) y bregadores (Sefolosha, Perkins, Collison, o Daequan Cook, que bien podría ser el DeShawn Stevenson de Dallas la pasada temporada… esperemos que encaso de ganar el anillo acabe con la mente más lúcida) Serge Ibaka sería un jugador intermedio entre estrella y bregador. Pero echemos unas miradas a algunos aspectos estadísticos para ver hasta que punto es injusto condenar a Miami como un equipo de tres estrellas, y considerar a Oklahoma como los adalides de un baloncesto más puro y colectivo. Veamos la importancia del trío estelar de uno y otro equipo en temporada regular. 

Miami Heat: 

Números colectivos: 

Puntos: 98.49    Rebotes: 41.61   Asistencias: 19.96   Tapones:   5.38    Robos:    8.86

Números LeBron-Wade-Bosh: 

Puntos: 67.2     Rebotes:   20.6    Asistencias: 12.6   Tapones:     2.89     Robos:    4.41   

Oklahoma City Thunder: 

Números colectivos: 

Puntos: 103.06    Rebotes:   43.68  Asistencias:   18.55  Tapones:   8.17    Robos:   7.55

Números Durant-Westbrook-Harden: 

Puntos:   68.4       Rebotes:   16.7   Asistencias:   12.7    Tapones:    1.73    Robos:  4.03 



Como pueden ver, hay una incidencia prácticamente similar entre un “big three” y otro respecto a sus colectivos. Por eso desde aquí nos rebelamos contra quienes intenten vender esta final como un duelo entre dos tipos de baloncesto. Pocos equipos hay en la NBA en los que ese concepto tan simplificado que usa el aficionado no seguidor (pero aún así opinador) de la NBA como es el de “se la tira la estrella de turno”, como los Oklahoma City Thunder de las superestrellas Westbrook y Durant. De modos que disfruten estas finales y vayan con el equipo que quieran, pero por favor, huyamos de los tópicos. 

El gran tema central de la película, no obstante, estará, y no puede ser de otro modo, en LeBron James. A sus 27 años (recordemos que Jordan no ganó su primer anillo hasta los 28), intenta su tercer asalto al título, el segundo en Miami, y el que bien pudiera ser el definitivo dado el estado de forma con el que esta auténtica bestia de las canchas llega a las finales, después de haberse echado el equipo a la espalda para remontar una durísima seria contra Boston que pasará a los anales de la historia con las actuaciones colosales del propio LeBron y de un Rajon Rondo que agota todos los calificativos.   

Rajon Rondo, una final de conferencia estratosférica sin recompensa.


LeBron ha estado sensacional, es cierto, pero también lo es que con la ausencia de Bosh (jugó únicamente los tres últimos encuentros, con una media de 25 minutos por partido), se ha visto “obligado” a jugar donde menos le gusta, pero paradójicamente donde más daño hace y resulta prácticamente imparable por ningún jugador del mundo, cerca del aro. Ese LeBron caníbal empeñado en actuar como un martillo pilón encarando el aro de frente o castigando al rival al poste no tiene parangón en todo el mundo, máxime además habiendo mejorado su tiro en suspensión y el recurso del “fade away”. El problema del “chosen one” (o el “hated one” para muchos otros), es cuando decide no hacer sangre y se empeña en generar juego desde lejos e iniciar jugadas como un falso base, una disciplina del juego que en absoluto le es ajena, porque estamos hablando del jugador más completo y con mayor repertorio de juego del globo, pero que minimiza su enorme potencial y repercute negativamente en un equipo que necesita de su versión más agresiva cerca del aro rival.   

A partir de mañana, prohibido pestañear.    

Los amos del cotarro. El duelo de esta década.

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