lunes, 30 de junio de 2014

EL SÍNDROME DE STENDHAL



Una cancha llena y volcada con su equipo, el mayor triunfo de Laso.


"De momento han conseguido la Supercopa y la Copa y van a por Euroliga y Liga, independientemente de que lo consigan o no ya se han asegurado un lugar en la memoria del buen aficionado por un estilo de juego que nos hace felices. Tras tantos años de imposiciones tácticas, mamporrerismo bajo el eufemismo de "deporte de contacto", y entrenadores especuladores que nos robaron el espectáculo con el pretexto de que sólo les valía ganar, Pablo Laso nos deja este regalo con este grupo de jugadores y esta filosofía de juego. Sea cual sea el resultado, a muchos de nosotros ya nos han ganado."


Aquello lo escribíamos en Semana Santa del presente año, hace unos dos meses y medio. Con el curso ya finiquitado y por tanto llegada la hora de hacer balance seguimos pensando lo mismo. Mucho se está hablando de la temporada blanca en términos absolutos de fracaso y decepción, poniendo en duda la validez de una gran temporada regular si se pierden las finales. No estamos de acuerdo con tales apreciaciones, y vamos a tratar de explicarlo, sin intentar convencer a nadie, pero si buscando que el amable lector tenga más elementos de juicio a la hora de dictar sentencia sobre el actual proyecto baloncestístico del Real Madrid, la apuesta de Pablo Laso, y la calidad e importancia del grupo de jugadores contemporáneo.  

Para empezar creo que habría que desterrar de manera radical el pensamiento de que este estilo de juego ofrece simplemente (como si fuera poco) goce estético pero no triunfos, éxitos o títulos. Si nos centramos en la trayectoria en partidos oficiales de los tres años de Pablo Laso al frente del equipo madridista, los datos son concluyentes y demoledores. El técnico vitoriano ha dirigido 212 encuentros en los que se ha llevado el resultado a su favor en 177 de ellos. Un brutal 83.5% de victorias. Todo ello además en una progresión creciente. Si la primera temporada de Laso, el Real Madrid jugaba 66 partidos ganando 48 (72.7%), a la siguiente la cifra se estiraba hasta los 76 encuentros siendo 61 de ellos victorias (80.2%), para este curso llegar a nada menos que 80 partidos, de los cuales se ha ganado en 68 (un redondo 85%) Es decir, con Laso el Madrid ha jugado cada temporada mejor y ha ganado más partidos. Ha habido progresión y crecimiento. Respecto a los títulos, de los doce oficiales a los que ha optado este equipo durante la era Laso, se han conseguidos cinco (dos supercopas, dos copas y una liga), pero se ha luchado por casi todos (de doce finales posibles se ha llegado a nueve) Una barbaridad, créanme, es una barbaridad, porque por mucho que recurramos a la grandeza histórica del Real Madrid, hay que recordar que desde el periodo 1993-1995 no veíamos al club blanco ganar títulos tres años seguidos. Entre otras cosas porque el baloncesto europeo es cada vez más competitivo, con equipos rusos, turcos o griegos manejando grandísimos presupuestos. Y entre otras, claro, porque el baloncesto madridista se convirtió en una especie de reflejo del mito de Sísifo, empeñado en subir cuesta arriba con una pesada carga a sus espaldas para una vez a punto de coronar la cumbre volver a empezar. Siempre desde cero. Aquellos años en los que veíamos desfilar a los Maljkovic, Imbroda o Lamas, todos entrenadores de enorme prestigio pero incapaces de dotar de identidad y alma al baloncesto blanco, hasta la llegada de Joan Plaza, quien salió por la puerta de atrás a consecuencia de la fallida apuesta de Ettore Messina, y a quien, ironías del destino, ahora algunos añoran después de despellejarlo vivo. Plaza fue un soplo de aire fresco en el basket madridista y el hombre que devolvió identidad, orgullo e ilusión a los seguidores del club blanco. Y Pablo Laso le ha superado en insuflar toneladas de ilusión a un Palacio de Los Deportes que ha vivido las mayores fiestas baloncestísticas que se recuerdan en mucho tiempo. Por tanto el veredicto debe ser claro, la apuesta de Laso es mucho más ganadora que perdedora si somos justos a la hora de aplicar la balanza.         


Joan Plaza, despreciado por Florentino. ¿Cometerá el mismo error con Laso?


No obstante la actual temporada madridista deja un regusto amargo, precisamente por la excelencia del juego desplegado meses atrás. Lo cual lleva a plantear un debate que si lo afrontamos de manera sana y con la conveniente higiene mental que se debe tener a la hora de hablar de deporte no negamos que puede resultar interesante. Debate que busca poner en entredicho, según algunos, la importancia de lo que se haga durante la temporada, liga regular y liguillas varias, y dar toda la trascendencia a las finales. En nuestra opinión, y este es un concepto vital que va más allá del baloncesto, tan importante es la meta como el camino. Es más, incluso podríamos llegar a afirmar que importa más lo segundo, ya que la meta es el fin, la conclusión, la última parada tras la cual ya sólo asoma el vacío, pero el verdadero disfrute se produce durante el camino. Sucede con el mundo del deporte que hay una perversión resultadista que prevalece sobre el trabajo (sin darse cuenta de que en realidad el resultado no es si no fruto de dicho trabajo), la cual impide valorar la alegría del momento o la espectacularidad del paisaje. Y el paisaje que nos ha acompañado a los madridistas durante la temporada es realmente inmejorable. Es comprensible que quien se haya acercado a este equipo únicamente durante el fin de semana de la Final Four en Milán, o en estos pasados días de las finales ACB, se haya sentido decepcionado y se plantee la validez de la propuesta de Pablo Laso. Sin embargo quien haya visto (y disfrutado) el juego madridista desde el comienzo de la temporada (diría más, desde el comienzo de la temporada 2011-2012, la primera con el vitoriano en el banquillo), lleva en sus alforjas un bagaje emocional baloncestístico muy distinto (y evidentemente superior) que el del aficionado incapaz de perder un segundo de su tiempo viendo un partido de liga regular. Al final hemos sucumbido al Síndrome de Stendhal. Un arrebato melancólico por la belleza nihilista y presunta futilidad que ha manejado a este equipo. Llegados por tanto a un punto en el que el valor estético lo envuelve todo. Como siempre en la vida, se trata de elegir las opciones, y el baloncesto-arte es una de ellas. Nos aferramos a ello precisamente ahora, cuando más bofetadas nos dan y la silla del arquitecto de este equipo para mí ya inolvidable se tambalea. Todas las opiniones son respetables, por eso urge levantar la voz para reclamar respeto por la propia, aunque uno no puede sentir evitar ese pesimismo al que le condena el trato reciente del club hacia su sección de baloncesto. Ahora que hemos escalado tanto van a volver a ponernos al comienzo de la montaña. 

Hay un pensamiento tópico y generalizado (y como todos los tópicos, tiene gran parte de falsedad) que dice que ganar es lo único que importa y que nadie se acuerda ni de los subcampeones ni los segundos clasificados. Es decir, sólo manda el resultado. No hay más que echar un vistazo a la historia universal del deporte, sus grandes mitos y hazañas, para darnos cuenta de la irrelevancia de ese argumento. Uno de los ejemplos más conocidos lo podemos encontrar dentro del deporte rey, el fútbol, y uno de los equipos más recordados de todos los tiempos. La Holanda de los años 70, que pasó a la historia con el apelativo de La Naranja Mecánica, contando en sus filas con jugadores como Neeskens, Jansen o Van Hanegem  y sobre todo un flaco esteta de pies alados llamado Johan Cruyff, cuya espigada figura sobre el verde césped evoca auténtico caviar futbolístico para el aficionado. Era un grupo de jugadores que llegaba a los terrenos de juego con tintes revolucionarios, los que pregonaba su líder espiritual desde el banquillo, Rinus Michels, quien hablaba de “fútbol total” y afinaba una orquesta en la que las individualidades se ponían al servicio del colectivo. Aquel equipo legendario maravilló al planeta, pero nunca los vimos levantar ningún título. Cuando llegaban las finales aparecía la Alemania, Checoslovaquia o Argentina de turno para privarles de ver compensada su excelencia en el juego con el brillo refulgente de alguna copa. A efectos meramente resultadistas su nombre no debería figurar en los libros de historia, a diferencia de por ejemplo la Grecia del 2004 campeona de Europa en Portugal. Dudo mucho que haya un solo aficionado que no recuerde y valore más la Holanda de los 70 que la  Grecia del 2004. Sin salirnos del fútbol, en Europa aún se recuerdan las andanzas continentales del Real Madrid de La Quinta del Buitre, especialmente aquella maravillosa temporada en la que eliminaron primeramente al Nápoles de Giordano, Careca y Maradona, posteriormente al Oporto, vigente campeón de Europa por entonces con Madjer y Rui Barros (Futre acababa de enrolarse en las filas rojiblancas del Atlético de Madrid), y más tarde al Bayern Munich de Matthaus, Augenthaler, Hughes, Brehme, y aquel extraordinario guardameta belga que era Jean Marie Pfaff. Proeza tras proeza para finalmente nunca levantar la “orejona”. El PSV de Guus Hiddink que no ganó un partido desde cuartos de final fue el campeón de aquella edición. El título fue para el equipo holandés, pero el fútbol lo puso el Real Madrid.       


Fuego Naranja


El anhelado cetro europeo fue algo que nunca pudieron conseguir, y volvemos ahora al baloncesto, jugadores irrepetibles como Solozabal, Epi, Jiménez o Norris. Aquel Barcelona de Aíto García Reneses era uno de los equipos que mejor baloncesto practicaba a finales de los 80 y principios de los 90. Nunca conquistó Europa, pero si se ganaron un lugar en la memoria de los buenos aficionados, cosa que no se puede decir del Limoges de Bozidar Maljkovic, campeón continental en 1993 y del que si nos acordamos es para recordar el tipo de baloncesto que no deseamos volver a ver en las canchas. Y como no recordar más recientemente dentro de la mejor liga del baloncesto del mundo a equipos maravillosos como los Warriors de Don Nelson, los Kings de Rick Adelman, o los Suns de Mike D’Antoni. Nunca les vimos siquiera jugar unas finales por el título, pero se ganaban aficionados en todo el globo terráqueo. Piensen incluso en una franquicia campeona y ganadora como San Antonio Spurs, a la que se pone como modelo y ejemplo de trabajo bien hecho gracias a sus cinco anillos conseguidos en la era Popovich. Sí, han sido cinco anillos, pero han necesitado casi 20 años para ganarlos, pasando nada menos que siete temporadas desde su anterior título hasta el actual. Años en los que incluso los vimos caer en alguna ocasión en primera ronda de play offs. Pero siguieron confiando en su entrenador, en su bloque y en sus jugadores veteranos. Porque podían ganar o perder partidos, pero había una cosa que no estaban dispuestos a abandonar: su identidad. 


Una identidad que al Real Madrid le ha costado muchos años encontrar. Depende ahora de sus directivos y mandamases, y sobre todo del mandamás supremo, mantener esa identidad una vez que han encontrado un camino ganador o volver a dar palos de ciego y cometer viejos errores del pasado reciente. Creo que la mayoría de aficionados tenemos claro lo que queremos, pero ya sabemos que nuestra opinión, a los de la poltrona, poco les importa.    

En definitiva, términos como los del “éxito” y el “fracaso” (que al fin y al cabo son dos impostores, como Ruyard Kipling afirmaba en su célebre poema “If”), no dejan de ser relativos y nunca absolutos. Ganar títulos es importante, y habrá quien piense de hecho que es lo más importante. Pero existen muchos tipos de victorias. Victorias en el día a día que van ligadas a aspectos anímicos, sentimentales o estéticos, bien juntos o por separado. En ese sentido pocos entrenadores han sido más ganadores que Pablo Laso en la historia del baloncesto madridista. La sonrisa que se dibuja en el rostro de los aficionados que acuden al Palacio de Los Deportes de la comunidad madrileña es su mayor victoria.   


San Antonio Spurs, modelo de estabilidad también en la derrota y ejemplo en el que mirarse.

viernes, 27 de junio de 2014

LA GRAN PELEA


Laso, versión enfurecida del profesor Charles Xavier


Y se acabó. Decimos adiós a otra temporada de baloncesto ACB que nos dejó por momentos grandísimos episodios de baloncesto (con Real Madrid, Valencia, y Fiatc Joventut, personalmente como los equipos al que mejor juego he visto hacer, siempre dentro de mi gusto personal y subjetivo) El Barcelona se alza con el cetro liguero que perdiera la pasada temporada, y capitula el curso baloncestístico con un último partido en el que por fin hubo la igualdad y emoción deseadas.

Y eso que el Barcelona marcó el ritmo y mandó desde el principio, excepto un 0-3 inicial de Rudy, el resto del minutaje el equipo de Pascual estuvo arriba, sin llegar al nivel de excelencia en el tiro del tercer partido (aún así fantástico 47%, 9 de 19, anoche), llegando a alcanzar diferencias por encima de los 10 puntos en algunos momentos del segundo y tercer cuarto. Pero este Real Madrid ha recuperado un corazón de campeón que hacía muchos años que había perdido y se dejó la piel para evitar el KO, llegando incluso a empatar el partido a 76 a falta de un minuto, gracias a un Niko Mirotic asumiendo por fin el liderazgo necesario para encarar el aro rival y martirizar a un Lampe que se veía muy inferior en su defensa. Pero fue precisamente el jugador polaco quien se vistió de héroe para deshacer el empate con un triple a 21 segundos del final. Maciej Lampe, quien fuera apuesta de futuro del Real Madrid cuando aún era una promesa adolescente, tuvo cumplida venganza sobre el club blanco (por no hablar de Oleson, jugador fichado que nunca llegaría a debutar como madridista debido al desprecio demostrado por Messina hacia su figura, o Tomic, quien vendió sus servicios al eterno rival cuando el Madrid no accedió a sus elevadas pretensiones económicas, cosa si hicieron los azulgranas) Muchas cuentas pendientes que se cobraron ayer algunos jugadores. Sergio Rodríguez, errático y perjudicial para su equipo toda la serie falló su intento posterior de equilibrar el marcador, y el partido se convirtió en el típico carrusel de tiros libres, triples a la desesperada y tiempos muertos, sin que el Barcelona cediese un mando justamente trabajado. Enhorabuena. 

El partido nos deja un buen número de detalles. Pelea, intensidad, garra, un Madrid indomable pese a las circunstancias en contra, mayormente ejemplificadas en el estado físico de sus jugadores, y hasta en un Pablo Laso capaz de levantarse de su silla de ruedas para protestar airadamente a los árbitros, lo que le costó su descalificación del encuentro. Y un Barcelona que ha encontrado su mejor nivel de juego en el momento de las finales. Ojo a este dato, el Barcelona ha lanzado nada menos que 100 triples durante estas series finales (25 por partido) y ha anotado 44. Una burrada, 44% durante cuatro partidos que deciden un título. El Madrid ha lanzado sensiblemente menos (83) y anotado muchísimo menos también (25) Curioso. Una de las mayores armas del Real Madrid durante toda la temporada, y por lo que a veces ha sido incluso criticado por sus detractores (el abuso del juego exterior), ha sido finalmente el elemento clave para el título liguero azulgrana. Xavi Pascual se ha “lasizado”, por así decirlo, permitiendo a sus jugadores una libertad absoluta a la hora de mirar el aro y de realizar posesiones cortas, lo que se ha traducido en una gran confianza en todos sus jugadores, no sólo los habituales protagonistas, si no “secundarios” como Nachbar (su mejor baloncesto lo ha dado en estos partidos) o Lampe, clave cada vez que ha mirado aro. Tampoco podemos olvidarnos de Ante Tomic, absoluto dominador de la pintura y demostrando que su inteligencia baloncestísca no para de crecer (admirable su manera de repartir juego desde la “bombilla”), sus 12.2 puntos, 8 rebotes y 1.5 asistencias por partido bien podían haberle valido el MVP de las finales, galardón que se lleva finalmente ese devorador de títulos, individuales y colectivos llamado Juan Carlos Navarro, el rey que nunca abdica.    

Y si el partido nos deja muchas cosas, la temporada muchísimas más. Ya hablaremos de ello, pero hay que recordar que el Madrid ha realizado un grandísimo curso baloncestístico, con un juego que ha maravillado a toda Europa y obtenido el reconocimiento de todo el mundo de la canasta, incluyendo a un Xavi Pascual que como decimos ha otorgado a sus jugadores una mayor libertad en estas finales y ha apostado por un ritmo alto de ataque, buscando el aro rival en cuanto hubiera la mínima posibilidad de tiro. El regusto final es amargo, la Supercopa y Copa parecen escaso premio para un equipo que ha hecho el mejor baloncesto visto en años en Europa, pero el aficionado no puede olvidar todo lo que ha disfrutado con el juego de los jugadores de Laso, tanto el seguidor imparcial, como (y sobre todo) el madridista que ha llenado el Palacio de Los Deportes jornada tras jornada o se ha maravillado delante de la pantalla del televisor con los festines oficiados por un equipo simplemente espectacular. Que nadie nos quite lo que hemos disfrutado, a pesar de mucho amargado que sólo se acerca a este deporte cuando huele la posibilidad de ganar algún título (y más si es frente al Barcelona) pero el resto del año no mira ni un partido. Se oyen ya rumores de una patada en el culo de Florentino Pérez a Laso, ese técnico al que abrazaba y jaleaba cuando le regalaba unos títulos que hacía mucho tiempo que en la sección de baloncesto del club blanco no se veían (hay que remontarse a principios de los años 90, entre los años 1993 y 1995 para recordar a un Real Madrid que durante tres años seguidos ganase títulos, casi 20 años sin volver a vivir un ciclo ganador) Es fascinante la capacidad del presidente madridista para destrozar cualquier proyecto que funcione por sus estúpidos deseos megalómanos. Él pone el dinero, y como un niño mimado se cree en el derecho de romper el juguete cuando deja de hacerle gracia. Una pena que los sufridores aficionados madridistas tengamos que ver como en este club no se apuesta de una manera sana por el baloncesto, dejando trabajar a la gente que sabe y a la gente de la casa.  


Enhorabuena al Barcelona y a Xavi Pascual por un fantástico triunfo liguero. Gracias al Real Madrid y a Pablo Laso por regalarnos un juego tan maravilloso que nos ha alegrado la mayor parte de la temporada.       


Navarro lo ha vuelto a hacer.

jueves, 26 de junio de 2014

CALDERON KNICKERBOCKER


Calderón defendido por quien puede ser su nuevo entrenador, Derek Fisher.


“El rumor es la antesala de la noticia”, que decía José María García. Pues bien, aunque en la NBA la profusión de rumores es habitual y la gran mayoría no llegan a convertirse en noticias (más bien, la mayoría de negociaciones no acaban en firma), la posibilidad de José Calderón envuelto en un traspaso con destino a Nueva York ya es una realidad. El extremeño pone rumbo a La Gran Manzana, el mayor mercado baloncestístico del mundo, junto a Samuel Dalembert y dos segundas rondas del draft, y a cambio de Raymond Felton y Tyson Chandler, pívot que ganó el anillo con los Mavericks en 2011 y que parecía una de las prioridades de la franquicia de Mark Cuban, el reforzar el juego interior. Es la primera gran operación de Phil Jackson como nuevo general manager de los Knicks.


La noticia, en principio, parece positiva para la carrera de Calderón. Pero por otro lado no me gustan los visos que está tomando dicha carrera, incapaz de asentarse en ninguna plaza, y con el peligro de que el jugador comience a convertirse en habitual moneda de cambio de traspasos. Después de siete temporadas completas en Toronto, en la octava le vimos vestir la camiseta de Detroit Pistons, para la temporada siguiente hacer lo propio con la de Dallas, y ahora enfilar hacia Nueva York. En el transcurso de apenas dos años le hemos visto pasar ya por cuatro franquicias distintas. No es el primer español en recalar en el Madison Square Garden, templo universal de la canasta. Sergio Rodríguez en Febrero de 2010 también llegó a Nueva York vía traspaso, donde dentro de una agitada y nada consolidada carrera al menos con la elástica knickerbocker hizo algunos de sus mejores partidos NBA. El caso de Calderón es distinto. Llega con vitola de base titular (su competencia en el puesto a día de hoy serían Beno Urdí y su ex –compañero en Vitoria Pablo Prigioni) y con una merecida fama de base sobrio y eficiente, capaz de recuperar su mejor juego a las órdenes de un entrenador que fuera base mítico hasta hace bien poco como Derek Fisher. Ese mejor juego que no pudo demostrar en Dallas, donde Rick Carlisle le convirtió prácticamente en un especialista triplista por encima de director de juego (sólo 4.7 asistencias por partido, su peor promedio desde su año rookie, muy por debajo de las 8.9 que llegó a promediar en sus dos mejores temporadas como raptor) Es cierto que nuestro base internacional es uno de los mejores tiradores exteriores de la liga estadounidense a día de hoy, capaz de garantizar un éxito por encima del 40% desde la distancia más letal, pero nos gustaría verle recuperar su versión de director de orquesta. Veremos si su llegada es la primera piedra del nuevo proyecto neoyoquino bajo la dirección maestra de Phil Jackson, o es simplemente una estación de paso y es utilizado como moneda de cambio de aquí al comienzo del curso NBA. Lo cierto es que con los Knicks nunca se sabe.    


miércoles, 25 de junio de 2014

LA MATANZA DEL DÍA DE SAN JUAN


Los dos grandes mitos del Palau


El 14 de Febrero de 1929 los Estados Unidos de los “roaring twenties” (expresión con la que se designa aquella década especialmente tumultuosa y violenta en el país de las barras y estrellas) vivieron uno de sus episodios más célebres y sanguinarios con la matanza ordenada por Alfonso Capone contra la banda de “Bugsy” Moran. Ayer, día de San Juan, el “capo” Xavi Pascual ordenó una masacre similar pero cambiando las ametralladoras por demoledores y salvajes triples, absolutamente insalvables para la banda de Pablo Laso. El sanguinario Jack “Machine Gun” McGurn, pistolero a cargo de Capone en aquella matanza, encontró su reencarnación en un Juan Carlos Navarro que celebró su santo realizando uno de esos encuentros a la altura de su historia y que hacía tiempo que no le veíamos en un partido grande. Buenas noticias, por otro lado, de cara a las aspiraciones mundialistas de nuestra selección dentro de unos meses. 

En efecto, el capitán azulgrana dio un paso al frente para poner en franquía un nuevo título azulgrana y recuperar el cetro liguero tras una temporada agridulce en el club culé. Xavi Pascual, el criticado Xavi Pascual, siempre acaba levantando algún título, y parece que este año no quiere faltar a la tradición. Tarde de fiesta en un Palau que homenajeaba a su capitán, quien batía el record de partidos jugados en play offs superando a Rafa Jofresa. Por si fuera poco, durante el choque se convertía en el máximo anotador histórico en play offs ACB con la camiseta azulgrana por delante de nada menos que el otro San Juan mito de los santorales culés: Juan Antonio San Epifanio, Epi. No hace falta decir nada más.

Navarro, como decimos, avisó desde el principio, las dos primeras canastas, limpias y desde la media distancia llevaron su firma. Como la seda. Pero pronto empezaría el auténtico vendaval azulgrana desde el 6.75, con Nachbar como primer protagonista (vaya finales las suyas), enfrente el Madrid jugaba con paciencia buscando a un eficiente Bourousis, pero poco podían hacer frente a un rival que lo encestaba todo. 31 puntos firmaba el equipo local al término del primer cuarto, y parecían pocos vista su desorbitada eficacia exterior.    

El partido respondió a lo visto en los dos encuentros anteriores. El equipo que marca el inicio de salida y coge las primeras rentas obliga al rival a remar contracorriente, algo que a estas alturas de temporada cuesta un mundo. El Real Madrid no dio en ningún momento sensación de tener opciones. Sólo en los minutos finales del segundo cuarto, con dos ataques en los que perdía por 6 y 7 puntos respectivamente y malogrados ambos por un desafortunado Sergio Rodríguez, se pudo hablar de los madridistas metidos en el partido. No aprovecharon esos momentos y el Barcelona volvió a castigar desde el triple, como no, apareciendo Lampe, otro que se sumaba a la fiesta, con dos canastas desde esa distancia, que unidas a un alley-hoop de Huertas con Dorsey dejaba el marcador en un concluyente 52-40 para los barcelonistas. 

Tras el descanso simplemente no hubo partido. El Barcelona siguió con su festival y con otros dos triples consecutivos puso la máxima diferencia en el electrónico. Si el Real Madrid albergaba alguna esperanza de recortar diferencias con una buena salida tras el paso por vestuarios esos dos puñales las arrancaron de cuajo. Sin rival, lo único que quedaba era maravillarse ante una exhibición de tiro histórica, con 16 triples que suponen el record en play offs ACB desde la distancia. 16 de 28, un inmenso 57%, pero es que hubo momentos en que llegaron a estar en un 80% (8 de 10), y en varias ocasiones por encima del 70%.   

El Real Madrid, contra las cuerdas, obligado a ganar dos partidos consecutivos a su máximo rival. El primero de ellos en un Palau que ya huele la sangre. Al equipo blanco le puede costar levantarse más que a su propio técnico, Pablo Laso, dolido y lesionado con su tendón de Aquiles roto y quien tuvo que comparecer en silla de ruedas al partido de ayer. Una dolorosa metáfora del estado en el que se encuentra el equipo que maravillase a toda Europa hace tan sólo unos meses: roto. 



lunes, 23 de junio de 2014

EL REAL MADRID RECUPERA LA DEFENSA


La conexión Chacho-Mejri, clave para el Madrid.


El Real Madrid recupera la defensa. La defensa como aspecto del juego, indispensable para un equipo que busca correr y utiliza el contraataque como una de sus principales armas, y la defensa por el título de campeón liguero que actualmente ostenta. Otra derrota en el Palacio hubiera significado prácticamente el campeonato para el Barcelona salvo mayúscula debacle. Aún así los de Xavi Pascual, después de romper el factor cancha en el primer partido, siguen siendo ligeramente favoritos. 

En efecto, volver a dejar a su rival por debajo de los 80 puntos parecía una de las grandes asignaturas pendientes para los de Laso, habituado a recibir ingentes cantidades anotadoras por parte de los contrarios en sus últimos encuentros. Una laxitud defensiva que se hacía más evidente en el juego interior, donde Salah Mejri aparece ahora como el elemento más valioso a la hora de cerrar su aro. El tunecino tuvo una notable actuación en el segundo partido de la serie (11 puntos, 7 rebotes y 2 tapones), pero sobre todo se convirtió en el deseado “anti-Tomic” que buscaban los blancos. Si en el anterior choque el croata había dado toda una exhibición en esta ocasión se quedó en unos discretos 4 puntos, 6 rebotes y 2 asistencias. El baloncesto se basa en plantear y resolver problemas. Laso parece haber resuelto el que le originaba la presencia de Tomic en la pintura, veremos cual es el próximo movimiento de Pascual para volver a intentar sacar provecho de lo que parecía una evidente superioridad azulgrana en el juego interior.

El partido no ofreció las alegrías ofensivas del primer choque, con un Madrid muy serio en defensa que pronto se hizo con un mando en el marcador que ya cedería en ningún momento. Darden fue el primero en ver aro con facilidad, y los locales alcanzaban sus primeras e importantes ventajas. 20-8, tras muy buenos minutos en ataque de Bourousis. El griego tendría relevo en un excelente Mejri y el equipo de Laso dejaba claro al final del primer cuarto que habían aprendido la lección recibida dos días antes (24-14) 

Mejri fue el nombre propio del segundo cuarto (8 puntos y 6 rebotes en este periodo), aprovechando la conexión con el clarividente Sergio Rodríguez. El Barcelona se mantenía en el partido gracias al juego exterior (gran partido de Oleson) y alguna aparición esporádica por dentro de Tomic o Dorsey, pero al descanso el equipo blanco seguiría mandando por 10 (40-30) 

Parecía encarrilar el conjunto de Laso el encuentro en un tercer cuarto liderado por Rudy Fernández, que ponía 15 puntos de ventaja en el luminoso
(54-39) antes de lesionarse en el pie, ausencia que aprovecharía el Barcelona para meterse en el partido con un parcial de 2-12. Dos tiros libres de Bourousis cerraban el citado parcial y evitaban mayor sangre. El Real Madrid afrontaba el último acto siete arriba, 58-51. No estaba decidido, pero la ventaja aún era tranquilizadora. 


Brad Oleson seguía siendo el mejor culé, y un triple suyo al inicio del cuarto volvía a estrechar el marcador a cuatro puntos, pero Carroll y el Chacho sacaron el fusil y desde el triple ametrallaron el aro rival, para poner el partido doce arriba (69-57) Oleson seguía tirando del carro azulgrana para intentar una remontada que no llegaría. Con el recuperado Rudy, y la presencia de Mejri, más la habitual sobriedad de Felipe Reyes, el Real Madrid, en esta ocasión muy superior en la lucha por el rebote (42 a 32) supo cerrar el partido e igualar unas finales que les obligan a vaciarse sobre la pista en un final de temporada en el que las fuerzas, volvemos a insistir en ello, están muy justas. Con Slaughter renqueante, Draper recién regresado de la lesión y sin ritmo de competición (apenas unos segundos el sábado), y los más preocupante, la absoluta desconexión de Nikola Mirotic, el Madrid necesita de la mejor versión de su guardia pretoriana nacional (Felipe, Rudy y ambos sergios) para tener opciones. Mejri se suma a la causa, pero aún habrá otros nombres propios que todavía no han brillado especialmente en estas series y nos veremos obligados a hablar de ellos. El martes, a las 19:15, el tercer episodio. 

viernes, 20 de junio de 2014

NADA EN LA RESERVA



Así daba la sensación de que llegaban Real Madrid y Barcelona a estas finales ACB de Liga Endesa, sin nada en la reserva después de otra temporada larga casi al nivel de una franquicia NBA, tanto que incluso Felipe Reyes llegó a aprovechar la presentación de estas series finales para expresar su descontento por el calendario al nuevo presidente de la ACB, Francisco Roca (una queja muy lícita, pero que debería ampliar también a los mandamases de Euroliga)  

Con la sombra de la duda sobre el estado físico de los jugadores dentro de las finales, podía existir la expectativa de encontrarnos con una serie de partidos de nivel bajo, dentro de las posibilidades de los dos mejores equipos de nuestro baloncesto. El primer encuentro ha despejado de un sonoro golpe todos los miedos. Nuestros dos gigantes volvieron a ofrecer un espectáculo baloncestístico de primer orden en el que el Barcelona demostró llegar más entero a estas finales (y hablando de franqucias NBA, recordemos que los de Pascual cuentan con una plantilla de 15 jugadores, al estilo de los clubes estadounidenses, lo que les ha permitido dosificar mejor a sus hombres)   

La autoridad azulgrana desde el salto inicial fue incontestable, con un Bostjan Nachbar en estado de gracia. El esloveno es uno de los jugadores con la calidad más contrastada que han llegado esta temporada a nuestro baloncesto, y en pocas ocasiones ha dado su auténtico nivel. Malas noticias para los de Laso que decida despertar en las finales. Los puntos del ex –NBA, desde el exterior o penetrando, sirvieron para abrir pronto brecha en el marcador (9-20) a favor de un conjunto azulgrana al que no descompuso ni la parada obligada por el apagón en el Palacio debido a la inmensa tormenta acaecida en el centro de Madrid anoche, y cuando el primer tiro no entraba ahí estaba un excelso Ante Tomic (absolutamente imparable con 17 puntos, 11 rebotes y 2 asistencias, el hombre clave del partido) haciendo daño con el rebote ofensivo. Visto lo visto en los primeros minutos, que el Real Madrid perdiese sólo de 7 puntos al sonar la bocina de fin del primer cuarto parecía un buen resultado para los blancos.     


Abrines sacó la metralleta.


Una vez más el banquillo madridista sostuvo a su equipo, encarnado en Sergio Rodríguez, Felipe Reyes y un Jaycee Carroll recuperando su magia anotadora. Los blancos llegaron a empatar a 27 mediando el segundo periodo, pero este Barcelona no se descompone, y apareció el tiro exterior (Navarro y Abrines) para volver a estirar el marcador con un parcial de 4-16. Doce puntos arriba que se quedaron en cuatro al descanso, con otro parcial, ahora blanco (buenos minutos de Rudy) de 13-5 que dejaba el marcador en un ajustado 44-48. Un gran Barcelona sólo sacaba dos canastas de ventaja a la hora de encarar los vestuarios, pero su sensación era de manifiesta superioridad, sobre todo dentro de la zona y en el rebote.

En el tercer cuarto el Madrid haría su mejor baloncesto del partido, y quizás de todos los play offs. Volvían a recuperar el rebote, y eso les aseguraba volver a correr. Si no hay defensa y rebote no puede haber contrataque, el arma favorita de Laso. Los blancos llegaron a anotar 29 puntos en este periodo, en el que pudieron haber hecho mucho daño. Con 73-68 tuvieron al menos un par de ataques para haber estirado la renta a siete puntos, no lo aprovecharon y un mate de Dorsey en el suspiro final del acto lo dejaba todo igualado de nuevo, 73-70. De haber podido entrar en el cuarto definitivo 7 arriba lo hacían con sólo 3 de ventaja. Todo ello nos dejaba un último periodo emocionante e igualado, con el partido en el alambre y un constante balanceo en el marcador sin que ningún equipo tuviese el mando definitivo. A poco de más siete minutos para el final Rudy ponía el 80-76, no volvería a disponer su equipo de tanta ventaja en el electrónico desde ese momento hasta el final. En el toma y daca final los blancos mostraron peores sensaciones, cansancio, y fruto de ello precipitación, la que no tuvo el Barcelona que seguía buscando a Tomic, quien con un alley-hoop a pase de Oleson ponía de nuevo por delante a los azulgrana (82-83, mediado el cuarto) Ya nunca abandonarían la delantera. A falta de poco más de un minuto la ventaja de los de Pascual era de cinco puntos, aprovechando los tiros libres de un infalible Navarro. Bourousis falló el lanzamiento clave que hubiera vuelto a meter a los suyos en el partido, un triple desde la esquina librado, sin oposición. No era mala opción, pero el balón no entró y Navarro siguió sentenciando desde la línea de personal. 93-98. Curiosamente el mismo marcador del primer partido de semifinales del equipo madridista frente al Unicaja, sólo que esta vez en su contra. 


El Barcelona golpea primero y voltea el factor cancha frente a un Real Madrid que necesita ahora ganar tres partidos en cuatro intentos ante su rival. Un rival que pese a las limitaciones físicas propias del final de temporada parece tener mejores piernas y cabeza (ambas cosas de hecho suelen ir unidas en el deporte de alta competición) Realmente complicado. El criticado Pascual apunta a volver a levantar un título esta temporada, algo que ya es tradición, y recuperar el cetro liguero. El Real Madrid ha hecho una temporada sublime, saldada en títulos con la Supercopa y Copa del Rey y con la buena imagen dada en Euroliga donde repiten subcampeonato. Pero la pueden finalizar con un regusto realmente amargo. Y al bueno de Pablo Laso, ya saben, hasta en el carnet de identidad le van a dar.     


El Madrid no encuentra como frenar a Tomic.

martes, 17 de junio de 2014

LOS VIEJOS NUEVOS SPURS





San Antonio Spurs vuelve a reinar en la NBA. Es su quinto anillo de campeón, y llega 18 años después de que Gregg Popovich se hiciese cargo de la dirección del equipo desde el banquillo, 17 desde que Tim Duncan se enfundase la elástica tejana tras ser elegido en el número 1 del draft de 1997, 15 desde que ganaran su primer campeonato y 7 desde que se alzarán con el último.

Son los viejos Spurs, los de siempre. Los de Popovich, Duncan, Parker y Ginobili. Los de la química del vestuario, los del colectivo por encima de las individuales. Pero son los nuevos Spurs. Los de Kawhi Leonard, MVP de unas finales con tan sólo 22 años (sólo “Magic” Johnson le supera en precocidad en ese aspecto), los de una ONU baloncestística donde todos aportan, y los de uno de los mejores juegos ofensivos del planeta. La evolución es clara. Si en 1999 San Antonio inauguraba su dinastía derrotando en unas plomizas finales a los New York Knicks del ahora comentarista Jeff Van Gundy anotando 424 puntos en 5 partidos (una media de 84.8 por encuentro), 15 años después, igualmente en 5 partidos, han acumulado una cifra de 526, 20 puntos más por partido (105.2 de media) 

¿Cómo era el mundo en 1999? El convulso siglo XX, el de las dos grandes guerras mundiales, llegaba a su fin. Se cernía la amenaza tecnológica del “efecto 2000” que finalmente no fue tal. En España aún pagábamos con pesetas. El saxofonista Bill Clinton ocupaba la Casa Blanca, y el Cid Campeador Aznar hacía lo propio en La Moncloa. Por supuesto, Jordi Hurtado conducía “Saber y Ganar”. En los cines, la saga “Star Wars” reventaba las taquillas con la primera de sus precuelas, Bruce Willis trataba de ayudar a un niño que en ocasiones veía muertos, “American Pie” volvía a poner de moda el sub-género de las comedias universitarias y “American Beauty” arrasaba en los Oscars de Hollyood. Britney Spears y Backstreet Boys arrasaban en los charts musicales (Justin Bieber tenía 5 añitos) Haciendo un guiño a Eduardo Galeano y su magnífico ensayo “El fútbol a sol y sombra”, podríamos decir también aquello de que “fuentes bien informadas desde Miami avisaban de una inminente caída del régimen de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuestión de horas”. Siguiendo en Miami, los Heat contaban con once años de vida tan solo en aquel año de 1999, y a pesar de eso ya eran habitual equipo de play offs, liderados por jugadores como Tim Hardaway y Alonzo Mourning. En la mejor liga de baloncesto del mundo, Jordan se había tomado se segundo descanso, y todavía podíamos disfrutar de los últimos años de leyendas como Charles Barkley y Hakeem Olajuwom. El desaparecido Fernando Martín seguía siendo por entonces el único español en haber jugado en la NBA, y ni locos podíamos imaginar hasta donde iba a llegar nuestro baloncesto en unos pocos años. 

Y aquí están, quince años después, de nuevo en lo más alto. Si aquel 1999 Tim Duncan asumía el liderazgo como relevo de un David Robinson quien se retiraría cuatro temporadas más tarde, ahora es Kawhi Leonard quien adquiere los galones. Ejemplo del ojo clínico en los despachos de San Antonio, fue seleccionado en el número 15 de la primera ronda del draft de 2011, posición que correspondía a Indiana pero que tras la operación que dio con George Hill en los Pacers pasa a ser de los Spurs. Hay que recordar que por delante de Leonard salieron jugadores que están muy lejos todavía de haber triunfado en la NBA, como Jan Vesely o Bismack Biyombo. Acertaron con este alero con cierto aire de “all around player” que pudiera evocar lejanamente a un Scottie Pippen del siglo XXI. Muy discreto en los dos primeros partidos (9 puntos y 2 rebotes en cada uno de ellos)  jugados en San Antonio, ha sido el hombre clave para las tres victorias consecutivas que han acabado dando el título a los de Popovich, promediando 23,6 puntos, 10 rebotes, 2 asistencias, 2 robos y 2 tapones por noche. Mucho más que un “Anti-LeBron”. 

Miami acudía al quinto partido intentando remedar las costuras de un traje de campeón hecho trizas. Como el Príncipe Oberyn en “Juego de Tronos” habían anunciado a través de las redes sociales que el domingo no era el día en que morían, trasladando a los aficionados la esperanza de alargar la serie. Y parecían cumplir su amenaza jugando su mejor cuarto de las finales. Serios en defensa y con un gran LeBron (17 puntos en este acto), los Heat se comportaban por fin como el ganador de los últimos títulos NBA. A ello se sumaba el desacierto Spur personificado en jugadores como Parker o Duncan, fallando algunos tiros abiertos sin demasiada oposición, ¿iban a volver a sufrir vértigo a las alturas, tras llegar tan arriba, y dejar pasar otra ocasión como la pasada temporada?, para revivir viejos fantasmas Spoelstra ponía además de inicio a Ray Allen en detrimento de un muy señalado Mario Chalmers. Sin base y sin pívot, pero eran los mejores momentos de Miami en toda la serie. 29-22 hasta que sonó la bocina. 

Cuatro puntos consecutivos de, quien si no, Kawhi Leonard, estrechaban el marcador para que los de Popovich comenzasen a oler sangre en su rival, y eso que Parker seguía fallando para alimentar las esperanzas de unos Heat que abusaban una vez más del exceso de minutaje de sus figuras mientras en San Antonio comenzaba el desfile habitual de jugadores y lo que es más importante, la contribución coral del equipo. El trabajo defensivo de Diaw, la sobriedad de Duncan, y siempre Leonard, daban sus frutos y con un triple del MVP de las finales los locales adquirían la primera ventaja del partido ante la locura de los asistentes al AT&T Center, que intuían el resquebrajamiento moral de sus víctimas. San Antonio ya no volvería a abandonar el liderazgo del partido, estirando el marcador al descanso a siete de diferencia y pasando por encima de Miami a partir del tercer periodo. Sin historia. 

Una pena que unas finales NBA no hayan tenido mayor competitividad y emoción. Soñábamos con un séptimo partido, una fiesta del baloncesto el próximo viernes noche, pero la temporada de San Antonio ha sido tan brillante que no ha dado opción a sus rivales. Popovich ha encontrado la fórmula, después de varios años dosificando a unos jugadores que le dieron la gloria a principios de siglo, y haciendo crecer a un batallón de ilustres secundarios. Esperemos que no se haga demasiada sangre con el gran LeBron James (aunque lo damos por imposible), tengan en cuenta que estos viejos nuevos Spurs han tenido que esperar nada menos que siete años para volver a alcanzar la cima, y finalmente han vuelto. El Rey también lo hará. 

Gloria a San Antonio, respeto para Miami. 




viernes, 13 de junio de 2014

MIAMI SE QUEDA FRÍO


Decepción absoluta. No se puede definir de otra manera lo que han sido los dos partidos de las finales NBA jugados en Miami para quienes esperábamos unas series largas, igualadas y a siete partidos. San Antonio ha pasado por encima de su rival de una manera tan contundente que cuesta pensar que los dos partidos vistos en Florida enfrentasen a los dos mejores equipos de la competición. La era LeBron en los Heat, salvo mayúscula debacle tejana, se saldará de momento con cuatro campeonatos del Este, cuatro finales NBA, y dos anillos de campeón. Es un balance que firmarían el 99% de los equipos en la actualidad, pero que no vale para una franquicia que apostaba por convertirse en una dinastía tiránica que marcase una época. No vale con tener al (le pese a quien pese) mejor jugador del mundo. La diferencia de recursos entre un equipo y otro está siendo tan abismal que debería plantear a Pat Riley la configuración de su equipo, totalmente descompasada en algunas posiciones, especialmente en las de base y pívot, a diferencia de unos Spurs en los que sin renunciar al “baloncesto total” (cualquier jugador puede aportar en cualquier faceta del juego) hay al menos dos jugadores solventes por puesto, de modo que el rendimiento tejano no se resiente esté quien esté en pista. Parte del mérito, claro está, es de Gregg Popovich. El marine ha sabido dosificar de manera tan sabia a su plantilla y darles a todos un rol importante, que vemos cosas tan sangrantes como que el base suplente Patrick Mills (14 puntos en 16 minutos la pasada noche) rinde mucho más que todo un titular de Miami como Mario Chalmers (nuevamente mal, con 4 puntos en 31 minutos)   

Y es que en el cuarto partido, como en el tercero, no hubo más color que el negro de las espuelas. Sin alcanzar los niveles de excelencia del anterior choque, los de Popovich comenzaron marcando las diferencias desde el primer cuarto, 13-4 a los cinco minutos tras un triple de Danny Green. Un gran Chris Bosh reducía las distancias a tres puntos y obligaba a Popovich a pedir tiempo muerto. A partir de ahí la tendencia fue siempre la misma, San Antonio estirando el marcador y LeBron luchando por reducirlo. Demasiado solo. Caso aparte es el de Dwyane Wade, empeñado en estrellarse una y otra vez contra la defensa tejana con penetraciones suicidas y demasiado fáciles para unos ordenados Spurs. Hundió a su equipo. A partir del segundo cuarto las diferencias ya empezarían a estar por encima de la quincena de puntos, y en ningún momento Miami pudo meterse en el partido. No hubo partido. La superioridad Spur fue aplastante, con mejores porcentajes de tiro, moviendo mejor el balón, y mostrando una autoridad incontestable en el rebote. Una paliza en toda regla y una decepción para quienes esperábamos un espectáculo basado en una mayor igualdad de fuerzas. La imagen anecdótica del número 1 del draft de 2007, Greg Oden, casi un ex –jugador de tan sólo 26 años, jugando el último minuto de la basura en el American Airlines Arena ilustra a la perfección cual está siendo el papel de los Heat en estas finales: el de una mera anécdota.   


Los Spurs ya pueden ir pensando en su quinto anillo. Más difícil es pronosticar quien va a ser MVP de las finales, ya que ningún jugador de las espuelas está destacando sobremanera por encima del resto (las dos últimas actuaciones de Kawhi Leonard, no obstante, le otorgan un buen número de papeletas), y sinceramente, no creo que sea motivo de preocupación en el vestuario de San Antonio. Un ejemplo de colectividad para quitarse el sombrero. El sombrero tejano, claro.    


Allen y Chalmers contemplan la debacle.

miércoles, 11 de junio de 2014

RODILLO TEJANO


Exhibición de los Spurs en el tercer partido de las series finales. Como en la temporada pasada, cuando los tejanos deshacían el empate a uno en un espectacular partido en el que arrollaban a sus rivales por una diferencia de 36 puntos. Anoche fueron “sólo” 19 puntos, gracias a que los de Florida se pusieron las pilas tras el descanso, pero la cosa apuntaba a debacle mayúscula. 

Hasta el momento las finales se habían desarrollado dentro de unos parámetros de bastante igualdad, pero con los Spurs dando sensación de tener más recursos, más equipo. Por Miami el “big three” había funcionado bien, además de un gran Ray Allen y un renacido Rashard Lewis. Por San Antonio se instalaba la certeza de que algunos hombres podían y debían dar mucho de sí, especialmente el llamado a ser nueva estrella de los Spurs: Kawhi Leonard. 

Inoperante en defensa y discreto en ataque en los dos primeros encuentros de las series, el alero de Riverside se desquitó anoche con su mejor partido como profesional hasta la fecha, alcanzando su tope anotador con 29 puntos y una soberbia serie de 10 de 13 en tiros de campo, sólo falló 3 de sus 6 intentos triples, sus 7 lanzamientos de 2 acabaron dentro, y en tiros libres se quedó en un notable 6 de 7. Fue la punta de lanza de un ataque tejano en versión rodillo. Los Spurs comenzaron anotando a una media prácticamente de 5 puntos por minuto. Una locura. LeBron salió al rescate para con dos triples seguidos cerrar levemente una herida que sería definitiva. A los de Popovich les salía todo, y un triple sobre la bocina contra tablero de Manu Ginobili cerraba un primer cuarto de videoteca para los tejanos en el que dejaban en su marcador nada menos que 41 puntos anotados en 12 minutos de juego. Un vendaval.

Apretaron en defensa los Heat a partir del segundo cuarto para bajar la anotación visitante a “sólo” 30 puntos, dejando al descanso un espectacular marcador de 71-50 (hay que remontarse a 1987 cuando los Lakers anotaron 75 puntos ante los Celtics para encontrar un equipo que se fuera al descanso con más de 70 puntos anotados al descanso en unas finales). Pero no sólo eso. Había que frotarse los ojos para ver la estadística sobreimpresionada que nos ofrecía la retransmisión televisiva según la cual San Antonio había lanzado con un 76% en tiros de campo. Auténtica ciencia ficción, y máxime si tenemos en cuenta que lo hacían frente a uno de los mejores equipos en defensa del mundo. Pero es que además Miami lo había hecho con un 56%, lo que habitualmente es un magnífico porcentaje de tiro, pero que en esta ocasión le suponía sucumbir por 21 puntos.    

No iban a entregar la cuchara tan pronto los actuales campeones. Lo bueno de cuando te están dando tanta cera que no ves ni por donde te vienen los golpes, es que celebras cualquier mínima reacción y te vienes arriba en cuanto el rival deja de encadenar dos puñetazos seguidos. De modo que dos jugadas de 3 puntos consecutivas (un 2+1 de Wade y un triple de Bosh) encendían las gradas del American Airlines Arena, y eso que aún perdían de 15 puntos. Llegaban los mejores momentos de Miami, que en este tercer cuarto llegaban a recortar diferencias hasta ponerse a 7 puntos (81-74), con Norris Cole, Ray Allen y Chris Andersen aportando desde la segunda unidad. Boris Diaw, quien fue el elemento sorpresa de Popovich saliendo de titular en detrimento de Splitter (buscando el técnico Spur un quinteto de perfil similar al de su rival, sin pívot puro), anotaba la última canasta del tercer cuarto para dejar el marcador en un 86-75 que resultaría suficiente para que el tercer punto viajara a San Antonio. En el último acto Miami siguió intentándolo pero lo máximo que pudo acercarse fue a diez puntos (90-80) tras triple de Ray Allen. Kawhi Leonard volvió a tomar el mando de las operaciones y los últimos minutos fueron finalmente plácidos para los visitantes, que como la temporada pasada se ponen 2-1 y con mejores sensaciones que Miami. Spoelstra tiene mucho que trabajar para que las finales no se le vayan, especialmente en el puesto de base, donde Mario Chalmers comienza a ser señalado tras sus malas actuaciones en estos tres primeros partidos. Si la pasada temporada promedió 10.5 puntos en los siete partidos por el título ante San Antonio, en éstas apenas está anotando tres puntos por encuentro. El jueves noche, más. 


 
Leonard hizo el partido de su vida.


lunes, 9 de junio de 2014

NBA FINALS: GAME 1 & 2


TOO MUCH HEAT FOR THE HEAT 

No deja de resultar paradójico que un equipo apellidado “calor” fuese el más perjudicado de la batalla de la sauna del AT&T Center de San Antonio, donde el auténtico protagonista fue el aire acondicionado, o mejor dicho, la ausencia del mismo por avería, lo que obligó a los jugadores a disputar el choque bajo un calor de más de 30 grados centígrados, pagándolo sobre todo un LeBron James castigado por calambres y prácticamente inmóvil sobre el parquet tras anotar su última canasta (92-94), a partir de ahí coser y cantar para los tejanos, que con un parcial de 16-3 se aseguraron el primer punto de las series finales. 

El partido hasta aquel momento de dolorosa abdicación del King James se había jugado en términos de absoluta igualdad, con ambos equipos utilizando sus mejores armas. Parece que Spoelstra apuesta por Lewis como complemento de Bosh en el falso juego interior de los Heat, circunstancia que Popovich tiene claro como aprovechar. Buscar a Splitter siempre que sea posible. Por no hablar de un Tim Duncan a quien no es necesario buscarle. El baloncesto siempre le encuentra, cada movimiento del mejor cuatro de la historia sobre una cancha de baloncesto es una lección de fundamentos y sobriedad. Con 21 puntos y 10 rebotes empezó a presentar su candidatura para su cuarto MVP de unas finales. Miami, dirigidos por un errático Chalmers (horrible partido el suyo) pronto empezó a ceder la batuta a un LeBron que tardó en entrar en juego pero acabó siendo, una vez más, el mejor de su equipo. A pesar de la igualdad en el marcador los Spurs daban la sensación de ofrecer siempre un poquito más que su rival, cosa que se hizo evidente cuando las segundas unidades de ambos rosters hicieron acto de presencia. El banquillo de San Antonio es superior al de los de Florida, sobre todo si hay por medio un nombre propio como el de Manu Ginobili. El argentino clavó sus tres primeros intentos triples (dos en contrataque, y otro en cuanto recibió un primer pase, y es que en los metódicos Spurs también hay sitio para la inspiración individual y las genialidades anárquicas) Boris Diaw se mostraba como mejor antídoto contra James que Leonard, y el banquillo tejano hacía daño para compensar el mal partido de Danny Green y Kawhi Leonard, quienes sólo aparecieron en los minutos finales y con viento a favor. Pero Spoelstra también encontraba recursos en un Ray Allen jugando a un nivel altisimo (16 puntos, 5 robos y 3 asistencias desde el banquillo) y en un Chris Andersen siempre voluntarioso y efectivo en defensa. 

Y llegó la jugada clave. James había comenzado a dar síntomas de problemas físicos, viendo parte del último cuarto desde el banquillo, lo que aprovechaba San Antonio para tomar pequeñas ventajas en el marcador. Con 90-94 el alero Heat no quiso esperar más a pesar de su estado y volvió a cancha. Anotó fácil en penetración pero tras dejar el balón en las redes tejanas se encendieron todas las alarmas. The King se quedó clavado en la banda. Tuvo que retirarse con la ayuda de sus propios compañeros y de un Spoelstra al que se le venía el mundo encima. El 92-94 con el que dejó el marcador fue su último acto de servicio del partido. Los Spurs arrollaron a partir de ese momento y Green y Leonard, ausentes hasta el momento, se unieron a la fiesta. Marcador abultado y engañoso que no hace justicia a los méritos de uno y otro equipo, pero el primer punto se quedaba en San Antonio.    


El Tío Calambres



NO CABREES AL REY 

La imagen del primer partido, más que la victoria de los Spurs, estaba en el colapso físico sufrido por LeBron, auténtica vitamina para los haters. Hasta Gatorade decidió sumarse al escarnio, haciendo bromas en twitter sobre el problema del alero de Miami. Nunca cabrees a un jugador así. No provoques su ira. No quieras ver su mejor versión. Puede hacerte añicos, puré, papilla. Y es que LeBron dejó una exhibición en el segundo partido de las finales que los asistentes al AT&T Center de San Antonio tardarán en olvidar. 

Todo ello a pesar de fallar sus tres primeros lanzamientos a canasta, en un primer cuarto marcado por la formidable defensa tejana. LeBron se fue al banquillo tras algo más de 9 minutos de juego en los que anotó una canasta de cuatro lanzamientos, capturó un rebote, y perdió tres balones. Pero a partir de ahí se desató la tormenta. En los tres cuartos siguientes anotó 33 puntos, en una serie de 13 de 18, incluyendo los tres lanzamientos triples que intentó. Capturó diez rebotes más para acabar con once, y destrozó por igual a Leonard, Diaw, y cualquiera que se le pusiera por delante. Lanzamientos desde media distancia, triples en llegada, penetraciones. En definitiva dominar un partido de unas finales NBA como no se veía desde el mejor Michael Jordan. 


Del mismo modo que en el primer encuentro, la igualdad fue la tónica dominante del partido, pese a un gran arranque de San Antonio. La consigna de Popovich para los primeros minutos de estos partidos es clara, hacer daño dentro. Sacando el máximo rendimiento a Splitter y disfrutando de la eterna juventud de Tim Duncan (18 puntos y 15 rebotes, 7 de ellos en ataque) Que espectáculo ver a un jugador de 38 años rebañar balones en el aro rival de esta manera. Los locales cerraron el primer cuarto mandando de siete, y comenzaron el segundo alcanzando una máxima diferencia de once puntos (19-30), hasta que LeBron comenzó su exhibición. Bien secundado por un Ray Allen vital para Spoelstra y un Rashard Lewis aspirante a “factor x” de estas finales. Un parcial de 9-0 para Miami estrechó un marcador que ya no conocería grandes ventajas. Los Heat supieron templar mejor los ánimos en los minutos finales, mientras que San Antonio se precipitó con un triple lejano de Ginobili que puso más cerca la victoria visitante. Chris Bosh, tantas veces criticado como la pata más coja del “Big Three” de los de Florida resultó clave con un triple y una asistencia picada dejando completamente solo a un Wade que ponía un 98-93 insalvable para los tejanos. Ginobili estrechó el marcador con un triple sobre la bocina pero los de Spoelstra conseguían su objetivo. Se llevan un punto de sus dos primeros partidos en el AT&T Center, escenario que vivirá como mínimo un quinto partido. Ojala sean siete. El baloncesto lo merece. Y si es para brindarnos espectáculos como el de anoche, más todavía.        


Tuvo su revancha.



TERCER ANIVERSARIO DEL TIRADOR


Pues sí, otro aniversario que celebramos con ustedes, amigos lectores. En realidad nos ha pillado en pleno fin de semana. Y es que el pasado sábado 7 de Junio cumplíamos ya tres años de vida como blog. No está nada mal si tenemos en cuenta que esto no es más que un hobby, que no hay la mínima compensación económica, que la competencia es terrible y hay una ingente cantidad de blogs de esta temática (muchos de ellos con una calidad aplastántamente superior al nuestro), y que nuestro número de lectores es más bien bajo. No somos un blog de referencia, pero seguimos con la ilusión del primer día. A veces pienso que si tuviésemos una línea más dura, polémica, o cizañera, tendríamos visitas a patadas. Ya saben, si llamásemos “losa” a Pablo Laso, atizásemos al entrenador nacional de turno, o nos fijásemos más en los defectos de los mejores jugadores del mundo que en sus muchas virtudes. Pero este no es un blog de “haters”. Aún así, quienes nos siguen, ya saben un poco cual es nuestra “guerra”. Amamos todo el baloncesto y no somos anti-nada, pero por encima de todo preferimos un juego atractivo, rápido, de ritmo alto y ataques predominando sobre las defensas. Y luego están ellos, los jugadores, los grandes protagonistas, que con muchos de ellos no podemos ser objetivos (Ricky Rubio, Felipe Reyes, Pau Gasol… por citar algunos) por todo lo que nos han dado y nos siguen dando. Por toda la magia, pero también la lucha, el coraje, el sacrificio, etc… 

Vayamos con los datos. Tres años de vida. 453 entradas. 67543 visitas. El artículo dedicado a Steve Nash sigue siendo el más visto, con más de mil visitantes, pero me sorprende ver tan arriba entradas en mi opinión más meramente informativas que otra cosa, como un repaso a algunos jugadores de Euroliga o la crónica de una reciente jornada ACB. Personalmente me costaría elegir cuales han sido mis mejores entradas, hay muchas a las que les tengo especial cariño. Cualquiera de las dedicadas a Ricky Rubio, las que glosan los triunfos de nuestra selección, aquella en la que hablábamos de Kevin Love y su conexión con el mundo de la música pop, o las dedicadas al maestro Gonzalo Vázquez. Sea como fuere, gracias a todos los que en algún momento se han asomado a estas páginas. Espero que de una u otra manera hayan disfrutado con la lectura, encontrado una información que buscaban, o se hayan enriquecido con nuestro punto de vista sobre este deporte. 

Y ya saben que nuestro aniversario coincide con el del fallecimiento del genial Drazen Petrovic, quien perdía la vida un 6 de Junio de 1993, en el mejor momento de su carrera, con 29 años y aún mucho baloncesto que regalar. El destino ha querido que en vísperas de nuestro aniversario hayamos conocido otra noticia igualmente luctuosa. Y es que el pasado viernes se dejaba la vida en accidente de tráfico un histórico de nuestro baloncesto como Carlos Montes, el querido “saltamontes”, como le había bautizado la Demencia, ya que con su 1.94 de estatura y siendo un escolta blanco y español sus saltos le hacían ser capaz de machacar el aro. No parece nada reseñable para cualquier chaval que haya crecido viendo a Sergio Llull o Rudy Fernández, pero en la España de los 80 no era fácil encontrar un jugador así. Descanse en paz. 


Y lo dicho (o más bien, lo escrito) Gracias a todos.                 



Basket Mozart 

miércoles, 4 de junio de 2014

SIN LUGAR PARA SORPRESAS


Se cumplen los pronósticos y los cuatro cabezas de serie de la liga regular ya están en semifinales de Liga Endesa. Real Madrid y Barcelona por la vía rápida, a pesar de la buena imagen planteada por el Cai en ambos partidos y el Baskonia en el primero (en el segundo los de Pascual pasaron por encima) Que Unicaja y Gram Canaria fueran a tres partidos parecía lógico, siendo la eliminatoria a priori más igualada, e incluso sorprende la solvencia con la que los de Plaza resolvieron en el tercer partido. Los de Málaga vuelven a semifinales cuatro años después. Joan Plaza ha cumplido. Si resulta un tanto llamativo lo difícil que le ha sido al Valencia meterse entre los cuatro mejores por el título, lo cual engrandece aún más la magnífica campaña del joven Cajasol de Aíto García Reneses. Ganaron el segundo partido y en el definitivo a punto estuvieron de dar la campanada, perdiendo sólo de 3 puntos y teniendo una última posesión para buscar una prórroga que no llegó y dio el pase a un Valencia que ahora se las verá con el Barcelona en lo que se espera sean unas grandísimas series. De modo que no ha habido sorpresas como las de la pasada temporada (con Gran Canaria y Cai eliminando a Baskonia y Valencia respectivamente), pero aún así hay que reconocer que tanto los de Pedro Martínez, como los de José Luis Abós, como sobre todo los de Aíto han hecho una gran temporada y caen con total dignidad en cuartos de final. No podemos decir lo mismo del conjunto vitoriano del Laboral Kutxa, cuya campaña no ha sido la que sus aficionados hubieran deseado.     



Navarro y Reyes han jugado a un gran nivel en cuartos de final.


Los cuartos nos dejan también records, curiosidades, y nombres propios. Dos de ellos, los de dos ilustres veteranos a los que no nos cansamos de ver jugar y esperamos su mejor versión para este Mundial 2014: Felipe Reyes se convierte en el quinto máximo anotador de la historia de los play offs, con 1207 puntos, superando a Joe Arlauckas. Además suma 66 victorias en partidos por el título, con lo que iguala en cuarta posición a Alberto Herreros y Ferrán Martínez. Por otro lado, Juan Carlos Navarro es ya el máximo triplista de todos los tiempos en play offs, con 232 canastas de tres puntos, superando las 229 de Alberto Herreros. El otro nombre propio es Tomas Satoransky, quien con sólo 22 años se convierte en el máximo asistente histórico de un club ACB como es el Cajasol de Sevilla. Repetimos, con sólo 22 años y cinco temporadas en el equipo. Supera a auténticos mitos como Carlos Montes, Andre Turner, Michael Anderson o “Chinche” Lafuente. Lo de este jugador es una barbaridad, y estaría llamado a batir muchísimos más records en nuestro basket si no fuera porque es pura carne de NBA. Al margen de las proezas mencionadas, también queremos destacar otras actuaciones individuales durante estos cuartos de final: 

Felipe Reyes: 15.5 puntos y 5.5 rebotes en 21 minutos. 18 valoración.

Viktor Sanikidze: 14 puntos y 9.5 rebotes. 24.5 valoración.

Juan Carlos Navarro: 18.5 puntos en 21 minutos. 7 de 8 triples. 22 valoración.

B. Oleson: 29 pts en el 1er partido vs. Baskonia. 5 de 5  triples. 22 val. media.

Thomas Heurtel: 17.5 puntos y 5 asistencias.

Marcus Landry: 26 puntos y 27 de valoración en el 2º partido contra Valencia.

Jayson Granger: 12 puntos y 7 asistencias. 17.3 valoración. 


Tomas Satoransky: 17 puntos y 11 asistencias en 3er partido vs. Valencia.

lunes, 2 de junio de 2014

ABDICAR O SEGUIR REINANDO



El Rey ante su más difícil todavía: tripitir anillo.


Habemus finales. Miami Heat y San Antonio Spurs repiten como finalistas, y por tanto como campeones de sus respectivas conferencias (lo cual, no nos cansamos de repetir, es un título, aunque en Europa no se valore como tal) Para los de Florida es su quinto campeonato del Este en sus 26 años de vida como franquicia, y el cuarto consecutivo. Cuatro finales seguidas desde la llegada de LeBron. San Antonio Spurs suma 47 temporadas entre NBA y ABA, y 6 veces ha sido campeón del Oeste, todas ellas desde que Gregg Popovich maneja el banquillo tejano. Hasta el momento Miami ha jugado cuatro finales y ganado tres, un 75% de efectividad. San Antonio ha participado en cinco y ganado cuatro, 80% de acierto. La única final perdida por Popovich, precisamente contra los Miami Heat a los que ven ahora con ánimos de revancha por la ocasión perdida la pasada temporada (aquel triple de Ray Allen) Los Spurs cuentan además con factor cancha, a diferencia del anterior curso, en el que se llegó al séptimo partido y los de Spoelstra remontaron la eliminatoria ganando sus dos últimos encuentros como locales. La serie se jugó con el formato 2-3-2. San Antonio golpeó primero, ganando el primer choque en Miami. Los Heat empataron la serie en el segundo. Las finales viajaron a Texas, donde los Spurs aplastaron a su rival en el tercer partido (36 puntos de diferencia) LeBron y compañía se repusieron en un gran cuarto encuentro y volvieron a empatar la serie. San Antonio ganó el quinto, disponiendo entonces de dos match balls para conseguir el anillo que no aprovechó, teniendo la mejor ocasión en un sexto partido que parecía ganado y Ray Allen llevó a la prórroga. En resumen, en los cuatro partidos jugados en Miami, los locales ganaron tres. En los tres disputados en tierras tejanas, dos. Ambos equipos, como visitantes, lograron arrancar una victoria en feudo ajeno, pero el factor cancha se mantuvo. Esta temporada se vuelve al formato clásico 2-2-1-1-1, en teoría mejor para el equipo con campo a favor, ya que juega el quinto partido (decisivo, porque en caso de no suponer un 4-1, es decir, el título, en todo caso sería un 3-2, lo cual viene a ser ganar dos bolas de partido en argot tenístico) como local.   

Personalmente deseamos que la serie se alargue y se decida en el séptimo partido. Sobre quien deseamos que gane, no lo tenemos tan claro. Ya saben que en este blog somos de unos Pistons que no levantan cabeza y esta temporada volvieron a defraudar. Nunca nos han gustado mucho los Spurs, que comenzaron a ganar anillos con un estilo demasiado defensivo y rocoso y poco atractivo para el aficionado (sí, ya sabemos que los Pistons se basaban en eso también, pero cuando uno “es” de un equipo entran en juego componentes emocionales que no entienden de coherencia argumental), pero hay que admitir que Popovich ha sabido evolucionar y los San Antonio de las últimas temporadas son un monumento al buen baloncesto. Uno de los equipos más anotadores de la liga, con mayor fluidez ofensiva y mejor circulación de balón. Nada que ver con el equipo casi barriobajero que todo el mundo odiaba y que si hacía falta hasta le partía la nariz a Steve Nash. Los actuales Spurs nos han ganado a todos, y pase lo que pase en estas finales ya han hecho historia. Quince años después de su primera vez Popovich y Duncan vuelven a unas finales. Posiblemente el mejor binomio jugador-entrenador desde los tiempos de Auerbach-Russell (y sobre que Duncan es el mejor “cuatro” de la historia no creo que exista debate) Pero por otro lado en este blog somos muy de LeBron, jugador al que se le ha vilipendiado injustamente en infinidad de ocasiones y con una legión de “haters” a su alrededor inexplicable cuando hablamos del mejor jugador que ha conocido este deporte desde Michael Jordan. De modo que como diría aquel, tenemos el corazón “partío”. Lo que tenemos claro es que van a ser unas grandísimas finales y que gane quien gane habrá hecho méritos y disfrutaremos de ver como las grandes leyendas siguen creciendo. Puede ser el three-peat de LeBron y el cuarto anillo de Wade, o el quinto de Pops y Duncan, una pareja para la historia. Veremos.   


Una pareja que cambió la NBA


Se habla de dos estilos muy diferenciados, ensalzando la coralidad de San Antonio y despreciando a unos Miami más basados en sus estrellas que en su juego de conjunto (y cuando se hace un análisis tan simplista, nos dan ganas de ir con los Heat) Es cierto que lo de Popovich es auténtica artesanía a la hora de dosificar su plantilla. Establecer el mejor balance de la temporada en la mejor liga de baloncesto del mundo (62-20) sin que ningún jugador haya llegado a los 30 minutos de media (Parker, el más utilizado, 29.4) es una auténtica hazaña y habría que tirar de hemeroteca para ver si en alguna otra ocasión se produjo algo igual. En play offs han tenido que subir el minutaje, pero no demasiado. Tim Duncan es quien más permanece en pista, con 32.6 minutos por partido, promediando 16.5 puntos y 8.9 rebotes a sus 38 años. Un mito viviente y en activo. En Miami (balance en liga regular 54-28) su “big three” acumula más minutos (LeBron 37.7, Wade 32.9 y Bosh 32 en temporada, 38.3, 34.7 y 33.6 en play offs) y casi todo pasa por LeBron, que promedia números muy similares tanto en liga regular como en series por el título. 27 puntos por partido, casi 7 rebotes. 6.3 asistencias en liga regular, 5 en play offs. Un extraterrestre.  

San Antonio sigue con su buen ritmo anotador en play offs (106.6 puntos por partido, por 99.1 de Miami), en rebotes también están más fuertes (43.2 por 34.6 de los de Florida), y en asistencias (21.3 por 19.3) ¿Cómo están de cara al aro? Los dos muy bien, ligeramente mejor Miami (49.7% en tiros de campo por 48.2% San Antonio), en tiros libres también muy parejos (79.2% Miami, 77.3% San Antonio) y en triples más igualdad todavía (39.5% los Heat, 39.2% los Spurs, y lanzando un poco más los de Miami, 23.6 intentos triples por choque por 21 los tejanos) Echando un vistazo a todos estos datos y al transcurso de la temporada se diría que el equipo de Popovich llega un poco más fuerte a unas finales que no obstante parecen lo suficientemente igualadas e inciertas como para concitar toda la atención posible. Veremos si van surgiendo esos pequeños detalles que, por imprevisibles, pueden decantar la balanza y acabar siendo decisivos. Uno de ellos puede ser el tobillo de Tony Parker, en estos momentos lesionado y del que se desconoce si llegará a tiempo al inicio de las finales (el jueves) y en que estado podrá jugar. Problemas para Pops, ya que el base galo, además de ser el jugador clave para su equipo junto a Duncan, es posiblemente el baloncestista más difícil de defender para Miami.   


El tobillo de Parker enciende las alarmas.


Sin duda alguna nos encontramos ante unas finales que lo tienen todo para enganchar al aficionado que quiera disfrutar sin prejuicios de dos equipos que practican un baloncesto moderno, dinámico y versátil. Dos franquicias que han apostado claramente por un juego ágil, desterrando la importancia casi dinosáurica ya de jugar con un “cinco” dominador (la posición en la que más cojean ambos equipos), y por un baloncesto abierto en el que suele haber hasta cuatro jugadores por fuera esperando para el lanzamiento o la penetración. Bien es cierto que los tejanos ejemplifican un baloncesto más de vieja escuela, con las posiciones más definidas y constante bloqueo y continuación, mientras que en Miami LeBron se erige como el más claro “all around player” del siglo XXI, capaz de jugar en cualquier posición. Pero tanto Popovich como Spoelstra son entrenadores que buscan un baloncesto total en sus equipos y exigen trabajo a ambos lados de la cancha. En unas finales siempre surgen duelos individuales que no permiten al aficionado ni pestañear. El hiperactivo LeBron tratará de frenar a la estrella emergente que es Kawhi Leonard, pero seguro que le vemos ayudando en la defensa a Tim Duncan, quien tendrá mucho que decir ante un par “blando” como es Chris Bosh. Chalmers tendrá una difícil papeleta con Parker (insistimos no obstante en las dudas sobre su tobillo), mientras que por San Antonio Danny Green sufrirá con las penetraciones de un kamikaze llamado Dwyane Wade. Hemos dicho que en el puesto de pívot es donde más debilidad plantean ambos equipos, y precisamente por eso es la posición por donde los dos técnicos buscarán recrudecer más los partidos sin importarles el desgaste ni cargar a sus hombres altos de faltas. Miami directamente juega sin cinco, con Battier y James como aleros y Bosh como único interior (un interior que vive mayormente de su tiro de media distancia), o con Udonis Haslem, un cuatro que se pega con quien haga falta. Con ese panorama cobra importancia la figura del veterano Chris Andersen, lo más parecido a un pívot puro (Greg Oden y sus 5 minutos en todos los play offs al margen), cuyo duelo con Splitter puede hacer saltar chispas. Rashard Lewis, más de lo mismo, otro cuatro abierto. Veremos también defensas zonales (permitidas en la NBA desde hace más de diez años, para los despistados), pero menos, ya que ambos equipos cuentan con muy buenos tiradores (ya no funciona lo de flotar a LeBron, 40% y 38% en triples en las dos últimas y respectivas temporadas) y no parece que a Popovich le pueda funcionar como a Rick Carlisle hace tres temporadas con Dallas Mavericks en las primeras finales de los Heat de la “era LeBron”. Aún así es posible que “Pops” recurra a ello para evitar tanto desgaste de sus jugadores, mientras que Spoelstra sabe que cuando LeBron y Wade muerden por fuera son dos de los mejores defensores exteriores del mundo. Belinelli, Green, Ginobili… muñecas demasiado peligrosas como para dejarles un milímetro. 


Curiosamente, hoy conocemos la noticia de la abdicación del Rey… ¿señal de la caída de LeBron James en estas finales?, la respuesta, a partir del jueves.