jueves, 28 de septiembre de 2017

VII EDICIÓN LIGA PRIVADA EL TIRADOR MELANCÓLICO-ROCKY MOUNTAIN


Pues otro año más, y ya van siete. El número mágico y místico por excelencia. Nuestra séptima liga privada del Supermanager ACB, aunque en realidad la tercera (otro número mágico) patrocinada por nuestros amigos de Rocky Mountain. 


Como en los dos años anteriores tenemos regalos para los tres primeros clasificados de la general final. Sigan atentamente nuestras actualizaciones semanales a través del blog y nuestras instrucciones en la propia liga para recibir los premios. 


Este año la limitamos a 100 equipos, 1 por jugador.  


La contraseña, como todos los años, en homenaje a nuestro 7 favorito: biriukov (pónganlo así en minúsculas) 


¡Suerte amigos! 





Shermadini, nuevo jugador del Unicaja, parte como el más caro del mercado en esta nueva edición del Supermanager.



miércoles, 27 de septiembre de 2017

ESPARTACO DEJA EL ROJO







El sol saliendo para Felipe.





“Tempus fugit”, que decían los antiguos. El inevitable paso del tiempo y los ciclos de la vida finalmente se han instalado en esa generación baloncestística que parecía eterna. Felipe Reyes, el gladiador de nuestros tableros, nuestro Espartaco, anunciaba ayer su retirada de la selección española. La noticia nos coge por sorpresa, ya que no es habitual comunicar la retirada después de un verano en el que no has participado con el equipo de la Federación y en pleno comienzo de la temporada de clubes. 


Deja la selección con un palmarés impresionante: campeón del mundo en 2006 y tres veces medallista olímpico (dos platas y un bronce), tres veces campeón de Europa, dos platas y un bronce. En total diez medallas con la selección absoluta, en quince veranos. Sólo en cinco ocasiones no se subió al podio, y sólo en cuatro no luchó por medallas. A todo esto hay que sumar, como no, esos dos oros en categorías inferiores, el europeo Sub18 y el mundial Sub19 que pusieron bajo los focos a esta talentosa generación de jugadores, y posteriormente el bronce europeo Sub20 ya sin Navarro y Raúl López, precozmente debutantes en la absoluta. En total 13 medallas vistiendo de rojo. En una selección que ha sido como una familia, y que de hecho le arropó en el momento posiblemente más duro de su vida, y es que en plena concentración para el Eurobasket de 2011 le llegaba la noticia del repentino fallecimiento de su padre tras un ataque al corazón. Felipe abandonó por unos días a sus compañeros para estar con los suyos. Lloró a su padre y volvió a vestirse de rojo para dejarse la piel por cada rebote en el torneo celebrado en Lituania hasta que se colgó el oro y su capitán y amigo Juan Carlos Navarro le cedió el privilegio de levantar la copa en otras de las fotos históricas del baloncesto español. Fue el verano en el que el grito de guerra de nuestros jugadores era aquello de “¡Todos los días sale el sol, Felipón!”. Algo más que un equipo, algo más que una selección.


A la sombra de Pau Gasol y Navarro, pero con justicia siendo el tercer espada de este grupo baloncestístico increíble, Felipe Reyes continuará haciendo historia a nivel de clubes, en una ACB de la que ya es máximo reboteador histórico, jugador con más valoración,  y tercer jugador con más partidos disputados, a 34 de Rafa Jofresa. Es decir, si la salud le respeta y Laso lo estima conveniente, entre liga regular y play offs podría convertirse en el líder histórico en ese apartado. También seguirá haciendo historia en una Euroliga de la que es máximo reboteador ofensivo.   


Donde ya no seguirá batiendo registros descomunales es en la selección española, constatando que por mucho que nos empeñemos el tiempo pasa para todos. La sensación de vacío y orfandad que comenzaba en Navarro se prolonga en Felipe y sólo Pau Gasol se empeña en luchar contra el calendario. La orfandad que produce saber que ya no volveremos a ver a Espartaco partirse la cara por el rebote vestido de rojo. 





lunes, 25 de septiembre de 2017

LA ERA VIDORRETA SE ABRE CON TÍTULO





Días felices en Valencia.





Ya tenemos el primer campeón de la temporada ACB. El mismo que cerró la pasada ganando el último título, el liguero. Y es que no ha podido empezar mejor el nuevo proyecto taronja de la mano de Txus Vidorreta, despejando de un plumazo todas las dudas que pudiera haber sobre el cambio de entrenador y un cambio tan sustancia
l en una plantilla campeona. Y es que el conjunto valencianista estrena este curso hasta cinco caras nuevas (más Vidorreta), entre ellas la del MVP de esta pasada supercopa. Un Erick Green resolutivo ante Unicaja (18 puntos y 3 asistencias) y clave en la remontada ante Gran Canaria (13 puntos y 3 rebotes)  


Los de Vidorreta se deshicieron del Unicaja en un gran partido, el inaugural del torneo, que acabaría siendo el mejor de todo el fin de semana. Los valencianistas se harían con el mando del partido desde el primer cuarto y el Unicaja sólo sería capaz de inquietar a partir de un gran tercer cuarto, llegando incluso a empatar el partido en los minutos finales haciendo asomar el fantasma de la remontada en Eurocup que acabó dando el título a los malagueños ante el propio Valencia, pero los de Vidorreta demostraron su fiabilidad en finales apretados de la mano de su jugador más seguro, un Fernando San Emeterio que con 11 puntos y 4 recuperaciones comienza la temporada al buen nivel que acabó la anterior. Por parte malagueña la resistencia la puso un genial Nedovic, con 23 puntos (y la canasta del partido, con un tiro increíble por elevación tras gran jugada individual) acompañado de Jeff Brooks y sus 14 puntos y 3 rebotes. Por contra, las caras nuevas no aportaron demasiado en el equipo de Plaza (Shermadini 3 puntos y 5 rebotes, Salin fallón en el tiro con 2 de 9 en triples)


El Valencia esperaba rival en el duelo Gran Canaria-Real Madrid. Sinceramente no creo que la victoria de los anfitriones pueda haber sorprendido a nadie. Ningún equipo llegaba a la Supercopa en peor momento que el equipo blanco. Con tres jugadores jugando la final continental de selecciones tan sólo cinco días antes, y uno de ellos, Doncic, entre algodones por su esguince de tobillo, tema Llull al margen. El conjunto de Luis Casimiro demostró tener la maquinaria mucho más engrasada, mejor en el tiro y superior en el rebote, no dio opciones a un Real Madrid que sólo se sostuvo en un imperial Ayón (17 puntos, 5 rebotes y 2 asistencias) y en los arreones finales de Carroll (acabó con 14 puntos) para albergar esperanzas en una remontada imposible. La solidez de los locales se fundamentó en sus pesos pesados, jugadores ya clásicos como Eulis Báez y su juego multidisciplinar (8 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias) o la progresión de Oriol Paulí (8 puntos, 3 asistencias y 2 robos) Pasecniks hizo daño en la zona (11 puntos y 3 rebotes) y de las caras nuevas quien más gustó fue el joven Luke Fisher, con 10 puntos y 5 rebotes en poco menos de 14 minutos en la cancha. A Laso le espera mucho trabajo por delante para encajar sus piezas y lograr que el Madrid vuelva a jugar a velocidad de crucero, con la dificultad añadida que supone todo el ruido ambiental que siempre rodea al equipo blanco y la exagerada crítica que siempre ha tenido que soportar el entrenador vitoriano pese a la contundencia de sus resultados. 


La final estaba servida, y a falta de un juego de campanillas al menos disfrutamos de un choque emocionante con una remontada enorme. El Gran Canaria se hacía fuerte atrás, dejando a los de Vidorreta en 10 puntos en todo el segundo cuarto (después de un primer acto infame finalizado con empate a 13) para irse al descanso nueve arriba. Pero la segunda parte sería taronja con una remontada que vale un título en la que Green demostró su capacidad para jugar finales apretados. No fue el mejor del partido, pero dos canastas claves en los minutos finales junto a su gran partido ante Unicaja finalmente le valieron para ser MVP del torneo. Pero el triunfo valencianista se edificó en sus jugadores claves de la pasada temporada, y que tienen pinta de seguir siéndolo en esta. Fernando San Emeterio, liderando la remontada con 14 puntos en el tercer cuarto (acabó con 18 en total), Dubljevic con 16 puntos y 7 rebotes, e incluso Will Thomas, indolente en ataque (sólo lanzó dos veces a canasta y se quedó a cero en el casillero de puntos), pero capital para Vidorreta, siendo el segundo jugador con más minutos en pista (sólo superado por Green) pero con un brutal +18 con él en cancha. El Valencia tira de clásicos. Por el Gran Canaria los mejores números los firmaría un Marcus Ericksson de dulce tras ganar un concurso de triples en el que sorprendió el buen hacer del joven Gerard Jofresa, hijo del legendario Rafael, quien con 16 años accedía al concurso como vencedor del torneo popular impulsado por Kia en el que derrotó a otros 99 candidatos seleccionados. 


La puesta de largo de la temporada ACB se abre como finalizó el pasado curso, con el Valencia campeón. Vidorreta hace que no se añore a Pedro Martínez y Erick Green se une a la pandilla de los Sastre, Diot, San Emeterio o Dubljevic para seguir haciendo grande al equipo taronja. Sólo hay una diferencia respecto a la temporada pasada para el Valencia. Y es que ya no les vale ir de tapados, hay que considerarlos como uno de los grandes favoritos a todos los títulos en juego con todas las de la ley.  



martes, 19 de septiembre de 2017

FIELES AL METAL




Tocando chapa



En España siempre hemos sido muy fieles al metal. Los que hayan crecido en los 80 recordarán las calles de nuestros pueblos y ciudades invadidas por tropas de jevis y melenudos con sus camisetas de Eddy, la mascota de Iron Maiden, sus chupas de cuero claveteadas con parches de los Judas, y sus botas deportivas J’Hayber, mientras que los quioscos lucían legendarias publicaciones con títulos como Heavy Rock, Metal Hammer o Kerrang! 


Pero tranquilo, lector del Tirador Melancólico, no vamos a rememorar aquellos felices tiempos de las salas de juegos y recreos de futbolín, tiempos en los que no podíamos ni soñar con vivir el actual momento del baloncesto español. Y es que la fidelidad de España con las medallas en los grandes campeonatos la sigue situando como la primera potencia mundial en materia baloncestística por detrás de Estados Unidos, con una regularidad asombrosa en todas las categorías posibles. Por mucho que digamos eso de que “nos hemos malacostumbrado”, lo cierto es que resulta casi imposible ser capaz de valorar algo que, como digo, hace décadas resultaba quimérico. 


Sergio Scariolo no ha podido completar su tetralogía dorada. Es el primer Eurobasket que no gana el título. El dato ya de por sí es bárbaro. En cuatro ediciones dirigiendo a nuestra selección senior nos ha llevado a tres oros y un bronce. Nadie como él ha sabido dar con la tecla para mantener la competitividad arrojando muchas más luces que sombras. La edición de 2017, por mucho que parezca un paso atrás al bajarnos del primer escalón, supone uno de los torneos más regulares y menos sufridos que hemos disputado en esta edad dorada. Eslovenia nos pasó por encima, demostrando manejar un ritmo superior, tan superior que ninguna selección ha podido igualarlo, pero en los otros ocho encuentros la mayoría de los minutos hemos dominado y mandado en el marcador. No hemos tenido los comienzos dubitativos de otros torneos ni vivido partidos agónicos como en 2015 ante Grecia o Francia, o incluso el bronce ante Australia en los últimos Juegos Olímpicos resuelto en la última jugada.


Después del excelente 9-0 con el que Eslovenia cierra el campeonato, nuestro 8-1 es el mejor balance del torneo. Hemos sido el equipo más reboteador, y el segundo mejor asistidor y taponador. Pau Gasol engrandece su leyenda con su séptima medalla continental, empatando con Belov y Cosic como jugadores con más preseas, y vuelve a ser elegido en el Quinteto Ideal. Ya son seis veces, más que nadie. Por si fuera poco se ha convertido en el máximo anotador histórico del torneo. Su lugar en el Olimpo aumentando de tamaño en cada nuevo campeonato. 


Pau, evidentemente, ha sido el líder del equipo, nuestro máximo anotador, reboteador y taponador (17.4 puntos, 7.8 rebotes y 1.5 tapones) y lógicamente ha sido el más valorado (21 de media), todo ello jugando 26.3 minutos por partido (el más exprimido en pista), con un notable 54.3% en tiros de campo. Tras Pau los mejores números los presenta su hermano Marc, pese a que su campeonato no ha sido muy regular, deja una exhibición ante Alemania y un partidazo ante Rusia. Lo peor han sido sus porcentajes de tiro (45.3%, bajo para un jugador interior), pero deja unas buenas medias de 13.6 puntos, 7.2 rebotes y 1.4 tapones para un 18.2 de valoración en 24.4 minutos por partido. La diferencia respecto al resto de jugadores es bastante significativa, y después de ellos encontraríamos a Sergio Rodríguez (10.3 puntos, 6.8 asistencias, 13.2 valoración) y Ricky Rubio (9.4 puntos, 4.9 asistencias y 1.8 robos para un 12.3 de valoración) como jugadores más destacados, lo cual acentúa más la realidad que hemos simplificado en una frase: hemos sido una selección de bases y pívots.


Nuestro gran hándicap ha sido el tiro exterior y la ausencia de un especialista puro, papel que debía desempeñar Alex Abrines, lesionado en el primer partido y cuya baja ha sido mucho más trascendente de lo que podría esperarse debido a la particularidad de su perfil. Hemos echado de menos también la figura de un “cuatro abierto” que pudiera hacer daño por fuera, abrir el campo, y hacer salir a los pívots rivales. Evidentemente ese papel estaba destinado a Mirotic. A pesar de eso Scariolo ha conseguido mantener un equipo sólido, con una apuesta muy clara por los dos bases, quienes han tenido un reparto salomónico en el minutaje (22.7 Ricky, 22.6 Sergio) y por los hermanos Gasol. Uno de los grandes aciertos de Scariolo en su llegada a la selección fue conseguir que ambos jugadores pudieran estar en pista juntos, pese a las críticas sobre su capacidad para solaparse entre ambos y perder espacios, críticas que se han recrudecido en esta ocasión, pero es justo reconocer que en otros torneos ha funcionado (o frente a Rusia en la lucha por el bronce, sin ir más lejos) También es cierto que el Pau Gasol de 37 años no tiene la movilidad de antaño ni su capacidad para jugar por fuera, y vive más cómodo cuanto más cerca del aro mejor.  


En definitiva se ha solventado un verano complicado plagado de adversidades. No hemos sido los únicos que hemos tenido que luchar contra los elementos, pero es que precisamente por eso viendo el decepcionante papel de selecciones habitualmente medallistas (o al menos aspirantes) como Francia, Lituania o Grecia hay que reconocer que sólo España y Serbia, Scariolo y Djordjevic, han sido capaces de adaptarse a las posibilidades que tenían y han seguido manteniendo equipos ganadores y fiables. 



En definitiva, seguimos rockeando, fieles al metal. 



lunes, 18 de septiembre de 2017

EL AÑO DEL DRAGÓN





El Puente de Los Dragones, en Ljubljana




Cuenta la leyenda griega que Jasón, acompañado de los argonautas, después de encontrar el vellocino de oro en Cólquida (en la actual Georgia), en su regreso al hogar se detuvo junto a sus compañeros en el río Ljubljanica para transportar la nave hasta el Adriático, y allí, entre Vhrnika y Ljubljana, tuvo lugar su enfrentamiento contra un feroz dragón que tenía secuestrada una virgen, dando origen a la peculiar relación entre la capital eslovena y el animal mitológico que George R. R. Martin ha puesto de tanta actualidad. Si usted tiene la suerte de viajar a Ljubljana y pasear por sus calles, encontrará que uno de los puntos de visita obligada es el famoso Puente de Los Dragones, que conmemora tal acontecimiento mitológico, y que aun a día de hoy se asegura que cuando una virgen cruza dicho puente los dragones esculpidos en tan majestuosa obra menean la cola. El dragón figura también como símbolo de la ciudad dentro del escudo de la misma.


Posiblemente el nativo de Ljubljana más respetado por sus paisanos sea, después de estas últimas semanas (si no lo era ya), el base de Miami Heat Goran Dragic, apodado precisamente “The Dragon” desde su llegada a la NBA por uno de sus más célebres compañeros, o ex –compañero en este caso, como fue un Steve Nash de quien seguro el jugador esloveno aprendió parte de su repertorio de movimientos endiablados, ese con el que ha martirizado a sus rivales en el recién finalizado Eurobasket en el que Eslovenia ha hecho historia y del que ha sido justo MVP.


Y Eslovenia ha hecho historia a lo grande. Finalizando el campeonato invicta, contando sus nueve partidos por victorias, anotando 90.3 puntos por encuentro, y pasando de los 90 puntos en cada partido eliminatorio, superando incluso los 100 ante Letonia en un partido inolvidable que con rigor puede ser considerado el mejor del torneo. Pero anoche en la final ante Serbia nos vuelven a dejar un partido para la historia plagado de calidad pero también de épica, ante un rival serbio que no llegó a descolgarse del encuentro en ningún momento para deleite de los espectadores que pudimos disfrutar de una de las finales más bonitas de las últimas ediciones de este torneo.


Eslovenia parecía capacitada para repetir la exhibición ofensiva realizada ante España. Sin apenas circulación de balón y con un “run&gun” más descarado que nunca, mientras Djordjevic era fiel a su estilo y buscaba hacer daño por dentro (los 10 primeros puntos serbios los firman entre Kuzmic, Macvan y Marjanovic) El duelo de estilos quedaba al descubierto desde el primer momento. A Serbia le iba bien, ya que en el empeño esloveno de apenas mover la bola y recurrir a individualidades la inspiración anotadora no era relevante. Dragic parecía controlado, con 6 puntos pero 3 de 7 en tiros de campo, y el 20-22 favorable a Serbia con el que finalizaba el primer cuarto arrojaba unos guarismos perfectamente asumibles para los de Djordjevic, que tenían el partido donde querían.


Parecía que Eslovenia no estaba cómoda y que no encontraba aro con fluidez, pero siguieron siendo fieles a su estilo, a jugar sin red, a penetrar sin miedo y tirar en cuanto hubiera la mínima posibilidad. Y entonces todo voló por los aires con la exhibición de Dragic, que con 20 puntos en el segundo cuarto sentenciaba la candidatura al MVP siempre y cuando los de Kokoskov se colgasen el oro. Canastas de todos los colores, en penetración, bandejas, por elevación, triples lejanos (fundamentales bloqueos y pantallas de Vidmar en todo momento, lo que en la NBA llaman “screen assists”), un recital de fundamentos basados en velocidad, primer paso, dribling y sobre todo bote y manejo de balón para conseguir esos centímetros de ventaja con los que tener un tiro claro. A los amantes del “basket control” les debía estar dando un pasmo, pero para quienes siguen reivindicando el baloncesto como un deporte eminentemente espectacular e imprevisible en el que lo más interesante sucede cuando los guiones preestablecidos se hacen trizas, el segundo cuarto esloveno fue un regalo servido en bandeja de plata por un Dragic majestuoso rodeado de un ejército en el que cada soldado ejecutaba perfectamente su papel, alguno de ellos, al igual que Goran, también moviéndose en terrenos imprevisibles y fantasiosos (ese triple de Prepelic tras saque de banda) Doncic dejaba el highlight del partido con un “coast to coast” en el que los serbios sólo pudieron contemplar como hundía el balón en el aro, mientras que Bogdanovic no encontraba a sus pívots para jugar 2x2 (buenísima defensa de Prepelic sin comerse los bloqueos) El propio Bogdanovic evitaba con una canasta a falta de diez segundos para el descanso que la sangría eslovena se quedase en 9 puntos de desventaja, 56-47 al descanso. Lo mejor que podía decir Djordjevic era que su equipo había sobrevivido a una tormenta ofensiva de primer nivel. 56 puntos al descanso por parte del equipo de Kokoskov… hay selecciones que con pocos puntos más en 40 minutos han ganado campeonatos (Rusia gana el oro en 2007 con 60 puntos en la final, sin ir más lejos)


Serbia subió las líneas en defensa en el tercer cuarto y pese a que Dragic seguía de exhibición, con un triple en la primera posesión eslovena (después de un tapón del imperial Vidmar a Marjanovic), el ritmo anotador esloveno se veía sensiblemente reducido. Dragic volvía a estirar la diferencia a diez puntos (63-53), pero como si fuera un escalador clavado en un puerto de montaña, Eslovenia se quedó varios minutos en ese punto 63 ante la buena defensa serbia que llevaba incluso a hacer agotar posesión al rival. Eslovenia sufría si le obligaban a realizar ataques largos mientras Dragic daba muestras de flaqueza y comenzaba a alternar la pista con el banquillo para evitar unos amenazadores calambres. Los serbios llegaron a ponerse a dos puntos (63-61) tras canasta de un hipermotivado Stimac (al borde la técnica constantemente por sus constantes reclamaciones a los árbitros), pero el regreso de Dragic abría de nuevo una pequeña brecha (69-61), parecía que Eslovenia había pasado un momento crítico, pero Serbia reaccionaba con dos triples consecutivos para volver a ponerse a dos, hasta que Dragic con dos tiros libres cerraba el tercer cuarto en 71-67.


Las alarmas se habían encendido en el banquillo esloveno con la caída de Doncic mediado el tercer cuarto tras un golpe con Randolph. No volvería a entrar a la pista, aquejado del tobillo, y Kokoskov perdía a su jugador multidisciplinar y el esloveno que mejor cierra el rebote defensivo. Casi nada. Por otro lado los calambres de Dragic ya eran una realidad y su presencia en la pista casi parecía una rémora para su equipo más que su tabla de salvación. Todo se ponía de cara para Serbia pese que una antideportiva de Guduric y la aparición fulgurante de Jaka Blazic (cuatro puntos consecutivos para estirar el marcador a 77-70) daban aire a Eslovenia. Aun así las sensaciones no eran buenas y volvieron a estancarse en el punto 77. Macvan culminaba un parcial de 0-8 y Serbia se ponía por delante. Eslovenia necesitaba algo a lo que aferrarse, y Prepelic y Randolph decidieron tomar el mando. Pero sobre todo el escolta de Maribor acabaría convirtiéndose en el héroe del partido. Con el partido en el alambre el oro parecía decidirse en el duelo Prepelic-Bogdanovic. Kokoskov no se la jugaba con un Dragic fundido y acalambrado. Cada posesión valía su peso en oro y Kuzmic elegía el peor momento para fallar dos tiros libres, mientras que Prepelic volvía a dar ventaja a su equipo (84-82 a 2.20 para el final) Tras tiempo muerto Bogdanovic fallaría un triple vital y Randolph anotaría un canastón con falta adicional que obligaba a Serbia a jugar contra reloj (precisamente lo que menos gusta a Djordjevic) No es fácil manejar la presión en momentos así, y hasta un tirador de primera clase como Randolph fallaba el tiro libre adicional. Bogdanovic no se escondía y en el ataque siguiente volvía a tomar la responsabilidad encontrándose con el muro de Vidmar, taponando toda esperanza serbia y encarrilando un oro histórico para Eslovenia sentenciado finalmente desde los tiros libres.


Un triunfo con buen baloncesto y con épica, sin sus dos mejores jugadores en pista. Dragic se quedó en unos enormes 35 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias, pero por momentos parecía amenazar el record de puntos en una final, en posesión de su entrenador rival, Sasha Djordjevic, con los 41 que les endosó a la Lituania de Sabonis y Marciulonis en la final de 1995 (Marciulonis, por cierto, MVP de aquella edición, de hecho Djordjevic pese a aquella exhibición en la final no llegó ni a entrar en el Quinteto Ideal del torneo) Eslovenia ha hecho un campeonato enorme y su triunfo es una buena noticia para el baloncesto, que agradece así su propuesta de juego valiente y descarada. Goran Dragic, el Dragón esloveno, esta vez vence a Jonás y se retira de su selección llevándola a lo más alto. Bat-Man cede el testigo a Robin, y Luka Doncic será a partir de ahora el líder del baloncesto de su país. Klemen Prepelic, qué duda cabe, es otro de los jugadores que sale reforzado de este campeonato. Sus horas en una liga menor como la francesa parecen contadas, y vuelve a estar en el foco mediático como sucediera a principios de la década, cuando llegó a sonar como futurible NBA y los ojeadores de la mejor liga del mundo tenían su nombre en las agendas tras sus actuaciones con el KK Helios cuando todavía era adolescente. Gasper Vidmar ha sido otro de los hombres claves para Kokoskov. En un baloncesto moderno en el que el cinco grande, que no sale de la zona, cada vez tiene menos relevancia, este veterano 2.08 ha sido una pieza clave para el oro esloveno muy por encima de lo que digan sus números. Ayer se retira con una tarjeta de dos puntos, cinco rebotes y tres tapones, pero su estratosférico +17 con él en cancha, en un partido que nunca estuvo roto, demuestra su incidencia en el juego esloveno. Ha sido uno de los grandes generadores del ataque de su selección con la eficiencia de sus bloqueos y pantallas para sus tiradores. Y por último hay que destacar también a Anthony Randolph, un superclase a veces bajo sospecha por su ausencia de temperamento o, al contrario, por exceso del mismo. En esta ocasión en todo caso habrá sido lo segundo, y es que hemos visto a un Randolph a partir de las eliminatorias tremendamente motivado en la lucha por el título como si fuera un nativo de Ljubljana de toda la vida. Su juego de cuatro abierto ha sido clave para Eslovenia, a pesar de su mal arranque de torneo. Falló sus nueve primeros intentos triples, realizados en los cuatro primeros partidos, pero a partir del choque contra Francia ha hecho una serie brutal de 10 aciertos de 15 intentos. Tampoco han faltado sus exhibiciones taponadoras, y además no ha rehusado la lucha en ningún momento, al contrario, le hemos visto encararse constantemente con sus rivales.


¿Y qué decir de Igor Kokoskov? No podría entenderse el éxito esloveno sin la mano de un entrenador que aceptaba el reto de dirigir a una selección con un potencial superior después de sus notables actuaciones con Georgia, donde, como no podía ser de otro modo, dependía del juego interior de los Pachulia y Shermadini, todo lo contrario que en la actual Eslovenia. Kokoskov representa la inteligencia baloncestística capaz de obtener lo mejor del baloncesto europeo junto al de la NBA. Después de aprender y evolucionar al lado de entrenadores tan dispares como Alvin Gentry, Larry Brown o Flip Saunders, ya no puede haber dudas sobre su capacidad como primer entrenador.


Serbia se cuelga la plata… otra vez. La selección de Djordjevic se está acostumbrando a ser subcampeona de todo. Suman ya cinco medallas en su corta década de vida, todas ellas de plata, dos en Europa. Con Sasha han conseguido una enorme fiabilidad competitiva, nadie puede dudarlo. Desde que se hiciera cargo del banquillo serbio relevando al legendario Ivkovic, después del verano de 2013, sus cuatro veranos como seleccionador de su país se han saldado con cuatro semifinales, tres finales y tres medallas de plata. El mérito, qué duda cabe, es haber llegado a esas finales en tan corto espacio de tiempo y con tanta regularidad. Pero ese baremo hay que aplicárselo entonces a otros entrenadores (Pablo Laso, por ejemplo), a los que no se les perdona perder finales. Djordjevic sigue sin ganar ninguna, y pocas ocasiones mejores que la de ayer se va a encontrar tal y como comenzaba a desarrollarse el partido en su acto final con Eslovenia desprovista de sus dos mejores jugadores.


El tercer lugar del cajón lo ocupa España, despidiéndose del campeonato con muy buenas sensaciones tras un gran partido ante una Rusia que sólo inquietó con un arreón final. A nuestra selección ya le dedicaremos una entrada aparte, pero hay que reconocer que después de Eslovenia, e incluso por delante de Serbia (pese a obtener una presea de menor valor), es el equipo que se va con mejores números. Sólo una derrota (Serbia se va con dos) y ante los campeones. Ocho victorias. La despedida de Navarro (también merece entrada aparte), el relevo que va llegando (los Hernángomez, Sastre, Oriola…), una décima semifinal continental consecutiva, y un romance con los metales histórico. Sin duda alguna, Estados Unidos al margen, el mejor combinado del baloncesto de selecciones del siglo XXI. Sepamos valorarlo, aunque este haya sido el año del dragón.




El Dragón de Eslovenia



viernes, 15 de septiembre de 2017

ESPLENDOR ESLOVENO



Pau asiste al festival esloveno.



Según Wikipedia Eslovenia tiene una población actual de 2046120 habitantes. Menos que toda Galicia, por poner un ejemplo. No sabemos cuántos de esos poco más de dos millones de habitantes se dedican al baloncesto, pero en relación población/jugadores profesionales pocos ejemplos habrá que superen al país centroeuropeo. No hace mucho llegó a ser el país de Europa con más jugadores en la NBA, repetimos, con una población de dos millones de habitantes.


Eslovenia accede por fin a la primera final continental de su historia, y lo hace sin el mejor roster de su historia. Hombre por hombre años anteriores el aficionado podía encontrar nombres más deslumbrantes. Además de Goran Dragic… su hermano Zoran, los hermanos Lorbek, los hermanos Udrih, Slokar, Lakovic, Nesterovic, Nachbar, Smodis… ¿hace falta seguir? ¿Qué diferencia a esta selección de aquellas entrenadas por Maljkovic o Zdovc, aparte de la explosión de uno de los mayores talentos precoces que se puedan recordar en décadas como Luka Doncic? En mi opinión principalmente el estilo de juego. La apuesta en su día por un maestro del ritmo lento y la contención como Boza Maljkovic no era la mejor propuesta para unos jugadores que sin perder rigor táctico siempre han entendido el baloncesto de una manera un tanto libre (el famoso “juego libre” de la vieja escuela yugoslava, con todos los jugadores en posición de amenaza) Jure Zdovc, esloveno de cuna, si entendió mejor la identidad a desarrollar y llevó a su selección a las semifinales del Eurobasket de 2009, hasta ahora la mejor clasificación en un gran torneo internacional. Pero la “revolución” ha llegado con un entrenador de pedigrí NBA como Igor Kokoskov. No ha inventado nada, como tampoco lo han hecho Pablo Laso o Dimitris Itoudis en Europa o Steve Kerr en la NBA, simplemente ha vuelto a llevar al baloncesto a una dimensión que no todos los equipos y jugadores pueden seguir por mucha calidad táctica y técnica que tengan, aquella en la que se  debe atacar el aro rival antes de que la defensa contraria se haya formado. Una querencia por el ritmo alto y el juego desbocado, sin red, a tumba abierta. Libertad absoluta tanto para lanzar desde 7 u 8 metros como para penetrar y cortar y buscar al forward abierto. Posesiones de 10-12 segundos. Circulación rápida de balón, mínimo bote. Mover la bola hasta hipnotizar al rival. Y por supuesto defensa agresiva, sobre todo en las líneas de pase (si al viejo axioma de defensa-rebote-contraataque le quitas el rebote porque tu defensa ha sido tan buena que ha recuperado el balón sin que el rival haya podido tirar, mejor todavía) Todo ello ejecutado por jugadores polivalentes, rompiendo, como debe ser en 2017, toda ortodoxia posible. Eslovenia, al fin y al cabo, es el equipo que más está demostrando comprender el baloncesto moderno, y es una buena noticia su éxito, el cual perpetua esta nueva edad dorada del deporte de la canasta y que evitemos volver, por el momento, a aquellos infames años de marcadores exiguos y dictaduras tácticas y por supuesto, pabellones vacíos. Si el baloncesto debe ser una fiesta, Eslovenia son los actuales reyes del baile, independientemente de lo que suceda el domingo.


92 puntos a España. A la selección que llegaba a semifinales invicta y con la mejor defensa del campeonato. Los partidos ante Turquía y Alemania habían mostrado a una España rocosa, con capacidad para sufrir y bajarse al barro, pero quedaba por ver si sería capaz de aguantar un partido a velocidad de crucero como el que presumiblemente iba a proponer Eslovenia. Aguantamos la primera parte, gracias a Ricky Rubio en el primer cuarto y la inspiración de Sergio Rodríguez en el segundo. Sobrevivimos incluso a un triple casi sobre la bocina de Dragic acabando el primer acto que fue un puñal para el alma de nuestros jugadores. Como hicieran frente a Letonia, los eslovenos salieron con su mejor versión defensiva tras el descanso. Tres minutos y medio sin anotar de España, y la inspiración de Blazic en ataque llevó el partido a la máxima diferencia. Diez puntos. La renta psicológica. Estábamos obligados a seguir el ritmo anotador del rival y a duras penas lo conseguíamos. Algún triple de Marc y San Emeterio, alguna canasta de Ricky, y poco más. 12 puntos anotados en 10 minutos como certificado de defunción. Enfrente, la fiesta eslovena no cedía. Randolph, Prepelic, Vidmar… todos sumaban. La segunda parte fue un paseo triunfal esloveno. Había que hasta ponerse gafas de sol de lo que deslumbraba su juego, originado por los Bat-Man y Robin de este Eurobasket. Dragic se fue a los 15 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias. Lo de Doncic fue de otra galaxia, sobre todo si tenemos en cuenta que hablamos del jugador más joven de todos los octavofinalistas. Rozó el triple-doble (11 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias) Baloncesto total.


Como suele ser habitual en las pocas ocasiones que la selección de Scariolo muerde el polvo, no han tardado en saltar a la palestra los entrenadores de sofá, acusando al italiano de aprovechar poco nuestro juego interior. Como si fuera fácil en un ataque de cinco contra cinco ponerle el balón en bandeja al pívot. Los Gasol sólo consiguieron recibir alejados del aro, ya no hablamos del triple, donde tampoco son mancos, pero si la mayoría de las ocasiones al poste bajo, donde están sobrados de recursos. Pero se encontraron con una extraordinaria actitud defensiva eslovena, en intensidad, agresividad y ayudas. Nuestras carencias en el tiro exterior quedaron una vez más al descubierto, y aun con todo eso yo creo que faltó más juego dentro-fuera por parte de nuestros pívots a nuestros exteriores. No obstante muy difícilmente hubiéramos llegado a alcanzar el ritmo de partido de Eslovenia. No teníamos hombres para el “run&gun” más allá de Sergio Rodríguez. 



Hay que esperar al domingo para poner la nota final a España. El balance de momento y pese a lo de ayer es contundente. Siete victorias por una derrota, y presencia en semifinales por décima edición consecutiva. Hay que saber valorarlo y dejarse de tanto derrotismo, negatividad y linchamiento. Sinceramente creo que estamos haciendo uno de los campeonatos más sobrios y regulares que recuerdo, y esto lo digo después de ver perder a España por 20 puntos por primera vez en un Eurobasket desde 2005 (aquel partido por el bronce en el que Francia nos aplastó por 30 puntos) Llevábamos once años sin ganar siete partidos seguidos en un gran torneo. Es la primera vez que llegamos invictos a unas semifinales desde el Mundial de 2006. Todo ello a pesar de las circunstancias y la extraña configuración del roster. Estamos siendo una selección de prácticamente bases y pívots y Scariolo está haciendo auténticos malabarismos para encajar el juego exterior. Hemos llegado más lejos que Italia, Francia, Grecia, Lituania o Croacia, y veremos si somos capaces también de quedar por encima de Serbia o Rusia. ¿Consuela este dato? No, para nada. Simplemente se trata de poner en valor lo que supone un torneo como el Eurobasket a estas alturas de la historia del baloncesto. Una historia que ahora se rinde al esplendor esloveno. 


jueves, 14 de septiembre de 2017

ESPAÑA CONTRA LA VIEJA ESCUELA




Bazarevich, y su breve paso por Atlanta.




Definidas las semifinales del Eurobasket 2017, España, el habitual, se ve rodeado de tres representantes de las extintas escuelas balcánicas y soviéticas.


En el caso de Rusia son sus primeras semifinales desde la edición de 2011 en Lituania, cuando al igual que en Estambul tuvieron como rivales en cuartos de final a Grecia. Eran buenos tiempos para la Rusia de David Blatt y Kirilenko (al año siguiente harían bronce olímpico) No ha llovido tanto, de hecho seis jugadores repiten de aquel roster: Vorontsevich, Mozgov, Fridzon, Antonov, Khvostov, y por supuesto Shved. Por aquel entonces él que ha sido jugador mejor pagado de Europa desde su infructuosa aventura NBA vivía feliz como joven escudero de Kirilenko, actual presidente de la federación rusa. Del talentoso exterior de Belgorod se ha criticado en ocasiones su falta de liderazgo y su carácter disperso. Esa sensación, a lo Teodosic (o a lo Teodosic de los primeros años de carrera profesional) de ser capaz de lo mejor y de lo peor. Ayer frente a Grecia por momentos Shved volvió a estar bajo sospecha. Pero hay algo que no se le puede reprochar: no se esconde. Grecia logró dejarle en bajos porcentajes de tiro durante la primera parte, dominada por el equipo de Missas, que moría en defensa y vivía en ataque de Calathes y Printezis y exprimía su quinteto titular (considerando a Bourousis más titular que Papagiannis, por mucho que el jugador de Sacramento salga en el cinco inicial) La cosa funcionaba hasta que Shved despertó y las piernas helenas flaquearon (y su muñeca en los tiros libres, una de las condenas de Grecia ayer) Que Bazarevich sólo pusiera a Vorontsevich por encima de los 30 minutos es una de las claves del partido, viendo la poca clarividencia del ataque griego y los tremendos despistes defensivos especialmente en el juego interior, donde Mozgov hizo estragos. Un mate del coloso ruso ponía un 60-67 mediado el último cuarto que parecía una losa para los griegos, pero la ciclotimia de Shved volvió a aparecer, con tiros precipitados y pérdidas de balón. Es su naturaleza. Grecia estuvo en el partido, pero el citado cansancio hizo mella con fallos incomprensibles (Bourousis debajo del aro sin oposición), aun así Calathes (enorme partido el suyo con 25 puntos, 7 asistencias y 3 robos) se sacaría un triple increíble para poner a su equipo a 3 puntos a falta de 12 segundos, pero Fridzon sentenciaría desde el tiro libre. No fue un gran partido, pero sí muy emocionante. El duelo final entre Calathes y Shved liderando a sus equipos, tanto con sus aciertos como con sus muchos errores ha sido de lo más bonito del Eurobasket.


No ha sido un buen torneo para Grecia, que ha echado de menos a su gran figura Giannis Antetokounmpo. Es cierto que en 2015 también cayeron en cuartos (aquella agónica victoria de España), pero habían arrasado en la fase de grupos y se marcharon con un balance de 6 victorias por una derrota (la de España en cuartos), muy por encima del 3-4 con el que se despiden este verano.


Rusia se enfrentará en semifinales a Serbia. Otro duelo clásico. Djordjevic sigue encajando las piezas de su puzzle, fiando sus posibilidades a los centímetros de su juego interior, donde Marjanovic y Kuzmic se han convertido en un dolor de cabeza para los rivales. No es de extrañar, porque con su 3 de 17 en triples ante Italia desde luego no parece que vayan a vivir del juego exterior. Claro que esto no es nuevo para Djordjevic. En los Juegos de Río aplastaron a Australia en semifinales (el único gran partido realmente de Serbia en todo el campeonato, y les valió para hacer plata) anotando… ¡sólo cinco triples!, inaudito hoy día.  El triple, arma predilecta de los de Messina, fue un argumento previsible para la defensa serbia, amargando el día de Belinelli (2 de 11) y Datome (algo mejor, con 2 de 6) La otro gran arma italiana es, como no podía ser de otro modo con Messina al mando, la defensa. Los transalpinos salieron a morder, buscando una vez más uno de esos fortísimos inicios de partido a los que nos tienen acostumbrados en este torneo. Serbia tardó más de cuatro minutos en anotar. El problema es que el precio a esa intensidad defensiva fue muy caro. Serbia llegó a cobrarse hasta tres faltas del rival en la misma posesión, y jugadores como Hackett, Cusin o Datome se fueron poco a poco cargando de faltas personales. Parecía cuestión de tiempo que Serbia se hiciese con el partido, y no hizo falta ni esperar al segundo cuarto. Milosavljevic con dos tiros libres ponía por delante a Serbia a 2 segundos del final del primer parcial. Era la primera ventaja de los de Djordjevic, y ya nunca volverían a estar por detrás en el marcador.


Italia vuelve a caer en cuartos de final, como en las dos ediciones anteriores. Un Rubicón que no logran traspasar. Tampoco su juego ha enamorado. La “Grande Bellezza” no acaba de florecer mientras van pasando los años por sus jugadores y no se atisba ninguna figura en ciernes, aunque Melli y el ausente Gentile todavía tienen suficiente margen de progresión como para mantener a su selección en el futuro. Pero no deberían estar muy contentos con este Eurobasket. Esta Serbia parecía batible, lo cual da más valor todavía a Sasha Djordjevic, quien todavía sigue sin convencer como técnico de grandes clubes, pero cuya fiabilidad con la selección de su país está fuera de toda duda. Gestión magnífica de los recursos humanos de una Serbia venida a menos. Como, de momento, podemos decir de Bazarevich en Rusia. 



Djordjevic y Bazarevich, dos de los mejores bases de los 90, ahora enfrentados como técnicos en un duelo que se prevé apasionante.