jueves, 14 de septiembre de 2017

ESPAÑA CONTRA LA VIEJA ESCUELA




Bazarevich, y su breve paso por Atlanta.




Definidas las semifinales del Eurobasket 2017, España, el habitual, se ve rodeado de tres representantes de las extintas escuelas balcánicas y soviéticas.


En el caso de Rusia son sus primeras semifinales desde la edición de 2011 en Lituania, cuando al igual que en Estambul tuvieron como rivales en cuartos de final a Grecia. Eran buenos tiempos para la Rusia de David Blatt y Kirilenko (al año siguiente harían bronce olímpico) No ha llovido tanto, de hecho seis jugadores repiten de aquel roster: Vorontsevich, Mozgov, Fridzon, Antonov, Khvostov, y por supuesto Shved. Por aquel entonces él que ha sido jugador mejor pagado de Europa desde su infructuosa aventura NBA vivía feliz como joven escudero de Kirilenko, actual presidente de la federación rusa. Del talentoso exterior de Belgorod se ha criticado en ocasiones su falta de liderazgo y su carácter disperso. Esa sensación, a lo Teodosic (o a lo Teodosic de los primeros años de carrera profesional) de ser capaz de lo mejor y de lo peor. Ayer frente a Grecia por momentos Shved volvió a estar bajo sospecha. Pero hay algo que no se le puede reprochar: no se esconde. Grecia logró dejarle en bajos porcentajes de tiro durante la primera parte, dominada por el equipo de Missas, que moría en defensa y vivía en ataque de Calathes y Printezis y exprimía su quinteto titular (considerando a Bourousis más titular que Papagiannis, por mucho que el jugador de Sacramento salga en el cinco inicial) La cosa funcionaba hasta que Shved despertó y las piernas helenas flaquearon (y su muñeca en los tiros libres, una de las condenas de Grecia ayer) Que Bazarevich sólo pusiera a Vorontsevich por encima de los 30 minutos es una de las claves del partido, viendo la poca clarividencia del ataque griego y los tremendos despistes defensivos especialmente en el juego interior, donde Mozgov hizo estragos. Un mate del coloso ruso ponía un 60-67 mediado el último cuarto que parecía una losa para los griegos, pero la ciclotimia de Shved volvió a aparecer, con tiros precipitados y pérdidas de balón. Es su naturaleza. Grecia estuvo en el partido, pero el citado cansancio hizo mella con fallos incomprensibles (Bourousis debajo del aro sin oposición), aun así Calathes (enorme partido el suyo con 25 puntos, 7 asistencias y 3 robos) se sacaría un triple increíble para poner a su equipo a 3 puntos a falta de 12 segundos, pero Fridzon sentenciaría desde el tiro libre. No fue un gran partido, pero sí muy emocionante. El duelo final entre Calathes y Shved liderando a sus equipos, tanto con sus aciertos como con sus muchos errores ha sido de lo más bonito del Eurobasket.


No ha sido un buen torneo para Grecia, que ha echado de menos a su gran figura Giannis Antetokounmpo. Es cierto que en 2015 también cayeron en cuartos (aquella agónica victoria de España), pero habían arrasado en la fase de grupos y se marcharon con un balance de 6 victorias por una derrota (la de España en cuartos), muy por encima del 3-4 con el que se despiden este verano.


Rusia se enfrentará en semifinales a Serbia. Otro duelo clásico. Djordjevic sigue encajando las piezas de su puzzle, fiando sus posibilidades a los centímetros de su juego interior, donde Marjanovic y Kuzmic se han convertido en un dolor de cabeza para los rivales. No es de extrañar, porque con su 3 de 17 en triples ante Italia desde luego no parece que vayan a vivir del juego exterior. Claro que esto no es nuevo para Djordjevic. En los Juegos de Río aplastaron a Australia en semifinales (el único gran partido realmente de Serbia en todo el campeonato, y les valió para hacer plata) anotando… ¡sólo cinco triples!, inaudito hoy día.  El triple, arma predilecta de los de Messina, fue un argumento previsible para la defensa serbia, amargando el día de Belinelli (2 de 11) y Datome (algo mejor, con 2 de 6) La otro gran arma italiana es, como no podía ser de otro modo con Messina al mando, la defensa. Los transalpinos salieron a morder, buscando una vez más uno de esos fortísimos inicios de partido a los que nos tienen acostumbrados en este torneo. Serbia tardó más de cuatro minutos en anotar. El problema es que el precio a esa intensidad defensiva fue muy caro. Serbia llegó a cobrarse hasta tres faltas del rival en la misma posesión, y jugadores como Hackett, Cusin o Datome se fueron poco a poco cargando de faltas personales. Parecía cuestión de tiempo que Serbia se hiciese con el partido, y no hizo falta ni esperar al segundo cuarto. Milosavljevic con dos tiros libres ponía por delante a Serbia a 2 segundos del final del primer parcial. Era la primera ventaja de los de Djordjevic, y ya nunca volverían a estar por detrás en el marcador.


Italia vuelve a caer en cuartos de final, como en las dos ediciones anteriores. Un Rubicón que no logran traspasar. Tampoco su juego ha enamorado. La “Grande Bellezza” no acaba de florecer mientras van pasando los años por sus jugadores y no se atisba ninguna figura en ciernes, aunque Melli y el ausente Gentile todavía tienen suficiente margen de progresión como para mantener a su selección en el futuro. Pero no deberían estar muy contentos con este Eurobasket. Esta Serbia parecía batible, lo cual da más valor todavía a Sasha Djordjevic, quien todavía sigue sin convencer como técnico de grandes clubes, pero cuya fiabilidad con la selección de su país está fuera de toda duda. Gestión magnífica de los recursos humanos de una Serbia venida a menos. Como, de momento, podemos decir de Bazarevich en Rusia. 



Djordjevic y Bazarevich, dos de los mejores bases de los 90, ahora enfrentados como técnicos en un duelo que se prevé apasionante.





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