jueves, 30 de abril de 2015

EL DOCTOR ILUMINADO



Las iluminaciones de Ramón



El otro día leía el conocido texto “Aeropagítica”, en realidad un discurso pronunciado por el célebre poeta John Milton en el Parlamento de Inglaterra que se convirtió en uno de los más grandes alegatos a favor de la libertad de impresión editorial sin censura en la Europa de mediados del siglo XVII y que ha perdurado hasta nuestros días como ejemplo de ardiente proclama sobre la libertad de prensa y expresión. La intervención del autor de “El paraíso perdido” está plagada, como no puede ser de otro modo en una personalidad del saber de Milton, de referencias culturales de todo tipo: literarias, religiosas, mitológicas y filosóficas por igual. Gran conocedor de la España medieval, en un momento del discurso Milton se refiere a un personaje mallorquín llamado Llull y conocido con el sobrenombre de El Doctor Iluminado, cuya biografía se establece entre el siglo XIII y principios del XIV. Evidentemente enseguida se me encendió la bombilla y me dije que había tema para un artículo. ¿Podría ser nuestro Sergio Llull un descendiente directo de aquel Llull, de nombre Ramón, y de profesión fraile, cabalista, poeta, filósofo, teólogo y misionero? Aun no siendo así, establecer la conexión resultaba muy tentador. Que siete u ocho siglos después otro balear de apellido Llull tenga también sus propias iluminaciones, baloncestísticas en este caso, no deja de ser curioso, ya que si algo caracteriza el juego del base-escolta menorquín es su capacidad para reventar partidos o liderar remontadas, entrando en una especie de trance o éxtasis que le hace encontrar aro en las situaciones más asombrosas. 

Volviendo al auténtico y genuino Doctor Iluminado, Ramón Llull, nos encontramos ante una de las figuras más relevantes en cuanto al saber en el medievo español, nacido en una Mallorca que bebía por igual de las culturas cristiana, islámica y judía. Se le reconocen 280 obras, escritas inicialmente en árabe y en catalán. De hecho es considerado nada menos que el padre de la prosa en lengua catalana, y se le atribuyen invenciones tan descollantes como la rosa de los vientos o el nocturlabio, lo que da una idea de su alcance en las esferas científicas incluso más allá de las intelectuales o meramente literarias. Y es que siglos antes del Renacimiento ya en los hombres de fe se podían encontrar sujetos que, como Llull, cultivaban distintas ramas del saber. De hecho una de sus obras más ambiciosas fue “El árbol de la ciencia” (nada que ver con la posterior novela existencialista de Pío Baroja), donde metaforizaba con la imagen de un árbol y sus distintas ramas, siendo cada una de ellas una faceta distinta del conocimiento. El hecho de haber vivido en una época tan oscura y misteriosa, pero a la vez tan luminosa y heterodoxa en cuanto al saber cómo fue la Baja Edad Media, en la que la ciencia no era tan empírica y no se despreciaba de manera despectiva lo “oculto”, hace de Ramón Llull, también conocido como Raimundo Lulio, una figura muy atractiva para las hipótesis y juegos ficticios sobre su capacidad y conocimientos. Tanto es así que podemos encontrar su nombre en la novela que iniciaba la exitosa saga de Harry Potter (“Harry Potter y la piedra filosofal”, J.K. Rowling, 1997), junto a los del Rey Salomón, el personaje mitológico Circe, o el astrólogo Paracelso, dentro de la colección de cromos de las ranas de chocolate que siguen los estudiantes de Hogwarts (aunque a decir verdad la figura de Llull sólo aparece en la traducción española, no en el texto original) dedicada a célebres magos de todos los tiempos.  


En un mundo tan embrutecido como es a veces el del deporte, en el que no se utilizan apenas referencias culturales de otros ámbitos (cuando resulta algo realmente enriquecedor), emparentar a ambos personajes, el fraile intelectual y científico de la Edad Media y el imprevisible jugador de baloncesto internacional, nos parece una estupenda idea. No nos disgusta ese “aeroplano de Mahón” con el que se refieren en algunos medios de comunicación a Sergio Llull (especialmente el repetitivo Lalo Azcueta en sus retransmisiones televisivas), pero desde este humilde blog, a partir de ahora, el corajudo base-escolta balear será conocido para nosotros con el mucho más lustroso sobrenombre de El Doctor Iluminado.     


...y las de Sergio.

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