miércoles, 28 de octubre de 2015

CUATRO LÁGRIMAS





Dawkins, en su etapa en New Jersey, y Malone, en Philadelphia, batiéndose el cobre. Dos colosos que nos dejaron este año.




La actualidad baloncestística va tan deprisa que hay noticias sobre las que muchas veces pasamos de puntillas, noticias, además, que son las que menos nos gusta dar. Por eso preferimos reflejar el lado más vitalista del baloncesto, pero desde luego no podemos descartar su lado más humano, el cual a veces resulta el más amargo, ya que como todo lo relacionado con lo humano, la muerte juega un papel siempre presente. Por eso hoy queremos dedicar esta entrada a rendir nuestro pequeño homenaje a cuatro grandes nombres del deporte de la canasta que nos han dejado en recientes fechas. Van por ellos estas cuatro lágrimas. 


Primero nos dejaba un jugador muy especial. El 27 de Agosto fallecía el mítico Darryl “Gorila” Dawkins (también conocido como "Chocolate Thunder", apodo que le puso Stevie Wonder) tras fallarle su corazón a los 58 años. Dawkins se hizo famoso por su contundencia a la hora de machacar los aros rivales, llegando incluso a destrozar el tablero en más de una ocasión. Pero además de eso fue durante los primeros años de su carrera profesional uno de los mejores pívots NBA de finales de los 70 y primeros de los 80. Su mejor temporada la firmaría en New Jersey en la 1983-84, con 16.8 puntos, 6.7 rebotes y 1.7 tapones por partido. Lastrado por las lesiones, emprendió finalmente su aventura europea, jugando en clubes italianos siendo la más recordada su participación en el Olimpia Milano, con quienes jugó la Final Four de 1992. Sus 19 rebotes (record en un partido de Final Four) en semifinales no bastaron para derrotar a un Partizan que posteriormente ganaría el título europeo en la final al Joventut de Badalona, comenzando la leyenda de Obradovic. Posteriormente siguió vinculado al baloncesto como entrenador, no en grandes categorías (equipos femeninos de instituto, y en una liga ya desaparecida conocida como la IBA) Pero sobre todo será recordado por ser un jugador descomunal a la hora de atacar el aro anticipando el espectáculo de los grandes matadores posteriores. Un pionero en ese sentido.     




Dawkins, el terror de los tableros.





Mucho mayor es la leyenda de Moses Malone. Figura evocadora para los de mi generación de aquella primera NBA que comenzábamos a seguir “cerca de las estrellas”. Un tipo cuyo nombre ya resulta irresistiblemente “cool”, y que fue una de las grandes estrellas de su época. Comenzó su carrera en la mítica ABA, y después de ser dos años MVP de temporada regular vistiendo la camiseta de Houston Rockets recaló en Philadelphia en la temporada 1982-83 (justo en la que Darryl Dawkins dejó el equipo de la ciudad del amor fraternal) Con los 76ers alcanzaría la gloria de ser campeón en un inolvidable equipo junto a jugadores como Maurice Cheeks o Julius Erving. En total ganó 3 MVP de temporada regular, 1 MVP de finales, 1 anillo de la NBA, y fue 12 veces All Star. Directamente uno de los mejores de la historia, y por supuesto miembro del Hall of Fame. A lo largo de su amplia carrera como profesional (jugó hasta los 40 años de edad) dejó unas medias de 20,6 puntos y 12,2 rebotes por partido. Ahí es nada. El 13 de Septiembre nos dejaba tras sufrir un ataque al corazón con 60 años de edad. Descanse en paz, mito y leyenda.     
  



El Dr. J y Mo Malone, aquellos 76ers... 






 Especialmente doloroso ha sido el adiós a Nate Huffman, por lo prematuro de su muerte (tan sólo 40 años) y por su vinculación con el baloncesto de nuestro país, ya que en la temporada 1998-99 pudimos disfrutar de su calidad en Fuenlabrada, donde dejó unas medias de 12,5 puntos y 8,2 rebotes por partido, para una valoración media de 18,1. Numerazos con los que dio el salto al Maccabi Tel Aviv. A finales de Septiembre conocíamos que padecía un cáncer avanzado con metástasis en hígado, pulmones y riñones. El 15 de Octubre fallecía. Durísima noticia especialmente sentida en Fuenlabrada y Tel Aviv.     




Huffman, llorado en España e Israel



Y el maldito cáncer también se ha llevado a un grande de los banquillos. Flip Saunders padecía un linfoma de Hodgkin, debido al cual sabíamos que no entrenaría la presente temporada a su equipo, los Minnesota Timberwolves. Lo que no esperábamos era un desenlace tan rápido y cruento, y es que el pasado domingo 25 de Octubre conocíamos la noticia de su fallecimiento, a los 60 años y todavía con muchísimo magisterio que regalar, sobre todo ahora que tenía en sus manos una plantilla tan joven y con tanto diamante por pulir como los actuales Timberwolves. Ha sido la franquicia de Minneapolis a la que más vinculado ha estado, ya que ha estado sentado en su banquillo como entrenador jefe nada menos que durante once temporadas. Una primera etapa, de 1995 a 2005, en la que llegó a disputar las finales del Oeste de 2004, y esta actual que desgraciadamente sólo ha durado un curso. Entre medias pasó por Detroit y Washington, siendo sus tres años en la MoTown de buen recuerdo para los aficionados al equipo de la ciudad del motor, ya que llevó a los Pistons a tres finales de conferencia consecutivas, y en la temporada 2005-2006 consiguió el record de victorias en temporada regular de la franquicia, con un balance de 64-18 (superando el 63-19 que poseían los Bad Boys de la 1988-89 dirigidos por el mítico Chuck Daly) Uno de los grandes. Descanse en paz, también, el bueno de Flip Saunders.     




Los jóvenes lobos pierden a su maestro.




Cuatro hombres de baloncesto, con carreras distintas e impacto diferente en la historia de este deporte, y cuyos fallecimientos nos dejan a los aficionados un poquito huérfanos. El balón sigue botando, pero hoy queríamos recordarlos. Que pervivan siempre en nuestra memoria.  



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