martes, 8 de marzo de 2016

AQUELLOS SEÑORES DE CABALLERO DE GRACIA




“Se ruega a todos los señores interesados en la práctica de este deporte (baloncesto) pasen por la secretaría del club, Caballero de Gracia 15, para recibir instrucciones con respecto al partido de selección y entrenamiento que se jugará el próximo domingo a las diez de la mañana contra el Instituto Escuela ” Con este anuncio publicado el 8 de Marzo de 1931 en el diario ABC por Ángel Cabrera, hombre del club que había practicado el relativamente nuevo deporte en Argentina, se da el pistoletazo de salida a la historia del baloncesto del Real Madrid, que después de 85 años se traduce en el palmarés más impresionante del globo baloncestístico: 32 ligas de España, 26 copas, 4 supercopas, 9 copas de Europa, 5 copas mundiales, 3 supercopas de Europa, 4 recopas de Europa, 1 ULEB, 1 Korac, 1 copa Latina (en la única edición que se disputó), además de eso innumerables torneos regionales y no oficiales, y por supuesto esos 26 torneos de Navidad que reunían algunas de las mejores selecciones internacionales o clubes de baloncesto del mundo.


Un palmarés impresionante amasado sobre todo en tres épocas muy reconocibles para el aficionado: la primera con Pedro Ferrándiz, la posterior de Lolo Sainz, y la actual con Pablo Laso, que si bien no llega todavía a los extraordinarios números de sus predecesores, auténticos mitos del banquillo madridista, si merece ser considerado con toda justicia el gran nombre propio de la nueva edad dorada del baloncesto blanco. 


El baloncesto madridista cumple por tanto 85 años y lo celebra en uno de los mejores momentos de su historia. Pero no siempre ha sido así, como hemos recordado en ocasiones en estas páginas. De hecho las épocas de estabilidad referidas de Ferrándiz y Sainz, que convirtieron a este club en referente del mundo de la canasta y ejemplo de trabajo bien hecho, no encontraron continuidad hasta la llegada de Laso… y gracias a los caprichos del azar, ya que el vitoriano llega cuando Florentino Pérez decide recortar drásticamente el presupuesto de la sección de baloncesto, comenzando por la figura del entrenador. De los tres millones de euros anuales que cobraba Ettore Messina, se pasa a los 500000 con los que Laso firma su primer contrato. Los medios de comunicación hablan de austeridad en el baloncesto blanco (algo que bien conocemos los aficionados), e incluso la peña de animación Berserkers convoca una manifestación rechazando el nuevo rumbo de la sección y, entre otras cosas, la contratación del nuevo entrenador. Por mucho que posteriormente, cuando la propuesta Laso ha resultado un éxito, se haya tratado de advertir que la protesta no tenía nada que ver con el nuevo técnico si no con el recorte del presupuesto, el comunicado oficial hecho por la peña aún se encuentra en la red y se puede leer como literalmente uno de los motivos era “elevar una queja al respeto de la elección de Laso como nuevo entrenador, en lugar de apostar una vez más por un técnico de más prestigio” Todos estas piedras en el camino que se encontró el actual técnico madridista no hacen sino engrandecer aún más su figura y dar más mérito a lo conseguido hasta la fecha. 


Y es que a veces no resulta fácil ser aficionado madridista de baloncesto. Pese a tratarse del club más laureado del mundo (o quizás precisamente por eso) y tener el potencial económico que proporciona el fútbol, el baloncesto ha sido habitualmente mal visto dentro de la propia casa blanca, como un estorbo que hay que satisfacer de vez en cuando para unos cuantos aficionados a los que nos gusta esto de las canastas. La realidad es que cuando se dan épocas como la actual ese número de aficionados crece, no ya sólo por los títulos cosechados, sino porque como tantas veces se ha explicado el equipo de Laso tiene una identidad propia con la que el seguidor se identifica y un estilo de juego atractivo incluso para el espectador más imparcial. Por otro lado no son pocas las veces en las que tenemos que aguantar como otras aficiones nos reprochan nuestra falta de “autenticidad”, al ser seguidores de un club de fútbol, y no de baloncesto. ¡Si supieran lo que hemos sufrido en las abundantes travesías por el desierto de esta sección! 



Y es que aunque no lo crean, muchos en realidad nos hicimos del Real Madrid en su momento gracias al baloncesto, no al fútbol. Sólo nos queda desear otros 85 años de historia blanca en la que nuevas generaciones se sigan enganchando a este maravilloso deporte, herederos de aquellos primeros señores que se pasaron por la oficina de Caballero de Gracia para comenzar a escribir, posiblemente sin saberlo, la mayor leyenda del baloncesto europeo.  





Ángel Cabrera, el padre.

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