viernes, 31 de agosto de 2012

¡ESTOY MÁS QUE HARTO Y NO QUIERO SEGUIR SOPORTÁNDOLO!





¡Salud y anarquía! 

Juro que ha sido sin querer, de una manera inconsciente he comenzado el texto de hoy con el animoso saludo con el que durante un tiempo Luis dB recibía a los náufragos de las Islas de Robinson (aunque si que tengo más o menos claro sobre que voy a escribir, una vez que me enfrento al folio me dejo llevar por eso que llaman “escritura automática”, no a la manera surrealista de Breton si no más a la beatnik y jazzística de Kerouak). Supongo que se debe a que hoy todos los aficionados a la radio nos sentimos un poco huérfanos y náufragos con la noticia que recibimos esta mañana y que ha corrido como la pólvora por foros de internet y redes sociales. Como la pólvora también esperamos que estalle en las narices de los responsables, los por un lado ordenantes de la decapitación radiofónica de Javier Gallego y su “Carne Cruda”, y por otro los serviles elementos que gustosamente se han puesto las cadenas y grilletes para ejecutar la orden.

Siempre que toco en este blog algún tema no explícitamente baloncestístico, pero si tangencial les recuerdo a mis lectores lo mismo. Que esto sigue siendo un blog de baloncesto, que no se han equivocado de página, etc, etc… en este caso, y admitiendo que tratamos un tema que puede llegar a ser espinoso, hacía sólo dos entradas que aprovechábamos para recomendar el capitulado programa de Radio 3 como una de las propuestas más inteligentes, audaces y excitantes de la radio actual. Un espacio no apto para pusilánimes ni para quienes gustan de mirar (o escuchar) a otro lado en vista de que la cruda realidad desmonta sus débiles y pobres argumentos. Hacíamos la recomendación aprovechando la presentación en dicho programa del libro “El ritmo de las cancha” de Jacobo Rivero, lo cual nos servía de fantástica excusa para traer a este blog uno de esos espacios radiofónicos que más hacía mover nuestros cuerpos a ritmo de excitantes sonidos y agitar nuestras conciencias a base de punzantes palabras. Que poco podíamos imaginar que tan sólo unos días después íbamos a estar hablando de la desaparición del programa y del despido de su responsable. 

Porque en efecto, aunque era una noticia muy rumoreada y previsible a mí me costaba mucho pensar en que fueran a apretar el gatillo. Lo creía realmente gracias a la merecida popularidad que había alcanzado el programa y al creciente número de seguidores que cada mediodía nos arremolinábamos alrededor del dial para disfrutar de este refrescante oasis que nos hacía retrotraer a la edad dorada de Radio 3, aquella que estremecía nuestros pequeños cuerpos (muchos llevamos muchos años de radio e inquietudes y gracias a Dios nuestra memoria conserva intacta los mejores recuerdos, por muy pequeños que empezásemos a “despertar” a ciertas cosas) con programas como “Jack el despertador”, “Caravana de hormigas”, y un largo etcétera. Espacios que estimulaban nuestra imaginación y nos divertían horrores. Con “Caravana de hormigas” se ha comparado en ocasiones a “Carne Cruda”, y ahora ya tienen otro nexo en común. La “caravana” radiofónica conducida por Juan Ignacio Francia, Jesús Beltrán y Federico Volpini hincó la rodilla en 1989 bajo mandato socialista. Un gobierno aquel emponzoñado hasta las cejas en casos de corrupción y terrorismo de estado que debió pensar que aquel soplo de aire de fresco de la libertad de expresión de la nueva democracia estaba bien para un ratito, pero cuidado no se fuera a desmadrar el redil y a ponerse a pensar por su cuenta, en vez de seguir acudiendo en un lúgubre desfile cada cuatro años a darles su confianza, su vida y su sangre con una papeleta introducida en una urna y que les daba barra libre, derecho de pernada y tabula rasa para seguir haciendo de su ejercicio político un continuo canto al desprecio al ciudadano. Por lo tanto yo, ingenuo de mí, pensaba que un programa como “Carne Cruda” que no paraba de crecer en audiencia y seguidores, por muy molesto que resultase, no sería víctima de ninguna purga, que no se atreverían a dar el cante de una manera tan evidente ni se mostrarían ante la sociedad española como unos fanáticos intolerantes dispuestos a tapar bocas de una manera tan evidente. Inocente. El fusilamiento al que fueron sometidos Toni Garrido, Juan Ramón Lucas o una periodista con unos ovarios que nunca tendrán todos estos esclavos lamedores de suelas y que no se cuadra ni ante un fundamentalista líder iraní como Ana Pastor nos hacía anticipar el camino tomado, el camino que viene, los negros nubarrones que se ciernen sobre nosotros, desprovistos cada vez más de voces libres e independientes que no se cuadran ante nada ni ante nadie. No me cabe duda de que Javier Gallego podrá seguir en esto. Ha demostrado sobradamente talento, inteligencia, dominio del medio, y agudeza e ingenio con la palabra. Es bueno. Es tan bueno que nunca se hará rico ni famoso, y recupero aquí una vez más las palabras de Gonzalo Vázquez: “Ando muy cerca ya de convencerme de que si algún día tuviera un hijo difícilmente le recomendaría, por su propio bien, estudiar periodismo. Si sale bueno, me da que no tendría trabajo. Si en cambio sale malo tendría todas las papeletas para tener trabajo y hasta un buen dinero. Pero entonces no sería mi hijo” Yo no soy tan drástico como el gran Gonzalo, y pienso que gente con la brillantez intelectual, agilidad mental y profundidad de pensamiento del Señor Crudo si tendrá trabajo, pero las cruentas palabras de GV reflejan una realidad denunciada desde hace ya largo tiempo respecto al mundo del periodismo. Cuanto peor mejor. Los inteligentes, mordaces, irónicos, sagaces, inquietos y cultos no son si no elementos molestos poseedores de la peligrosa capacidad para pensar por si mismos, por lo tanto no convienen. Mansos los quiere el Señor y mansos los quiere ahora la radio pública. Habrá quien piense en su podredumbre mental que, “yo mientras me pongan musiquita para acompañarme al curro soy feliz”, y que altavoces de la realidad como “Carne Cruda” no son necesarios, o incluso que son molestos, no me vayan a sangrar las orejas si alguien me cuenta lo que está pasando ahí fuera mientras conduzco mi último capricho a todo lo que da por las carreteras. 

Un programa como “Carne Cruda” no sólo es necesario, si no que hoy día es imprescindible. Y lo es precisamente en la radio pública. Esa radio que ya hemos asumido en una muestra más de derrotismo que siempre ha de estar en manos “de los que manden”, aceptando una vez más nuestras cadenas y nuestro bozal, y sin pensar que las cosas se pueden hacer de otra manera. De muchas otras maneras. Realmente la naturalidad con la que algunos asumen el hecho de que un trabajador sea despedido de su puesto de trabajo por motivos políticos me resulta terriblemente terrorífica, y me hace pensar que quizás si en sus manos estuviera el tomar este tipo de decisiones, no les temblaría el pulso a la hora de seguir las consignas dadas desde “arriba”. Hablar de las virtudes de “Carne Cruda” nos llevaría folios y folios, como ya dije en mi anterior entrada ha recuperado la radio artesanal, la de las recreaciones sonoras, la de la imaginación… por esos micrófonos han pasado y han sido entrevistados personajes célebres como Paul Naschy, Juliette Lewis, Lydia Lunch, Leo Bassi, Michael Nyman, Chris Casello, Warren Haynes, Chuck Prophet, Martha Reeves, Peter Coyote, Peret, Forges, Joaquín Reyes, El Roto, Stewart Copeland, Antonio Gasset, José Luis Sampedro, Willem Dafoe, Chavela Vargas… esto como digo, por citar (algunos, porque la lista es interminable) los invitados más o menos célebres o famosos, pero además de eso innumerables músicos más underground, escritores, ensayistas, filósofos, hasta jugadores de poker, campeones de paracaidismo o atracadores de bancos… cada menú diario de “Carne Cruda” era una estupenda sorpresa para el oyente y una fiesta radiofónica, y todo ello siempre con enormes dosis de música, cine, teatro, comics, literatura, fotografía… todas las artes posibles e imaginables, y humor, mucho humor… todo ello para que cuatro desgraciados lo consideren un programa “panfletario”. Otro aspecto del espacio que siempre me ha gustado y he valorado mucho es que como gran aficionado y apasionado de la radio que demuestra ser Javier Gallego, su programa ha sido de los más “solidarios” con la emisora y generoso con los compañeros. A modo de homenaje ha ido llevando a los más grandes y veteranos locutores de la casa, Juan de Pablos, Carlos Galilea, Julio Ruiz… en unas ediciones realmente sinceras y entrañables en las que se desnudaron ante el micrófono del Señor Crudo. Ese Señor Crudo que ha sido de los que más leña ha puesto en el asador de Radio 3 para intentar que volviera a ser la radio gloriosa que antaño fue, y que ahora ve su cabeza puesta en la picota como un Ned Stark de las ondas.  

Así acaban las cabezas de los hombres de honor.


 ¿Hay política en “Carne Cruda”?, bien, es una manera más de llamarlo. Hablar de lo que está sucediendo en una guerra en Oriente Medio no es exclusivamente política, es actualidad, son derechos humanos, es sociedad. Hablar del fin del ETA lo mismo.  Levantar la voz porque nos recorten la sanidad y la educación no es política, es tener dos dedos de frente y un poco de dignidad y vergüenza ante las salvajadas y ataques a cuestiones que debiéramos considerar totalmente intocables (y de hecho el propio PP las consideraba intocables cuando juraba y perjuraba que no tocarían jamás sanidad ni educación ni habría un solo recorte en esas áreas) Ciertamente, que tristeza, que el miedo y el prejuicio a abrir un poco las orejas haya condenado a muchos de nuestros apéndices auditivos a vivir enterrados en cera y condenados a la sordera, el desuso y la inutilidad.

Me gustaría llegado a este punto escribir algo, y es sobre mí. No me gusta hacerlo porque creo que todo lo relacionado con la red se está convirtiendo en un vergonzoso ejercicio de egolatría en el que cada uno trata de justificarse y de dar su opinión sin que nadie se la haya pedido, dejar su firma por todas partes aunque nadie le haya invitado, y ponerse a la defensiva y ejercer de poco creíble víctima de la incomprensión e intolerancia generalizada. En definitiva todo el mundo se cree distinto, diferente, y que su mierda huele mejor que la del resto, la pobre masa aborregada sin criterio ni pensamiento propio. 

Simplemente déjenme señalarles estos breves apuntes: suelo escuchar los deportes por la COPE, ya que me gusta mucho su equipo con Paco González a la cabeza. Algunas noches en esa misma emisora también gusto de escuchar un buen magazine nocturno llamado “La noche de COPE”, donde he escuchado interesantes entrevistas como por ejemplo a Julio Anguita (sí, Julio Anguita en la COPE)… me gusta el programa cinematográfico y de debate de Juan Manuel de Prada en Intereconomía (“Lágrimas en la lluvia”, en claro homenaje a Blade Runner), no sólo eso, considero a de Prada uno de los novelistas vivos en nuestra lengua más poderosos, y considero “Las máscaras del héroe” como la mejor novela en lengua española en los últimos 40 años. Los sábado leo y disfruto del ABC y su estupendo suplemento cultural, muy por encima del resto de los de la prensa española, incluido el devaluado Babelia de El Pais. Además soy seguidor del fantástico blog de ciencia de José Manuel Nieves en la web del propio diario ABC. ¿Qué quiero decir con todo este disparate?, se preguntarán ustedes. Lo que quiero decir es que no soy más que un simple individuo que trata de vivir su vida cogiendo de aquí y de allá sin importarme ni el color, ni las siglas ni una maldita bandera. Tengo una cierta edad, y hasta donde alcanzo a conocerme creo que tengo la suficiente independencia y libertad de pensamiento para no dar explicaciones a nadie de lo que veo, leo, escribo, escucho, pienso o hablo. Y sin embargo tengo que aguantar día sí y día también “lecciones” de independencia y objetividad de personas a quienes yo no les digo que lo que tienen que ver, leer, escribir, escuchar, pensar o hablar. Comprendo que vivimos en un momento delicado y susceptible de crispación, pero oigan, dejen ustedes de preocuparse tanto por lo que ve, lee, escribe, escucha, piensa o habla el tipo que tienen a su lado, y preocúpense un poco más de ese que está por encima y nos está pisando a todos. 

Si me quejo de que se recorte la sanidad y la educación NO ES POLÍTICA, si me quejo de que se vulneren los más elementales derechos humanos NO ES POLÍTICA, si me quejo de que vivimos en un mundo en el que el reparto de la riqueza está cada vez más desnivelado y tendemos según todos los expertos a la desaparición de la clase media NO ES POLÍTICA, si me quejo de que mi país va irremediablemente camino de la pobreza, incultura y analfabetismo NO ES POLÍTICA. No, señores, esto no es política, política es la suya, con sus estúpidas guerras de banderas y siglas. Política son los ridículos mítines en los que prometen que no van a tocar la sanidad ni la educación ni subir el IVA para luego hacer todo lo contrario. Eso es política. Y política es que tengan ustedes una masa social ciega y granítica detrás suyo que traga, justifica y disculpa todo lo que ustedes hagan. Eso sí es política. Por eso yo de política, créanme, ni hablo ni pienso hablar.   

Esto es muy sencillo, el hecho de que aparezcan un par de exuberantes pechos femeninos en la pantalla del televisor, no significa que estén ustedes presenciando pornografía, por mucho que haya cabezas para las cuales la pectoral imagen si deba ser considerada pornográfica. Del mismo modo, en cuanto alguien abre la boca para protestar por alguna situación injusta, lo fácil es echarse encima achacando que se está hablando de "política", cuando no debiera ser así.  

Les prometo que volveremos al baloncesto, simplemente hoy es un día para abrir la ventana y como Peter Finch gritar lo que fue lema de “Carne Cruda” durante un tiempo: 


Y sin más les dejo con el comunicado integro de Javier Gallego a modo de despedida de su audiencia, ya que ni siquiera le han dejado despedirse en las ondas. Ni siquiera le han dejado decir su última palabra ni expresar su último deseo, todo ello cuando dos días antes, en sus vacaciones, le estaban prometiendo la continuidad en el ente público. Esto es lo que vale hoy día la palabra del nuevo director de Radio 3, Tomás Fernando Flores, (presentador soso, frío, gris, aburrido e inexpresivo donde los haya, por cierto) Y la palabra, como le explicaba esta mañana a un amigo, vale mucho más que salvar tu culo y que todas las cosas materiales del mundo. Cuando a todos nos llegue la trágica hora de rendir cuentas a la parca de poco valdrá todo lo material y capital, y lo que nos llevaremos de verdad será la honra que hayamos sembrado, y con la que seremos recordados. En ese sentido creo que los 3 años de vida radiofónica de “Carne Cruda” valen más que muchas vidas juntas.   

Preparando la fiesta de la radio (con Smilling Bulldogs)




Queridérrimos oyentes,

Lamento muchísimo tener que comunicaros que la nueva dirección de Radio 3 y de RNE me acaba de despedir y ha levantado el programa "Carne Cruda" de su parrilla de emisión. Se cumplen desgraciadamente los temores que muchos me habíais manifestado y que yo había desestimado pues creí en la palabra del recién nombrado director de la emisora, Tomás Fernando Flores, que aseguró hace un mes que el programa continuaría la próxima temporada. A la manera del presidente del Gobierno, el nuevo responsable de Radio 3 responde lamentablemente al dicho "Donde dijo digo, digo Diego" aunque en su caso sería más apropiado decir "Donde dije digo, digo Tomás Fernando". Así, cuando fue nombrado director se comprometió conmigo a mantenerme en antena y a solo dos días de terminar el curso (y con todas las programaciones de radio cerradas, por cierto), me echa sin darme ni siquiera la oportunidad de despedirme en antena de vosotros, pues los programas de final del verano son grabados. Por eso lo hago desde aquí. Me pueden quitar el micrófono pero no la palabra. Y mucho menos, quienes no cumplen la suya.

La nueva dirección de la emisora, formada por Tomás Fernando y su segundo, Benito Pinilla, ha alegado motivos económicos para justificar mi cese y la retirada del programa. Por esa misma razón, hace un mes acepté una rebaja del 20% de mi sueldo y de la retribución del resto de colaboradores del programa, condición que hemos tenido que asumir todos los trabajadores externos de la casa para continuar en antena. Se supone que así cuadrábamos el exiguo presupuesto de la emisora. Pero ahora el equipo directivo dice haber encontrado inesperadamente un nuevo agujero presupuestario mayor del que creía y culpa a la anterior dirección de no haberle dejado las cuentas a su disposición. Solo le faltó a Tomás Fernando decirme que la culpa es de la "herencia recibida", por utilizar la terminología oficial del partido. La culpa es de la herencia y el culpable es Carne Cruda, por lo visto, pues es el único programa diario que va a ser suprimido de la parrilla, a pesar de haber doblado la "audiencia recibida" y de ser el espacio más seguido en Facebook de todo Radio Nacional. Pero no nos echaremos flores nosotros. Para echarnos ya esta Flores. Sí, nos ha echado Flores. Pero llenas de espinas.

Dice que nos echa porque el programa sale muy caro. No tengo ningún problema en publicar mi sueldo de autónomo, sin pagas extras ni derecho a vacaciones. Cobro alrededor de 1400 euros mensuales limpios después de pagar Seguridad Social, IRPF, el impuesto de sociedades y el resto de gastos de la empresa que tuve que constituir por exigencia de Radio Nacional, que trata así de evitar una relación directa con la persona física. Muchos de los colaboradores contribuyen desinteresadamente al programa y tres cobran una cantidad simbólica de 50 euros por colaboración después de haber trabajado gratis las dos primeras temporadas. El resto del equipo son contratados de RNE cuyos contratos siguen vigentes. Además, tras la noticia del despido, yo he ofrecido a Tomás Fernando Flores la posibilidad de negociar, lo que a él no parece habérsele ocurrido como solución. Me ha prometido consultarlo y llamarme. No lo ha hecho. No he vuelto a tener noticias suyas. Ni las puedo esperar de quien ya ha demostrado que no cumple lo que promete.

Por todas estas razones y por la forma poco verosímil en que me justificó su decisión, no pude creer a Tomás Fernando cuando se apresuró a decirme al cesarme que no era por motivos políticos, aunque yo ni siquiera los había sugerido. 'Excusatio non petita, acusatio manifesta' que decían los latinos, es decir, dime de qué te excusas y te diré de que te acuso. Yo acuso a la nueva dirección de Radio 3 de haberme engañado dos veces: cuando me dijo que seguiría y cuando me dice que no hay motivos ideológicos para que no continúe. Fui un ingenuo al creerle la primera vez. No seré tan idiota de creerle una segunda.

Su discurso y maneras se parecen tanto a las del actual Gobierno que cualquiera diría que el Gobierno está detrás. No voy a ser tan mal pensado. No está detrás. Está delante porque ni siquiera se molesta en ocultarlo. No han ocultado que les estorbaban periodistas que pueden ponerles en tela de juicio, como Ana Pastor, Toni Garrido o Juan Ramón Lucas, a los que han despedido cuando mas éxito tenían sus respectivos programas. Para ellos, mi respeto y admiración porque han caído por una causa digna y que los periodistas debemos dignificar: hacer periodismo. Lo dije cuando el Gobierno decidió tomar el control de la radio televisión pública gracias a su mayoria absoluta: Venceréis pero no convenceréis, como afirmó Unamuno. Hoy pienso que me equivoqué: ni vencen ni convencen. Convence el que tiene razones y ellos han demostrado que solo saben responder a los argumentos del contrario con la fuerza. Y no vencen porque cada decisión que toman les hace perder el escaso crédito que tienen entre gran parte de la ciudadanía, incluidos algunos de sus votantes.

Yo sí que siento que he ganado muchísimo en estos tres años fabulosos de radio. He ganado a la audiencia más viva, inquieta, exigente, combativa y bulliciosa que un programa puede desear, incluidos algunos críticos feroces que siempre conviene tener para la sana confrontación de opiniones. He ganado la posibilidad de hacer radio en libertad y el privilegio de compartirlo con un equipo esforzado y talentoso que se ha dejado la piel en las ondas. Ha sido un placer inconmensurable y un privilegio compartir con ellos y con vosotros tantas experiencias radiofónicas y periodísticas estimulantes y emotivas, tantas horas de discusión, ideas, lucha, indignación y pensamiento crítico. Ha sido una satisfacción aprender de los muchos errores y tener la oportunidad de enmendarlos y tratar de mejorarnos a cada paso. Os doy mi palabra de que lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido. A los que dirán que tengo lo que me merezco, solo puedo darles la razón. De hecho, este programa y su audiencia es mucho mas de lo que esperaba como recompensa. Por eso sigo contento en este momento triste. Puede que me hayan quitado el programa y el trabajo pero ya no me pueden quitar lo radiado.

Sé que solo soy uno de tantos que pierde su empleo en estos días amargos. Sé que solo soy uno de tantos periodistas que pierde su trabajo en este país precario. Y sé que Radio 3 seguirá siendo una grandísima emisora sin el programa pues cuenta con una plantilla con mucho talento que hace un enorme trabajo con muy pocos medios. Lo que quiero decir es que yo soy uno más. Pero aparte de mi pena personal y de la que sentiréis muchos por la pérdida de Carne Cruda, creo que hay algo más importante que todos tenemos que defender. Parafraseando mi adorada película "Amanece que no es poco", todos somos contingentes pero la radiotelevisión pública es necesaria. Es necesario un medio de comunicación público independiente y crítico que sirva a los ciudadanos para controlar a este Poder. Y es más necesario que nunca cuando el Poder trata de gobernar a golpe de decreto y tijeretazo, sin control por parte del ciudadano y tratando de controlar hasta los pensamientos que éste tiene. Hay compañeros en Radio Nacional que tratan de salvaguardar su dignidad profesional y un periodismo decente en estos tiempos oscuros de purgas, censuras y consignas informativas que ya se están imponiendo en Radio Nacional. Les deseo suerte, fuerza y sobre todo, valor. Valor es lo que más necesitamos en estos tiempos.

Yo creo haber luchado por la radio pública desde dentro. Ahora me toca hacerlo desde fuera. Cuento con vosotros. Que la radio libre os acompañe.

Javier Gallego "Crudo" 

NOTA: Carne Cruda tiene nuevas direcciones de internet en las que puedes seguir en contacto con nosotros. 

Ante el previsible cierre de nuestro facebook, nos trasladamos a Carne Cruda Vive: http://www.facebook.com/carnecrudavive 

También puedes seguir a la comunidad de oyentes que se ha organizado desde hace tiempo para evitar el cierre del programa:http://www.facebook.com/SalvemosCarneCruda

miércoles, 29 de agosto de 2012

SUPERMAN Y DORIAN GRAY SE CITAN EN HOLLYWOOD

Mitch Kupchak ya tiene sus hombres extraordinarios.


El comienzo de este verano en el universo NBA ha venido acompañado de una serie de movimientos sísmicos como hacía tiempo que no se recordaban, cambiando en gran medida el panorama de la mejor liga del mundo y dejando muchas plantillas prácticamente irreconocibles. Hace ya semanas, incluso meses, de muchas de estas operaciones que sin duda merecerían mil y un análisis. Entre unas cosas y otras, vacaciones, Juegos Olímpicos, etc, no nos hemos detenido en el mercado NBA como deberíamos, de modo que vamos a intentar solventarlo en la medida de lo posible. Creo que hay sobre todo dos equipos que se han movido de manera muy brillante en los despachos durante el estío y que ambos el aficionado español los encontrará concernientes. Me refiero a los Timberwolves de Minnesota, con nuestro aún muy joven prodigio Ricky Rubio dirigiendo la orquesta, y por supuesto a los Angeles Lakers de Pau Gasol. Del equipo de Rick Adelman ya hablaremos en otra ocasión, por lo que vamos a detenernos en la a priori super-plantilla que ha sido capaz de confeccionar Mitch Kupchak para la franquicia angelina, y que le hace parecer candidato claro a GM de la temporada 2012-13. 

A nadie pillará por sorpresa si decimos que Steve Nash es uno de esos jugadores con un carácter diferente por los que sentimos un cariño especial en este blog. Nuestra hasta el momento única entrada dedicada por entero al genio canadiense sigue siendo la más leída de nuestra historia, por lo que le estamos enormemente agradecidos, y por otro lado demuestra claramente que es uno de los baloncestistas en activo más querido y seguido por el público en general. La contratación del mágico play-maker de Santa Clara por parte de los Lakers, con tratamiento y contrato de la estrella que sigue siendo a sus 38 años, fue una noticia acogida con alegría por nuestra parte. Steve se merecía un ¿último? contrato acorde con su categoría y trayectoria, la de un dos veces MVP de la NBA y sin discusión el mejor jugador en activo que no ha visto jalonada su carrera con el anillo de campeón. De modo que en principio nuestra idea era dedicarle una entrada en propiedad, pero ya saben, llegaron las vacaciones, los Juegos, y se nos fueron acumulando las tareas pendientes.    

El mago y su nuevo teatro.


Y de hecho en plenos Juegos Olímpicos de Londres estalló la bomba que llevábamos tiempo esperando. Lo que se ha dado en llamar el culebrón del verano en el baloncesto estadounidense tenía una espectacular resolución con la llegada de Dwight Howard, el jugador más deseado (pese a contar con un año más de contrato ya había dejado clara su intención de abandonar Orlando, por lo que la franquicia de Florida sabía que era o traspasarlo este verano o contar con él una temporada más para perderlo a cambio de nada) al mítico club lagunero, que con la llegada del imponente pívot de Georgia amplía la leyenda de grandes “cincos” lakers a lo largo de la historia: Mikan, Chamberlain, Abdul-Jabbar, Shaquille, y ahora Superman Howard. 

Emulando al maestro del comic Alan Moore, Kupchak parece haber construido su propia Liga de Hombres Extraordinarios, empezando por el auténtico Dorian Gray de la NBA (personaje éste que también toma Moore para su comic), un Steve Nash empeñado en desafiar el paso de los años, un osado dilatador del tiempo que ha encontrado la fórmula de la eterna juventud y de la magia inmortal. Nash es uno de esos jugadores cuya filosofía de juego es apreciada por cualquier aficionado, siempre al servicio del equipo y en todo momento dándole un componente estético muy apreciable. Nash, números al margen (luego iremos con ellos), pertenece a esa escuela baloncestística que más que de las canchas de juego parece provenir de academias de magia. Bob Cousy, Pete “Pistol” Maravich, “Magic” Johnson, Jayson Williams… jugadores que hicieron de la fantasía el estandarte con el que ser reconocidos en las batallas del campo de guerra de la canasta y que cuentan con Steve Nash como el mayor exponente en activo (y Ricky Rubio como el más digno heredero) Y dije “números al margen”, sí, pero es que aparte de estar hablando de un doble MVP de la liga (2005 y 2006, ya alcanzada la treintena y en su madurez deportiva), el rendimiento de Nash en las últimas temporadas no ofrece dudas. En sus últimas tres temporadas ha sido líder en asistencias de la NBA (11 y 11.4 respectivamente, con 35 y 36 años), y la pasada temporada, ya con 37, sólo Rajon Rondo ha sido capaz de superarle en la tabla (promedió 10.7 por 11.7 del fantástico base celtic) En lo que se ha dado en llamar con toda justicia una edad dorada de bases en la NBA (Paul, Williams, Westbrook, Rondo… por citar algunos), Steve Nash no ha dejado en ningún momento de estar entre los mejores, y hablamos de un jugador que va a comenzar su decimoséptima temporada en la mejor liga del mundo. No cabe duda. Steve es un tipo especial. 

¿Cuánto tarda un vuelo hasta Los Angeles?


Dorian Gray, el extraordinario hombre inmune al paso del tiempo, se encontrará en Los Angeles con otros personajes con características especiales y poderes específicos. Empezando por el jugador que más noticias y rumores ha generado en los últimos meses en toda la NBA. El Superman negro venido desde Orlando (como hiciera Shaquille O’Neal a mediados de los 90) para devolver la gloria a la franquicia de la meca del cine. No parece haber dudas en torno a la figura de Dwight Howard como el cinco más dominante del planeta, sucesor natural del propio Shaq, ejemplifica la figura casi jurásica de pívot clásico, ese que marca su territorio dentro de la zona y no frivoliza con el juego exterior. Al lado de Superman otro superhéroe, este bastante más peculiar y alejado de los cánones clásicos que marca “el hombre de acero”. Un joven larguirucho y aparentemente escuálido llegado desde el viejo continente europeo al que bautizaron como Super Pow Gasol. Una década después de su llegada a la mejor liga del universo conocido, el mayor de los Gasol se ha consolidado como un jugador ejemplar cuyo comportamiento modélico y profesionalidad no pasan desapercibidos para compañeros y rivales que le admiran y respetan por igual. Pau posiblemente sea en estos momentos (con permiso de Tim Duncan) el jugador alto con mejor lectura del juego, el complemento ideal en la pintura para esa fuerza de la naturaleza llamada Dwight Howard.  

Y por supuesto, gravitando alrededor de esta constelación de astros, la clave del  éxito o el fracaso deberá venir marcada por el líder emocional y espiritual de este grupo. La peligrosa Mamba Negra, cuyo ascendencia y poder dentro de la franquicia es casi equiparable a la del propietario Jerry Buss. Kobe será el termómetro de los Lakers, y deberá demostrar su definitiva madurez y saber apaciguar su ego, así como estar en ocasiones en segundo plano, y asumir un mayor reparto de roles como hizo este verano en su última participación con la elástica nacional si de verdad desea conseguir su sexto anillo con el que igualar a Jordan. Bryant ha de ser más que nunca un “facilitador” más que un finalizador, y comprender que la primera opción ofensiva debe ser Howard. No queremos decir con esto que Superman vaya a acumular más tiros que Kobe, lo cual es difícil, pero si ha de ser la referencia en ataque angelina, y a partir de ahí y con las defensas cerradas sobre él, el equipo de Mike Brown encontrará muchos mejores argumentos en el exterior. 

El Super de Sant Boi.


De modo que estos son los Cuatro Fantásticos californianos, a los que, no podía ser de otra manera, ya se les buscan comparaciones con aquel cuarteto que se la acabó pegando en el 2004 frente a los rocosos Pistons de Larry Brown. Kobe repite presencia tras aquel otro estelar cuarteto, con la diferencia que esos 9 años más con los que afrontará los play-offs de esta temporada han de notarse en una mayor sobriedad en el juego y generosidad con el equipo por encima de sus números individuales. A su lado como gran pívot dominante un Dwight Howard con quien deberá compartir liderazgo y no caer en los errores que llevaron a romper la sociedad Kobe-Shaq después de “sólo” tres anillos, cuando apuntaba a ser el dueto más dominador del baloncesto USA desde Jordan-Pippen. Pau Gasol cuenta, por su parte, con varios puntos a su favor más en comparación con el gran Karl Malone del 2004. Ha demostrado sobradamente su compenetración con Kobe y con el equipo, y sus actuales 32 años son una maravilla al lado de los 40 que traía sobre sus espaldas el mítico Cartero cuando llegó a Los Angeles. Respecto a la comparativa que pudiera establecerse entre Gary Payton y Steve Nash, creo que no hay color para el canadiense. Payton fue uno de los mejores bases anotadores en su momento, pero Nash es un puro director de orquesta, quien como ya hemos comentado anteriormente no ha bajado de las diez asistencias por partido en sus últimas temporadas, pese a lo que pueda decir su DNI. Súmenle a eso sus porcentajes de tiro de alrededor de un 50% en tiros de campo, 40% en tiros de tres, y 90% en tiros libres, y tendrán lo mismo que yo estoy pensando: un base casi perfecto, y echamos mano del “casi” porque nuestra condición humana nos hace dudar de la existencia de la quimérica perfección. El base nacido en Sudáfrica, al igual que ha sucedido con otros grandes del estilo de Nowitzki, ha ido puliendo su baloncesto con los años y a pesar del handicap físico que pueda suponer la edad ha mejorado claramente en algunos apartados del juego, como por ejemplo el tiro (y es que el tiro no es sólo una de las disciplinas del baloncesto que no empeora con los años, si no que es la que más claramente se mejora con el paso del tiempo, comprendan por tanto la sonoridad de mis carcajadas cuando escucho a alguien decir de un jugador como Ricky Rubio que “tira mal”) 

Ya sabéis lo que dicen los jardineros: PO-DE-MOS


Esta es la radiografía del estelar esqueleto angelino, pero no crean que terminan ahí los argumentos para considerar a los Lakers, junto a Miami y Oklahoma, como los grandes candidatos al próximo título. Metta World Peace, el jugador quien durante un tiempo fue conocido como Ron Artest, ha de ser el “pegamento” del equipo. Jugador habituado al trabajo sucio y labores defensivas, su mayor problema una vez más será su propia cabeza, tratándose de uno de los tipos más volátiles y ciclotímicos de la NBA, pero un Artest centrado sigue siendo un jugador muy apreciable, sobre todo como estajanovista portador del mono de trabajo. El peculiar alero parece en principio el destinado a completar un quinteto titular que difícilmente encontrará contestación en los rivales. 

Echando un vistazo al banquillo también puede apreciar buenas noticias el seguidor angelino. Para dar descanso a Nash, Mike Brown contará con dos bases experimentados como Steve Blake y Chris Duhon (9 y 8 años de experiencia respectivamente), cierto es que son dos bases muy de andar por casa dentro del nivel NBA (aunque Duhon tuvo una muy buena temporada en su primer año en New York…  pero es que en New York siempre pasan cosas “raras”), más lo cierto es que si tradicionalmente en los últimos tiempos parecía que el gran talón de Aquiles lagunero era la posición de base y prácticamente se podría decir que jugaban sin esa figura, ahora se encuentran de repente con directamente a quien es ya uno de los mejores bases de todos los tiempos y dos suplentes de garantías y amplia experiencia. Experiencia y calidad es lo que le sobra a Antawn Jamison, otro de los aciertos de Kupchack para esta temporada. Su llegada a Los Angeles va a coincidir con su decimoquinta temporada en la liga, sin bajar nunca de los 14 puntos por partido desde su segundo curso NBA y sin bajar de los 17 durante las últimas 8 temporadas. Casi nada. Mike Brown ya le tuvo en la 2009-10 en Cleveland cuando llegó como uno de los grandes refuerzos para el asalto al título por parte de LeBron James en la franquicia de Ohio. Otro de los recién llegados es Jodie Meeks, joven escolta con buena muñeca que desatascará desde fuera. En definitiva, los Lakers tienen dinamita en las alas. Como no todo podía ser de color de rosa (o de púrpura y oro en este caso), es en la rotación interior donde pueden encontrar los californianos mayores problemas. A expensas de saber lo que finalmente ocurra con Troy Murphy, quien llegó hasta a sonar para el Real Madrid y espera alguna oferta en su condición de “free agent”, sólo Jordan Hill apunta a ofrecer alguna razón para el optimismo. En su cuarta carrera como profesional, quien fuera número 8 del draft del 2009 tiene una estupenda oportunidad para jugar minutos de calidad en una plantilla aspirante al título. El rookie canadiense Robert Sacre no parece relevo de garantías para Howard, y a buen seguro veremos a nuestro Pau alternando los puestos de “cuatro” y “cinco”.      

Kupchak presentando otra de sus joyas para la próxima temporada: Antwan Jamison


Este ha sido un pequeño vistazo a estos nuevos Angeles Lakers que se vislumbran como uno de los equipos más excitantes de la venidera temporada y de los últimos tiempos. Sin duda salen en la “pole position” de favoritos a la misma altura que Miami y Oklahoma, y un tanto por delante de Chicago, y de Dallas, otra franquicia que se ha movido muy bien en verano y creo que estará muy arriba. Por otro lado la apuesta angelina tiene el riesgo de la inmediatez del presente, es un “ahora o nunca”, y el superheróico cuarteto no parece vislumbrar vida conjunta más allá de las tres temporadas por las que ha firmado nuestro querido Dorian Gray. Pase lo que pase y sean cuales sean los resultados (para mucha gente, todo lo que no sea la consecución del anillo, será considerado un fracaso), estamos convencidos de que hay algo que ya tiene ganado el nuevo roster de los lagos. El haber vuelto a ilusionar al aficionado. Esa ilusión inocente y casi infantil que uno sigue teniendo cuando comienza la temporada NBA, o cuando cae en sus manos un comic de sus superhéroes favoritos. 

Al fin y al cabo eso es lo que el mundo necesita, héroes.  

Sí... ¡va a ser divertido!

miércoles, 22 de agosto de 2012

EL CRUDO RITMO DE LA CANCHA

Salpicando hasta La Moncloa   




Hoy les traigo una recomendación literaria que no se queda ahí sino que avanza para llegar hasta una recomendación radiofónica. De hecho he de admitir que el libro en cuestión no lo he leído, ni siquiera lo poseo, pero ipso facto ha pasado a encabezar mi lista de próximas compras. Como pocas cosas hay más satisfactorias en la vida que descubrir algo que no conocías y que sirva de rejuvenecedor impulso a cualquiera de tus pasiones, he de reconocer que el mediodía de hoy ha sido realmente provechoso gracias al poder de nuestra radio estatal y a algunos programas que se mantienen en medio del océano de la mediocridad (entendiendo mediocridad en su sentido más etimológico de ordinario) como resplandecientes islas autoabastecidas con su propias fuerzas independientes de conocimientos, filosofía y sabiduría (en ese sentido imposible no citar precisamente las fastuosas “Islas de Robinsón” de Luis dB, apologista de la idea de que cada hombre ha de encontrar su propia isla) El descubrimiento en cuestión es la obra “El ritmo de la cancha”, una colección de trece relatos independientes entre sí (muy en la línea de lo que sería un LP musical) pero con el nexo común del baloncesto, escritos por Jacobo Rivero, inquieto periodista y entrenador de este sagrado deporte, además de responsable de un muy recomendable blog sobre el mundo de la canasta, “Sputnik basket blog”, en el que trata de analizar el mundo del baloncesto más allá de la pura información deportiva, lo que modestamente tratamos de hacer por estos lares, y sobre todo cuidar un poco las formas y a nuestro ya demasiado maltrecho idioma.  

De modo que me disponía a escuchar una edición más de uno de mis programas radiofónicos favoritos a día de hoy cuando gratamente me sorprendió el director y locutor del mismo leyendo en antena la sincopada y punzante prosa de Jim Carroll (uno de los grandes nexos entre baloncesto y cultura underground), ¿sería posible que uno de mis más queridos espacios radiofónicos dedicase hoy su tiempo al mundo de la canasta?, en efecto, fue posible, y así fuimos descubriendo las historias de Jacobo Rivero y sus textos sobre grandes personajes (el jugador conocido como “Big Don” cuya pasión por el rythm’n’blues le había llevado a ser dj, el judio Sam Balter y su medalla de oro en las olimpiadas de la Alemania nazi…), extraordinarias anécdotas, o sucesos desgraciadamente históricos (el baloncesto en la Argentina de Videla, o en la antigua Yugoslavia en el momento de estallar la guerra civil a comienzos de los 90), todo ello salpicado, como no podía ser de otro modo, de generosas rodajas sonoras para hacer más amena una hora de radio absolutamente imprescindible para El Tirador (imagino que para esta noche ya estará disponible el podcast de la emisión, o sea que desde aquí lo recomiendo fervorosamente)   

Beto "Mandrake" Cabrera, el mago de Bahía Blanca también desfila por las páginas del libro.


Y el programa, claro, que se preguntarán de que programa estamos hablando aunque muchos ya lo habrán imaginado. 

Como todas las cosas realmente buenas de la vida lo descubrí por azar, hace ya más de dos años, realizando uno de mis habituales zapeos radiofónicos peinando las ondas en busca de algo con lo que acompañarme camino del trabajo. He de admitir que tampoco es que me sedujese de inmediato, pero me pareció interesante el tratamiento que hacía de algunos temas y la calidad humana e intelectual de quienes iban pasando por dicho espacio. De modo que me hice seguidor del programa y comencé a seguirlo a diario, con esa rutina mecánica con la que hacemos ciertas cosas que nos ayudan a soportar la otra rutina mecánica de las otras cosas que no soportamos de la vida que llevamos de lunes a viernes. Pronto fui pasando de “seguidor” a “fan”, encontrando en esta hora diaria ciertas señas de identidad que me hacían recordar los mejores tiempos de Radio 3, aquellos en los que de niño me enganché irremediablemente a la radio gracias a programas como “Caravana de hormigas” y sus toneladas de diversión y mala leche. Por tanto comencé a descubrir en el espacio en cuestión atisbos de vida inteligente que lo convertían en prácticamente un programa extraterreste dentro de la parrilla habitual. Es decir, me encontraba con algo realmente divertido, bien hecho, artesanal, con recreaciones sonoras y demás muestras de radio imaginativa. Pero yendo más allá de la diversión e imaginación que servían de poderosas armas para la factura final del producto, era inevitable que su escucha no te condujese a la reflexión, y eso es lo que le hacía realmente grande. Un programa que te hacía pensar y que hablaba de cosas las cuales para otros medios directamente ni existían, unido además a una selección de invitados y temas brutales (por aquí han pasado Paul Naschy o Willem Dafoe, Steward Copeland o Chavela Vargas… han desfilado y hablado por sus micrófonos masones, satanistas, locos, poetas, poetisas y toda una colección de transgresores auténticos capaces de engullirse la vida a bocados) Fueron sucediendo los meses de un complicado 2010 y llegó el 2011 con la explosión popular de las calles y sus “indignados”, y mientras muchos medios no tenían ni idea de lo que estaba pasando y siguen sin estarlo (o lo que es peor, creen que es cosa de anteayer y sólo contra Rajoy), nuestro programa protagonista estuvo ahí en la primera línea de frente, contándonos con pelos radiofónicos y señales herzianas lo que otros no querían, no podían, o no les dejaban. A partir de ahí para mí dejó de ser un programa necesario para convertirse en imprescindible. Ya no sólo la diversión, la imaginación y la reflexión marcaban el camino, si no que además la lucha y la pelea diarias se convertían en seña de identidad, sin bozales, sin cadenas, sin patrones. Y desde entonces sigue resistiendo como un fuerte en medio del desierto.  

Por si fuera poco, uno de sus colaboradores habituales, el Sr. Sanabria, con quien compartimos blogsfera, es también seguidor de esta humilde página del Tirador Melancólico, de modo que finalmente todo acaba abrazando un feliz nexo común de asistencias melódicas, rebotes combativos y canastas filosóficas. 

Creo que a estas alturas sin duda todo lector sabrá que estamos hablando de la carnicería sonora que cada mediodía abre sus puertas en Radio 3, el local radiofónico que golpea con puñetazos de realidad sin ningún tipo de eufemísticos condimentos, y que nos ha enseñado a llevar los adjetivos superlativos hasta el infinito y más allá, que diría Buzz Lightyear, para desgracia de nuestra Real Academia de la Lengua, ya que hemos descubierto que hasta lo más crudérrimo puede ser absolutamente sabrosérrimo. Estamos hablando de… ¡Carne Cruda!  


martes, 21 de agosto de 2012

LA SOMBRA DE UNA DUDA

"Beneficiadme con vuestras convicciones, si acaso las tenéis, pero guardaos vuestras dudas, pues me bastan las mías" (Johan W. Goethe)  



La dolorosa derrota sufrida por la selección de Sergio Scariolo en la primera fase de los Juegos Olímpicos ante la brillante Rusia de David Blatt dejó al combinado español ante una situación por desgracia bastante habitual en el mundo del deporte y que sirve de estupendo pábulo para todo tipo de revanchismos, manipulaciones e intoxicaciones mediáticas: la de la especulación con la derrota. Situación que hace al grupo deportivo en cuestión vivir durante unos días con ponzoñosos factores externos (y a veces, y más tristemente, internos) flotando en el ambiente, y no sólo eso, según haya sido el resultado, aguantar sobre sus espaldas la sombra de una injusta duda. 
La duda en sí no es mala. Dudar es humano. "Creer es monótono, dudar es apasionante", llegó a pronunciar Oscar Wilde. No dar nada por seguro y no aceptar ninguna verdad absoluta ni abrazar ningún dogma de fe ha de ser uno de los instrumentos del hombre libre e independiente de pensamiento. Evidentemente "dudar" no es lo mismo que "afirmar" o "negar", por ello quien afirma rotundamente sin ningún dato tangible ni ninguna prueba fehaciente que España se dejó perder contra Brasil no duda, si no que interesadamente se posiciona en un argumento simplón y fácil, tan fácil que para quien tal cosa afirma no necesita siquiera un apoyo en sus argumentaciones. Nos dejamos perder, y punto.  
Ante la duda...

Afortunadamente el tema dentro de lo que cabe ha sido tratado con cierta normalidad y parece ya felizmente olvidado. Así debe ser. No obstante y como aceptando cierto desafio, me he propuesto realizar esta entrada con la que pretendo demostrar a los, no descreídos, si no creyentes en el "tongo", la inexistencia de la intencionalidad de la derrota. Por otro lado vaya por delante que cada día estoy más convencido de que ante ese infierno que son los otros como afirmaba Sartre me siento mucho más cómodo cuanta menos razón tenga, y que prefiero no convencer a nadie, más que nada por una cuestión logística y de espacio. ¿Para qué quiero hacer subir gente a mi barco, con lo confortable que vivimos estando en él los menos posibles? El mundo del deporte se ha llenado vergonzosamente de telepredicadores, radiofarsantes y palmeros de todo tipo que buscan constantemente tener razón a toda costa eludiendo cualquier debate y tratando de sepultar bajo el ruido de sus cañones la mínima argumentación objetiva.  
Adalides de la intoxicación mediática.

En primer lugar creo que habría que hacer una serie de matizaciones sobre el acto al que denominan "dejarse perder". En un torneo de ocho partidos de máxima exigencia durante el transcurso de 14 días no se juega igual en cada encuentro. La dosificación y reserva de fuerzas, tanto físicas como psicológicas, no es sólo algo habitual si no necesario en la mayoría de los casos en competiciones de este tipo. No dar lo mejor de ti mismo y no jugar con la misma intensidad un partido de liguilla que una semifinal no implica en ningún momento "dejarse perder". Si recuerdan la máxima competición continental disputada hace unos meses en ese deporte que se juega con los pies y brillantemente conquistada por España, nuestra selección no jugó el primer partido contra Italia con la misma fuerza e intensidad que la final ante el mismo rival... y a nadie se le ocurriría pensar la barbaridad de que "salieron a perder". De igual modo, nadie en su sano juicio pensaría que Bradley Wiggins debería ganar todas las etapas del Tour de Francia, una por una, para demostrar su "limpieza". El más grande medallista olímpico de todos los tiempos, Michael Phelps, en las semifinales de 200 metros estilos hizo segundo, para luego colgarse el oro en la final de dicha categoría. No escuche a nadie decir que Phelps "se dejó perder" en las eliminatorias. 
Vayamos por tanto al tema concreto que nos ocupa, el España-Brasil con el que se cierra la fase de grupos de la competición de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.  El partido encerraba varias complicaciones para los nuestros. Por un lado estaba la obligación de lavar la mala imagen de los dos finales de partido anteriores, donde Gran Bretaña y Rusia protagonizaron sendas y muy preocupantes remontadas (la británica por fortuna no consumada) que servían de síntoma sobre nuestro estado de forma, falta de tensión, y demás problemas que ya fuimos analizando en nuestra anterior entrada. Se imponía además de la necesidad de mejorar respecto a los últimos partidos una ridícula obligación de ganar simplemente para contentar a los bocazas de turno, mención especial para algunos medios de comunicación que sin el mínimo atisbo de vergüenza comenzaron a generar debate sobre el asunto incluso haciendo encuestas para pulsar la opinión del aficionado sobre la conveniencia o no de una derrota en tal partido, como si ya no fuese de por si complicado vencer a la selección de Huertas, Splitter o Nené Hilario, para encima faltarles al respeto de esa manera y seguir siendo capaces de ponernos piedras a nosotros mismos en un ya sobradamente complicado camino a la lucha por las medallas en este torneo. De modo que nos encontrábamos ante un marrón importante, en el que cualquier resultado que no fuese la victoria, se produjese del modo que se produjese, iba a ir acompañado de la sentencia de intencionalidad debido al prejuicio con el que desgraciadamente parte de nuestra afición (y eso es lo doloroso del asunto, se puede entender que desde el exterior nos traten de torpedear, no desde nuestra propia casa) afrontaba el partido. 
En baloncesto, como todo el mundo sabe y desde hace ya un tiempo no existe la posibilidad de empate (excepto en algunas eliminatorias de competiciones europeas donde aún se permite), o se gana o se pierde. Sólo hay dos posibles resultados, y en ese 50% de posibilidades España estaba juzgada de antemano. Esquematicemos muy sencillamente las distintas maneras en las que un equipo puede ser derrotado en un partido de baloncesto y el veredicto posible por parte de los acusadores de tongo: 
-Ser dominado de principio a fin. Un partido sin opciones en el que el rival te pasa por encima sin contemplaciones. Veredicto: se han dejado perder de manera descarada. 
-Tardar en entrar en el encuentro, ser dominado en la primera mitad, mostrar una reacción en la segunda parte, para una vez estar dentro del partido con un marcador igualado perder en los minutos finales. Veredicto: se han dejado perder, y para no hacerlo tan descarado han mostrado cierta reacción en algunos momentos.   
-Dominar la mayor parte del encuentro y sufrir una reacción por parte del rival que acaba remontando e imponiéndose (éste ha sido el caso del partido del que estamos hablando) Veredicto: se han dejado perder, y para no hacerlo tan descarado han dominado gran parte del partido.  
Tranquilos, que ahora voy y la fallo.

Es muy difícil luchar contra el prejuicio. De nada vale que hablemos de dos partidos anteriores, dos y cuatro días antes respectivamente con finales prácticamente calcados a los del de Brasil. Por otro lado el prejuicio de considerar que cualquier tipo de derrota ante los de Ruben Magnano sería siempre intencionada por nuestra parte y nunca por deméritos propios y virtudes del rival vuelve a denotar un pensamiento muy preocupante en nuestro deporte y que deberíamos tener ya totalmente erradicado: el de, por un lado, ser incapaces de contemplar la posibilidad de una derrota, como si todo el juego comenzase y acabase en nosotros, únicos dueños del destino de la competición, y los rivales apenas fuesen unas comparsas o unos invitados cuya única posibilidad de triunfo se basa en que “les dejemos”; y por otro lado, o en realidad siendo lo mismo, todo esto muestra una peligrosa falta de respeto por los rivales. Y en este caso no hablamos precisamente de un rival al que no se deba tomar en serio, si no de un equipo con cuatro jugadores NBA (dos de ellos titulares indiscutibles, otro elegido Mejor Sexto Hombre de la liga en 2007) o con el base titular del actual campeón de la Liga Endesa. Una selección que llegaba a Londres con aspiraciones reales de luchar por las medallas, y quienes ya habían sido capaces de poner en apuros a los máximos favoritos Estados Unidos en la preparación previa al torneo. Un combinado nacional brasileño al que tan sólo Rusia había conseguido vencer hasta el momento y gracias a un triple casi milagroso de Vitaly Fridzon en el último segundo del choque entre los de Magnano y los de David Blatt. No importaba todo aquello, una vez más tratábamos al rival como un pelele sin voz ni voto. La victoria o la derrota dependía únicamente de nosotros.   
Tontito, que os hemos dejado...

En uno de esos actos masoquistas a los que tan propicio es El Tirador, volví a visionar el partido en cuestión (e invito a todos aquellos que afirman de la intencionalidad de la derrota a que hagan lo mismo simplemente entrando en la web de RTVE y buscándolo en el menú olímpico, despojados de cualquier prejuicio y con la mirada limpia, y que me digan si son capaces de ver algo raro), sin encontrar ningún atisbo de falta de honestidad por parte de ninguno de ambos equipos, si bien es cierto que el argentino Magnano decidió reservar a uno de sus hombres clave, el tocado Nené Hilario (y está en su perfecto derecho de hacerlo sin que nadie le acuse de “salir a perder”) Scariolo por su parte, lejos de guardarse a nuestro jugador más dudoso, Juan Carlos Navarro, decidió ponerle en pista nada menos que 27 minutos (de hecho fue el español que más minutos disputó) para ir cogiendo ritmo y forma de cara a los cruces. Hay dos argumentos, endebles como un edificio de arcilla, que utilizan los conspiranoícos para defender su idea del tongo. El primero es el del parcial recibido en el último cuarto, un pésimo y lamentable 16-31 que encajamos en contra. Se agarran a esos números como un naufrago a una boya esgrimiendo que un parcial así es imposible, inexplicable, inaudito, y que jamás puede producirse tal marcador en un cuarto por causas “naturales” y por ello ha sido provocado por nuestra parte. ¿Esta gente ha visto algún partido de baloncesto en su vida? Cuatro días antes Gran Bretaña nos hizo un 14-25 en tan sólo los últimos 6 minutos de partido. ¿Y Rusia dos días antes del partido ante Brasil?, sufrimos varios parciales importantes en contra (por ejemplo un 24-11), pero lo lamentable de verdad vino al final del partido, con un parcial en los últimos 4 minutos de… ¡17-5 en contra! ¿Puede por tanto alguno de esos tristes amasadores de “biscotto” explicarme como se producen esos parciales?, me gustaría que me pudiesen argumentar porque extraña razón el parcial contra Brasil si es “provocado” y los de los dos partidos anteriores son “naturales”. ¿La razón que esgrimirán?, el móvil del crimen, o dicho de otro modo, el prejuicio del que hablaba antes. No puede haber presunción de inocencia, ya que el ladrón, pensando que todos son de su condición, una vez que ha establecido su objetivo es incapaz de reconocer que quizás alrededor suyo no todo el mundo necesite moverse a base de argucias, trapacerías y demás artimañas más propias de quien muestra debilidad que de quien confía en sus posibilidades. ¿Quieren más historias de parciales asombrosos?, los anfitriones Gran Bretaña, en el partido que se jugaban el pase a cuartos de final y que dirimía realmente su papel en estos Juegos, después de tenerlo todo perfectamente controlado hasta el descanso reciben consecutivamente dos puñetazos que los envían irremediablemente a la lona en forma de dos parciales consecutivos de 14-30 y 15-40. Después de ver todo esto hablar de intencionalidad en un parcial de 16-31 me parece una broma de mal gusto propia de algún tahúr aburrido que no tiene en que entretenerse.  Pero sigamos con esto de los parciales, argumento al que como digo tratan de aferrarse tristemente los malabaristas de la calumnia. Como decía Gran Bretaña en 6 minutos nos hace nada menos que 25 puntos. Brasil en ese periodo de tiempo nos mete 21 (y ya son muchos, una barbaridad, pero aún así menos que los británicos) Rusia en 4 minutos nos encesta 17. Brasil, en esos últimos 4 minutos, nos hace 9. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Vayamos con el segundo argumento favorito de aquellos que han insultado en los últimos días a nuestros jugadores y técnicos y los han acusado de tramposos. El del quinteto con el que Scariolo afronta los momentos decisivos del partido. Pese a contar en prácticamente todo momento con los dos líderes claros de nuestro equipo (Pau y Navarro) además de Marc Gasol en pista, la ausencia de Calderón y Rudy les parece razón de peso para hablar de intención de derrota, lo cual, aparte de ser una gravísima y muy seria falta de respeto a jugadores como Sergio Rodriguez, Sada, Llull o San Emeterio, demuestra una vez más que estamos hablando o bien de malintencionados que ellos sabrán porque razón estaban esperando alguna ocasión para atacarnos o bien de ignorantes patológicos en cuanto a materia deportiva y concretamente baloncestística se refiere. No es Scariolo un técnico al que le tiemble la mano cuando ha de dejar alguna de las estrellas en el banquillo si cree que por las condiciones del partido algunos de los jugadores más gregarios, por muy suplentes que sean, pueden adaptarse mejor a las exigencias del encuentro en cuestión y las dificultades de un contexto determinado. En nuestro momento más delicado de todo el pasado Eurobasket 2011 se recurrió a dos suplentes como Ricky y Llull quienes junto a Navarro resultaron ser la clave para doblegar a la sorprendente Macedonia que en semifinales fue un rival mucho más duro que Francia en la final (no escuché entonces a estos voceros de la ponzoña preocuparse tanto por la ausencia de Calderón y Rudy) En el caso de Calderón creo que a nadie debería extrañar ya su ausencia en los minutos decisivos de los partidos realmente importantes. Contra Francia en cuartos de final fue sacrificado por un Llull cuyo trabajo sobre Parker fue totalmente decisivo, e incluso contra Estados Unidos, en los momentos clave del último cuarto cuando aún peleábamos con posibilidades reales por el oro, Calderón hubo de ver esos minutos de la verdad en el banquillo. Sea por sus evidentes carencias defensivas, o porque simplemente Scariolo no confía en él, lo que está claro es que aferrarse a un Calderón sentado para justificar una derrota provocada es un argumento a día de hoy terriblemente débil y que muestra la desesperación por buscarle tres pies a un gato que en ningún momento ha dejado de enseñar sus cuatro patas. Si puede chocar en todo caso lo de Rudy, pero nunca lo de Calderón.    
Estoy convencido de que si cogemos cien personas que por alguna razón hayan estado hibernando dormidas durante las últimas semanas, y por consiguiente no hayan seguido el torneo olímpico, y las invitamos a presenciar el partido que estamos analizando, totalmente despojados del venenoso contexto en el que algunos lo han tratado de situar, y les preguntamos si ven alguna intencionalidad en el resultado, al menos 98 de ellos admitirían no ver absolutamente nada extraño, sucio o fuera de la normalidad de un choque deportivo. Es por tanto una vez más el prejuicio del móvil el que hace que desde algunos sectores se siga hablando de derrota intencionada. Insisto, vayan a la web de RTVE y busquen el partido, vuelvan a verlo, fíjense en el último cuarto que tan “raro” les parece, nuestra selección no pierde la cara al encuentro, rebotea, defiende cerca de canasta (dos tapones consecutivos de Pau en los momentos de la verdad) y busca el aro rival. Es nuevamente la debilidad defensiva exterior la que nos condena, pero es que lo hace exactamente igual que como sucedió contra Gran Bretaña y Rusia, e insistimos en que no puede haber esta diferencia de criterio entre unos partidos y otros por parte del aficionado simplemente porque le apetezca creer su propia película sobre argucias y ardides. Dos triples consecutivos de Marquinhos Vieira ambos a pase de Raulzinho Neto, dos jugadas calcadas, en el intervalo de 19 segundos (entre medias una falta de ataque de Sergio Rodriguez…  nos pitaron tres faltas de ataque en ese cuarto, ¿también intencionadas?), es lo que mete a Brasil en el partido (de 67-57 a 67-63) De igual modo otros dos triples de Barbosa en poco más de medio minuto son los que hacen a los de Magnano tomar la delantera (de 73-69 a 73-75), entre medias una buena jugada en estático de nuestra selección superando la presión a toda pista de Brasil (quienes tampoco querían perder el partido) que finaliza con un lanzamiento triple desde la esquina de San Emeterio errado pero con correcta selección de tiro y buena circulación de balón. Incluso tras ese fallo dos rebotes ofensivos consecutivos de Sada e Ibaka demuestran que no se dejó de ir a por la victoria. A partir de ahí Brasil jugó mejor sus armas, y certificó su triunfo desde el tiro libre y ganándonos en las contras (nuevamente mal nuestros exteriores en defensa, en este caso en las transiciones) y nuestros nervios en ataque ante la posibilidad de una segunda derrota consecutiva hicieron el resto. Efectivamente, lo de cuatro días antes contra Gran Bretaña no había sido un accidente, y había motivos reales para la preocupación sobre nuestro estado de forma, pero jamás debiera haberlos para la duda sobre el deseo de ganar y la mentalidad competitiva de nuestros jugadores.  
No puede haber medias tintas en esto. No se puede admirar a unos tramposos. Quien crea que estos hombres salieron a no disputar un partido oficial con la camiseta de la selección española y a perderlo intencionadamente, quien afirme que Juan Carlos Navarro en sus cuartos Juegos Olímpicos y sus primeros como capitán con más de 200 internacionalidades a sus espaldas, o que Pau Gasol, abanderado de toda nuestra expedición deportiva en el partido en el que superó a Epi como máximo anotador olímpico de nuestra historia, jugaron esos últimos minutos del partido en pista con el deseo de perder el encuentro, tienen perfecto derecho a opinar y creer tal cosa, pero deben ser coherentes con ello. No se les puede llamar hoy tramposos y al día siguiente héroes. De igual modo, llevamos ya años hablando de un grupo de jugadores al que según sople el viento se les considera un ejemplo de profesionalidad y compromiso con la amistad y generosidad entre ellos como bandera, o bien unos niñatos consentidos que se reúnen a jugar a la pocha. En ese sentido he observado con cierto humor como alguna web que se ha posicionado claramente en la afirmación de que nuestra derrota fue intencionada, ha ido firmando la crónica de cada partido de los Juegos con el nombre del redactor en cuestión… excepto este partido en el que sin ningún reparo afirman que nos dejamos perder, en el que deciden firmar como “el equipo de...”. ¿Curioso verdad?, supongo que hay miedo a que ese jugador al que he llamado “tramposo” ya no se haga fotos conmigo después de un entrenamiento o me retire el saludo en la bocana de vestuarios.    
Navarro "el tramposo"


Supongo que esta entrada está siendo realmente dura, pero creo que la seriedad del asunto así lo requiere. No sé si alguien podrá llegar a sentirse ofendido por este texto, pero lo que si tengo claro es que en justicia si puede sentir tal ofensa quien ha sido acusado de tramposo sin ninguna prueba objetiva ni palpable. Uno de nuestros jugadores más emocionales, como es el caso de José Manuel Calderón, fue muy claro en ese sentido una vez acabado el durísimo partido contra Francia en el que incluso Batum llegó a sacar a pasear los puños: “Nos han pegado los franceses… y demasiada gente”. Si los dos días anteriores al partido ante Brasil no fueron fáciles por la ligereza con la que se habló de la conveniencia de la derrota (y en ese aspecto volvemos a recordar otras declaraciones concluyentes, las de Rudy molesto por la desconfianza del aficionado, no tanto sobre el partido que España fuese a hacer contra la selección brasileña, como sobre sus posibilidades frente a Estados Unidos), peores aún resultaron las dos jornadas siguientes con una bochornosa “barra libre” para hablar de unos jugadores deshonestos sin ningún tipo de prueba que apoyase cualquier acusación. ¿Y qué importa?, la verdad está sobrevalorada, el honor simplemente algo novelesco. No deje usted que la realidad le estropee una buena historia o un complot genial. Si usted está realmente convencido que España se dejó perder en base a una maquiavélica estrategia no necesita pruebas para afirmar tal teoría. Tire usted adelante con lo suyo con el mundo por montera, y recuerde que siempre es más fácil (y posiblemente divertido) ensuciar que adecentar, destrozar que crear. 
Finalmente y como se demostró en la final olímpica, los únicos que realmente creían en las posibilidades de España fuese cual fuese su rival una vez llegados los momentos decisivos eran los propios jugadores. ¿Alguien piensa realmente que estos tíos van a hipotecar su orgullo por el color de una medalla?, iban a por el oro, sin especulaciones de ningún tipo. El Grupo Salvaje del que hablábamos en nuestra anterior entrada, despreciado por una parte de la afición que se atrevía a elucubrar sobre lo que sucedía en un vestuario a más de mil kilómetros de distancia, seguía su camino con su inquebrantable fe en si mismo, a pesar de que muchos ya se habían empeñado en ver en nuestra selección a ese “tío Charlie” de aquella obra maestra protagonizada por Joseph Cotten en los primeros años de la andadura americana de Hitchcock. La sombra de una duda.   

¿Qué esconde el tío Charlie?


viernes, 17 de agosto de 2012

GRUPO SALVAJE

"And now,
the end is near
and so i face
the final curtain"

(Frank Sinatra, "My way")  






Recuerdo perfectamente la situación, hace ya cuatro años. Estaba de doblete con algunos míticos mods madrileños y como pueden imaginar, bastante perjudicado debido al descomunal festín nocturno que habíamos perpetrado y después de la incontrolada ingesta de todo tipo de aquello que Baudelaire llamaba "paraísos artificiales". Era la mañana del domingo 24 de Agosto de 2008, día final y de clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín, y jornada destinada para la gran final de baloncesto, protagonizada por segunda vez en la historia entre las selecciones nacionales de Estados Unidos y España.    

Todos ustedes recordarán aquel partido, aquellas sensaciones, aquellas imborrables emociones a flor de piel ante el brutal intercambio de canastas al que sometimos a la mejor selección de baloncesto del mundo. Fue un partido sin miedo al vértigo, o mejor dicho, un partido sin miedo al miedo. El espectáculo fue tan soberbio que volví a mi casa con la piel de gallina convencido de que nos hallábamos ante el mejor partido de baloncesto de toda la historia de los Juegos Olímpicos (así ha sido mayoritariamente reconocido), por lo que lo primero que hice fue encender el ordenador y comenzar a escribir un largo texto de maneras elegíacas sobre aquel "ars moriendi" al que habíamos asistido, aquella gozosa celebración de la muerte y la derrota deportiva, que titulé precisamente como "Grupo salvaje", en homenaje a William Holden y sus compinches, "outsiders" sin miedo a nada y ante nada que mueren matando fieles a si mismo y sus ideales, principios y valores.  Porque si hay una película que dignifica la fidelidad a unos valores (esa palabra que tanto parece chirriar) con todas sus consecuencias, esa es el "Grupo salvaje" con el que Peckinpah homenajea toda una manera de entender la vida. Aquel texto, que intenté recuperar para este blog, finalmente e imperdonablemente ha quedado perdido en el limbo del espacio de internet "gracias" a cierta red social y servicio que maldito sea por siempre por todo mi tiempo y parte de mi vida que se ha llevado. Como digo aquello fue hace cuatro años, mucho antes de que algún "hype" literario tratase de utilizar la imagen peckinpahiana para ensalzar los aspectos más innobles, sórdidos, chabacanos y mediocres del deporte. Cuando observo como desde algunas posiciones aparece la risa floja en cuanto algunos hablamos de "valores" (lo cual me parece muy bien, ya que estamos hablando de algo intangible, como todas las cosas, en mi opinión, buenas de la vida... comprendo y entiendo perfectamente que un alma prosaica o una persona excesivamente pragmática y poco idealista desprecie tal asunto), yo padezco la misma flojera en mi risa cuando me intentan vender eso que llaman "modernidad" en el deporte. Siguiendo con "Grupo salvaje", no hay que olvidar que todo el film es un canto al inconformismo ante al paso de la vida y la llegada de los "tiempos modernos", en ese sentido el gran "leit motiv" de esta obra de Peckinpah (como en tantas otras de la filmografía de este campeón californiano del celuloide) es la confrontación entre los dos personajes principales, interpretados por William Holden y Robert Ryan, antaño compañeros de pillaje y ahora enfrentados debido a que Ryan decidió pasarse "al otro lado" en vista de que había que "estar con los tiempos". "Grupo salvaje" es de esos films de aire crepuscular que celebran "el buen morir" y la fidelidad a uno mismo y a su propia personalidad. No es casual que ese mismo año de 1969 en el que se estrena la cinta, las carteleras ofrezcan la deliciosa "Dos hombres y un destino" ("Butch Cassidy and The Sundance Kid", George Roy Hill), película con evidentes paralelismos con "Grupo salvaje" (sin ir más lejos la estoicidad con la que los protagonistas se enfrentan a un final abrupto), y cuya secuencia más famosa sea posiblemente esa en la que Paul Newman descubre un nuevo invento moderno llamado bicicleta ("te presento el futuro", le dice a Katherine Ross) mientras B.J. Thomas canta aquello de "raindrops keep fallin' on my head" (canción que toda ella es una celebración de vida, y que podría entroncar con aquello que dicen por Galicia de "non choveu que non escampara"), la citada secuencia finaliza, como recordarán los aficionados a esta cinta, con Paul Newman dando con sus huesos en el suelo tras caerse del nuevo vehículo ante la mirada atónita de una vaca, para posteriormente renegar de la bicicleta, el futuro, la modernidad, y mandarlo todo al infierno.
Bueno, al fin y al cabo algún día hay que morir.

Y en esto, que llegamos al baloncesto, y a aquel Grupo Salvaje de Pekín (que no Peckinpah) de hace cuatro años quien de repente vuelve a aparecer ante nuestros ojos hace pocos días con aún mayor furia, rabia, virulencia, brutalidad y pólvora en sus rifles. ¿Cuál ha sido mejor final, la de Pekín o la de Londres?, bueno, habrá opiniones para todos los gustos, yo personalmente me quedaría con la de la capital inglesa, donde las opciones de ganar fueron aún más reales (y ojo a este dato, ha sido la final más igualada y resuelta con menor diferencia de puntos sólo por detrás de la polémica de Munich 72... tal ha sido el abrumador dominio de Estados Unidos en este torneo y este deporte), pero es posible que la de Pekín dejase mayor número de "highlights" para el recuerdo (mención especial para Rudy Fernandez siendo capaz de "posterizar" a todo un Dwight Howard) 

La final de hace unos días en Londres, que por supuesto en principio había que reconocer ya como un éxito y un regalo el mero hecho de sólo estar allí, ofrecía interesantes datos para el debate y el análisis táctico. La singularidad del perfil con el que los estadounidenses acometían el torneo, con escasez de hombres interiores y predominio del juego abierto, permitía pensar que quizás por dentro tuviéramos alguna opción (en ese sentido el partido realizado por Pau Gasol es en todo momento una auténtica lección de hombre alto capaz de leer el juego, haciendo daño al poste, buscando a los tiradores, o encontrando a su otro compañero interior, especialmente Ibaka, cuya conexión nos dio grandes momentos con los que soñar con un oro que de alcanzarse hubiera sido la mayor gesta deportiva de toda la historia de este país), había por tanto quien pensaba en llevar el partido a terrenos groseramente tácticos, esos que en ocasiones ganan partidos y campeonatos, pero acaban echando aficionados de las gradas.  Afortunadamente no fue esa la decisión de Scariolo y sus jugadores, y como el Grupo Salvaje encaminándose hacia una muerte segura en el cuartel del general Mapache, salieron a pecho descubierto, a morir matando, y a que el visceral intercambio de balas dictase sentencia.  El resultado ya lo conocen (y cuando hablo del resultado, no me refiero a ese 107-100 del marcador final, si no a lo visto durante los 40 minutos del partido), un partido (otro partido), para la historia... y ganar la historia es más importante que ganar cualquier partido, medalla o campeonato. 

Pero está claro que para llegar a esa final histórica tuvimos que sufrir mucho, posiblemente más que nunca podamos recordar en esta generación de jugadores, lo cual, hay que insistir en ello, si somos justos debería hacer que valorásemos esta plata todavía muchísimo más. 

Hace ya meses, en pleno curso baloncestístico, cuando echábamos la vista hacia el futuro inminente y los Juegos Olímpicos de Londres no había demasiadas razones para ser optimistas. Una madrugada veíamos como la magia personificada en el dorsal número 9 de los Minnesota Timberwolves se quebraba repentinamente en los instantes finales de un partido contra los Lakers. Nos quedábamos sin uno de nuestros jugadores más decisivos y que mayor plus defensivo exterior nos aporta. Rudy seguía en el dique seco, y Navarro sufría en las canchas con más orgullo y coraje que otra cosa. Todo parecía indicar que íbamos a estar muy justitos por el exterior, aunque las impecables temporadas de Pau Gasol e Ibaka (no se perdieron un partido durante todo el curso, dato tremendamente revelante en la NBA actual plagada de pivots "de cristal") si abrían cierto halo de optimismo. Aún así éramos conscientes de que reeditar final iba a ser tarea hercúlea, y que un bronce sería bien recibido. Llegó la preparación y nos fuimos creciendo, se comenzó a hablar con demasiada ligereza (y falta de respeto a los rivales) de la final USA-España como si no hubiera un arduo camino que recorrer, y ese camino enseguida nos dimos cuenta de que sería mucho más duro de lo que habíamos pensado. Nadie iba a regalar nada.  

Los problemas crecen

 Al igual que en Pekín, China supuso el comienzo de la andadura olímpica, con el recuerdo de la prórroga a la que nos llevaron hace cuatro años. Lo vimos como el típico primer partido de un torneo de este tipo, lo que buscábamos era soltarnos e ir encontrando sensaciones. Poco importaba el intercambio de golpes inicial que los chinos supieron aguantar con las excelencias en el tiro de Yi Jianlian (luego se demostró que realmente estábamos mal en defensa), el paso de los minutos y el peso de una mayor profundidad de banquillo decantó el partido hacia nuestro lado con relativa comodidad. 97-81 final apoyados en unos Pau e Ibaka imperiales (38 puntos y 16 rebotes entre ambos), y algún destello salido de la pizarra de Scariolo (una asistencia desde la línea de 6.75 de Felipe Reyes para Pau Gasol para cerrar el segundo cuarto tras tiempo muerto, jugada realmente brillante) Debut cómodo y tranquilo que tampoco permitía sacar demasiadas conclusiones, y más tratándose de una selección como la nuestra acostumbrada a saber dosificarse en primeras rondas e ir de menos a más en competiciones de este calibre. Por eso saludamos la buena imagen y el paso dado en la segunda jornada frente a Australia. Hablamos ya de un rival ciertamente respetable (y justo es reconocer que los boomers se fueron habiendo realizado un buen campeonato), ante el que ofrecimos nuestra mejor cara de la primera fase, al menos en ataque, y de una manera general durante los 40 minutos de juego. Nuestro partido más completo con un muy entonado Rudy Fernández y los hermanos Gasol y Felipe Reyes batiéndose el cobre por dentro. Navarro guardando fuerzas y cuidando su maltrecho pie.  Victoria final por 70-82
Desgraciadamente todo el buen camino recorrido en esas dos primeras jornadas se vino abajo tras el extraño encuentro ante Gran Bretaña, con un final de partido que nos dejó helados y nos metió el miedo en el cuerpo, haciéndonos vivir un sufrido “deja vu” respecto al Europeo de Polonia en el 2009, donde a punto estuvimos de hacer las maletas antes de tiempo frente a los británicos (finalmente acabamos arrasando en ese torneo con cinco partidos finales absolutamente memorables) Sabíamos que los británicos es una selección habituada a ponernos en problemas, por eso había que celebrar el 24-15 con el que cerrábamos el primer cuarto, pero adquirir ese buen colchón en el marcador, lejos de ayudarnos a jugar más cómodos y sueltos pareció acomodarnos demasiado, tanto que en ningún momento fuimos capaz de cerrar definitivamente el partido. Las diferencias se mantenían alrededor de la decena de puntos con los británicos haciendo lo que en argot ciclista se conoce como “la goma”, y llegamos al último cuarto con una buena renta de 12 puntos arriba. Suficiente para no pasar apuros… o no. Mantuvimos la diferencia hasta los últimos 6 minutos de encuentro (64-52), para a partir de ahí recibir un demoledor parcial de 14-25. ¡Nos hicieron 25 puntos en 6 minutos!, una constante sangría exterior desde el triple que como vimos en los dos partidos siguientes frente a Rusia y Brasil no fue un accidente. 79-78 pidiendo la hora, y con Calderón cerrando el partido desde los tiros libres con aplomo y seguridad (por algo estamos hablando del tipo que ha encestado 87 tiros libres consecutivos sin fallo en la NBA, y que mantiene el actual record de acierto en una temporada, con 151 de 154, 98.1 % ), comenzaron a personalizarse las críticas en algunos jugadores finalmente decisivos a partir de los cruces (Llull, Marc Gasol) y se vislumbraron ciertos e innegables defectos en nuestra selección. Principalmente una excesiva dependencia de los jugadores clave, abuso del juego interior, ausencia de lanzamiento de larga distancia, y preocupante debilidad defensiva, sobre todo en las líneas exteriores. Allí donde antaño habíamos sido una selección presionante, incómoda para el rival, que robaba balones o dificultaba pases, ahora éramos un equipo débil que permitía el acierto exterior con inusitada facilidad para el contrario.    

Me siento seguroooooo...

No parecía el mejor momento para enfrentarnos a la potencia rusa, quienes desde el primer minuto del campeonato habían demostrado una fortaleza y determinación de cara a las medallas. El milagroso triple de Vitaly Fridzon frente a la dura selección brasileña daba al partido frente a los de Blatt rango de final con la primera plaza de grupo como suculenta recompensa. Había ambiente de partido grande por tanto, y ganas de ver como respondíamos ante el primer escollo realmente importante del campeonato. Y lo que vimos durante aquel primer cuarto de aquel partido de sábado matutino realmente fue para frotarnos los ojos, el comienzo perfecto, el partido soñado. Ni en un videojuego se podría haber diseñado mejor. Una canasta de Rudy Fernández tras un difícil escorzo (daba igual, entraba todo), ponía en el luminoso un marcador de ensueño: 2-20 a nuestro favor. En aquel momento nuestros porcentajes de tiro eran del 100% en tiros libres (4 de 4) y del 80% en tiros de campo (8 de 10), increíble, irreal, inhumano. ¿El problema? Quedaban casi 35 minutos de partido. No volveríamos a tener esa diferencia de 18 puntos (aún así acabamos el primer cuarto con 17 de ventaja), y la labor de zapa por parte de la defensa ordenada por Blatt (esa defensa de ajustes “match up”, muy practicada en Estados Unidos por cierto por entrenadores como Mike Krzyzewski) nos fue desgastando poco a poco, principalmente a Pau Gasol, objetivo principal de esa zona basculante que pasaba de 2-1-2 a 2-3 en cuanto nuestro astro de Sant Boi recibía, todo ello unido a asfixiantes “traps” a nuestros pivots mientras que nuestro lanzamiento exterior continuaba desaparecido en combate (3 de 15 desde la línea de 6.75, en concordancia con el torneo que llevábamos hasta la fecha) Nos recortaron 9 puntos en el segundo cuarto, y del 32-40 con el que llegamos al descanso pasamos a un 56-51 en un abrir y cerrar de ojos (parcial 24-11) En esa montaña rusa que habíamos convertido el partido volvimos a tocar el cielo a cuatro minutos y medio para el final, Marc Gasol ponía un 60-69 en el marcador (tras asistencia de un Sergio Rodriguez decisivo para llegar a esos minutos finales con ventaja) después de un sufrimiento que debería habernos hecho aprender la lección sobre el rival que teníamos enfrente. No fue así, el escandaloso parcial de 17-5 (infinitamente mucho más escandaloso que cualquier bobada que puedan seguir diciendo sobre el España-Brasil) nos envió al infierno después de asistir a fallos de todo tipo, incluyendo un tiro libre de Pau que nos hubiera dejado con ciertas opciones. Especialmente doloroso fue el mate sin oposición de Mozgov tras una empanada defensiva de las que hacen época. Si llegábamos al partido frente a Rusia plagados de dudas, salíamos de él con unas cuantas más en la mochila, todo ello después de haber hecho nuestro mejor primer cuarto del torneo. Nos habíamos apoyado bien en Rudy y los gasoles en ataque, pero era la debilidad defensiva la que nos hacía en aquellos momentos irreconocibles. Habíamos perdido una de nuestras señas de identidad, esa que no nos permitía desfallecer en ningún momento por muy cuesta arriba que se pusieran las cosas. Contrariamente a eso nos habíamos convertido en un equipo al que apenas costaba remontarle. Blandos como la mantequilla.   

Pyschedelic Blatt

La derrota ante Rusia nos dejaba en la tesitura de que el encuentro contra Brasil era una final por un segundo puesto que posiblemente no apetecería a nadie, ni a españoles ni a brasileños, pero había que disputarlo. Había que intentar cerrar la fase de grupos con las mejores sensaciones posibles, con sólo una derrota y recuperando crédito. Esa misma tesitura provocó que apareciesen los viejos prejuicios cuando hay partidos de este tipo, dicho de otro modo, fuese cual fuese el resultado, en caso de acarrear una derrota por nuestra parte, aquellos que ya habían prejuzgado un “tongo” iban a acusarnos de habernos dejado perder (¿pensarían lo mismo en caso de victoria, es decir, pensarían en un “tongo” por parte brasileña?, lo dudo), lo cierto es que el partido ante Brasil no fue más que un calco de lo visto y vivido ante Gran Bretaña y Rusia especialmente en los instantes finales. Quien quiera ver cosas raras en ese partido tiene un serio problema. No obstante, y como quien busca al Tirador lo encuentra, tenemos preparada una entrada especial dedicada a analizar detalle por detalle dicho partido desmontando una vez más todos los tópicos y todo el lúgubre acarreo de embustes que se ha vertido reciente e interesadamente desde algunos sectores, por ello no nos detenemos más en tal encuentro. 

De modo que dejamos la fase de grupos con cierto tono grisáceo, un balance de 3-2, derrotas ante los dos equipos fuertes del grupo, sustazo frente a los anfitriones, cumpliendo ante China, y realmente sólo convenciendo ante Australia. Escaso bagaje que nos hacía poner los pies en el suelo. Por mucho que en nuestras camisetas luciese el nombre de ESPAÑA con todo el significado que ello conlleva hoy día en este deporte, o apretábamos el culo en defensa y volvíamos a recordar el significado de la palabra “sufrimiento”, o nuestras horas en este torneo estaban contadas.

Francia esperaba con el cuchillo entre los dientes. La selección de Collet no contaba con encontrarse con su bestia negra tan pronto (que malo es eso de andar haciendo las cuentas de la lechera antes de que comiencen los torneos), y se presentaban en cuartos de final luciendo sus habituales y conocidas armas. Exhuberancia física, defensa granítica, y el talento de Parker y Batum como puñales desgarradores sobre las vísceras de cualquier rival que se topase en su camino. En efecto, los actuales subcampeones de Europa parecían un buen ejército de guerrilleros machete en mano dispuestos a despellejar de una vez a nuestro veterano Grupo Salvaje que tantos infortunios les habían hecho padecer. Los galos pronto llevaron el partido a su terreno, a la guerra de guerrillas donde a nosotros cada canasta nos costaba un mundo. A pesar de irse cargando de faltas personales Francia sabía que sus posibilidades pasaban por desquiciarnos a base de físico, todo ello unido a que en ataque Diaw hacía su mejor partido del torneo, y a la fiesta se unía un invitado de excepción: Florent Pietrus. Los galos, habitualmente romos cuando se les concede espacio y tiro, nos hacían daño desde el triple y su dureza atrás no nos permitía en ningún momento ser capaces de jugar a nuestro ritmo. En un mal partido para nosotros, el único motivo de optimismo era el marcador, que aunque dominado por Francia en todo momento, en ningún momento era definitivo. Estábamos ahí, nos faltaba un empujoncito más. Creo recordar que nuestra primera ventaja no llega hasta a cinco minutos del final con canasta de Llull. El escolta madridista finalmente resulta decisivo jugando los momentos de la verdad como base en detrimento de un Calderón nuevamente indolente en defensa. Es Llull quien se convierte en el jugador clave del partido con su defensa final sobre un Parker al que se le apagó la luz en cuanto un acertado Scariolo ordenó poner al balear sobre el genio francés. Una gran jugada entre los hermanos Gasol culmina con una canasta de Marc que a falta de 45 segundos nos pone con cinco puntos de ventaja, algo que se antojaba impensable minutos antes. Y esta vez sí, para desesperación francesa en esta ocasión supimos cerrar el partido, asegurando los tiros libres tras los malos modos de una selección gala para quienes nos hemos convertido en su peor pesadilla. No jugamos bien, sufrimos lo indecible, y habría que remontarse a la Eurocopa del 2001 para encontrar un partido en el que hubiéramos ganado anotando menos de 70 puntos, pero el primer objetivo estaba cumplido, ¡volvíamos a luchar por las medallas! 

Cualquiera no va a arreglarle las goteras.


La semifinal España-Rusia parecía algo así como un puzzle macabro, un enigma irresoluble tanto para Scariolo como para David Blatt. Los dos maestros llegaban a esta partida de ajedrez con dudas, no tanto sobre sus jugadores y sus posibilidades como sobre el rival. ¿Qué Rusia se encontraría España?, ¿la selección sobre la que bailó salvajemente en los primeros compases de su enfrentamiento seis días antes incapaz de saber por donde le venían los golpes, o el fantástico coro de tiradores y ametralladoras que aparecían desde cualquier posición a partir del segundo cuarto de partido? Asimismo, ¿con qué versión española se encontrarían Kirilenko y compañía?, ¿con la de ese equipo armónico y letal en ataque que les sorprendió en el arranque de su partido previo, o con el puñado de jugadores desorientados y deambulantes que acabó el encuentro totalmente groggy incapaces de explicarse a si mismos como habían dejado escapar aquel partido? Sea como fuere Blatt no quería esperar. Ofreció lo mejor de su táctica de salida, modelando un partido incómodo en el que los puntos llegarían con cuentagotas y en el que nuestros pivots apenas pudieran maniobrar (Pau se fue con su casillero a cero en el primer cuarto), el 20-31 con el que nos fuimos al descanso era bastante elocuente. En un encuentro con ese escaso ritmo anotador, los once puntos de diferencia eran una losa. Difícilmente los rusos permitirían parciales producidos por un juego más veloz o un ritmo más alto. Nos encontrábamos por tanto ante los posiblemente 20 minutos más difíciles que ha tenido que afrontar esta selección durante mucho tiempo. Desconozco que es lo que se dijo exactamente en los vestuarios españoles del O2 londinense, y cual fue la consigna con la que se salió a cancha (aún así y a 1400 kilómetros de distancia hay gente que sin vergüenza ninguna es capaz de asegurar que en tal vestuario o en tal banquillo sucede tal o cual cosa… que les vamos a contar que ya no sepan), por lo que he leído a algunos jugadores, incidieron en recuperar la alegría en el juego, admitiendo la posibilidad de caer en semifinales al menos que fuera muriendo con su estilo, en otras palabras, ATREVERSE a jugar. De modo que en esa segunda parte nuestra selección recuperó dos simples y básicas señas de identidad que les llevan dando triunfos sin cesar desde el Mundial 2006: intensidad defensiva y descaro en ataque. Una receta muy simple, que por supuesto cualquiera puede aplicar (igual que cualquiera puede hacer una tortilla de patatas pero de la que hago yo a la que hace mi madre media una constelación entera) El primero en unirse a la fiesta fue el siempre hiperactivo Rudy, quien entendió perfectamente el mensaje: si iban a quedarse fuera del show, al menos que se viese de lo que eran capaces. Un triple suyo nada más reanudarse el partido enchufó a todo el equipo y a toda la afición que empujábamos detrás. Había que endurecer el partido atrás, y lo hicimos. Si anotasen, que fuese con enorme sufrimiento o a través del tiro libre, no importan las faltas (en la primera parte no les llevamos al 4.60 en ningún momento). Calderón fue otro de los que vio que había que echarle  morro al partido y empezó a tirar…  y lo que es realmente importante, a meter. Un robo de Rudy (una vez más trabajando en toda la pista) fue culminado por otro triple de Pau que nos ponía a 3 puntos. Alternábamos fallos y aciertos a partes iguales, pero, ¿qué más daba?, habíamos recuperado la alegría en el juego y comenzábamos a golpear furiosamente en la puerta de la final. Los rusos notaban nuestro aliento en su cogote y era cuestión de tiempo que llegásemos… y antes de la bocina final del tercer cuarto, Calderón desde el 6.75 ponía un 46-46 para indicarnos que había un partido nuevo. Diez minutos en los que la gloria o el fracaso serían más que nunca esos dos impostores de los que hablaba Kipling. Se trataba por tanto, simplemente y pasase lo que pasase y fuese cual fuese el resultado, de vivir sin miedo, de ser una vez más unos trasuntos de Daredevil disfrazados de jugadores de baloncesto. Consistía, una vez más, en la fidelidad a si mismos, en volver a ser el auténtico Grupo Salvaje sin miedo a la muerte. Jugarse el pase a una final olímpica en sólo diez minutos y no marearte sólo puede entenderse si eres un equilibrista sin red acostumbrado a desafiar el peligro y el vacío. Y en esa tesitura de vivir sin aliento es donde parece encontrarse más cómoda nuestra selección, acostumbrada a dar lo mejor cuando pinta lo peor, y a aplastar con brutal insolencia cualquier atisbo de duda que desde los crueles vendedores de complejos quieran plantear. Volvió a aparecer el criticado Llull, Calderón siguió a lo suyo, Felipe sacó músculo y Marc apuntaló el edificio. Las diferencias comenzaron a moverse en torno a la decena de puntos y todo ello con Pau en el banquillo, y de nuevo acierto de Scariolo al despojar a Blatt de su principal referencia a la hora de ajustar su ya famosa defensa. Pau es nuestro líder, cierto, pero cierto es también que al quitarnos la gigantesca red de nuestro mejor jugador de todos los tiempos por unos instantes durante aquel último cuarto recuperamos de nuevo la coralidad en ataque. Con nuestro mejor hombre en el banquillo el resto de jugadores dio un generoso paso adelante, nunca atrás. Hablando de generosidad, la imagen de Llull recorriendo toda la pista para robar limpiamente un balón por detrás a Fridzon (nuestra pesadilla seis días antes) no dejó lugar a dudas en ese aspecto. Habíamos vuelto. El Grupo Salvaje aún tenía balas en sus fusiles, e iríamos a morir dos días más tarde. En otro final para la historia, como en las mejores películas.    

¿Quién dijo miedo?