viernes, 15 de septiembre de 2017

ESPLENDOR ESLOVENO



Pau asiste al festival esloveno.



Según Wikipedia Eslovenia tiene una población actual de 2046120 habitantes. Menos que toda Galicia, por poner un ejemplo. No sabemos cuántos de esos poco más de dos millones de habitantes se dedican al baloncesto, pero en relación población/jugadores profesionales pocos ejemplos habrá que superen al país centroeuropeo. No hace mucho llegó a ser el país de Europa con más jugadores en la NBA, repetimos, con una población de dos millones de habitantes.


Eslovenia accede por fin a la primera final continental de su historia, y lo hace sin el mejor roster de su historia. Hombre por hombre años anteriores el aficionado podía encontrar nombres más deslumbrantes. Además de Goran Dragic… su hermano Zoran, los hermanos Lorbek, los hermanos Udrih, Slokar, Lakovic, Nesterovic, Nachbar, Smodis… ¿hace falta seguir? ¿Qué diferencia a esta selección de aquellas entrenadas por Maljkovic o Zdovc, aparte de la explosión de uno de los mayores talentos precoces que se puedan recordar en décadas como Luka Doncic? En mi opinión principalmente el estilo de juego. La apuesta en su día por un maestro del ritmo lento y la contención como Boza Maljkovic no era la mejor propuesta para unos jugadores que sin perder rigor táctico siempre han entendido el baloncesto de una manera un tanto libre (el famoso “juego libre” de la vieja escuela yugoslava, con todos los jugadores en posición de amenaza) Jure Zdovc, esloveno de cuna, si entendió mejor la identidad a desarrollar y llevó a su selección a las semifinales del Eurobasket de 2009, hasta ahora la mejor clasificación en un gran torneo internacional. Pero la “revolución” ha llegado con un entrenador de pedigrí NBA como Igor Kokoskov. No ha inventado nada, como tampoco lo han hecho Pablo Laso o Dimitris Itoudis en Europa o Steve Kerr en la NBA, simplemente ha vuelto a llevar al baloncesto a una dimensión que no todos los equipos y jugadores pueden seguir por mucha calidad táctica y técnica que tengan, aquella en la que se  debe atacar el aro rival antes de que la defensa contraria se haya formado. Una querencia por el ritmo alto y el juego desbocado, sin red, a tumba abierta. Libertad absoluta tanto para lanzar desde 7 u 8 metros como para penetrar y cortar y buscar al forward abierto. Posesiones de 10-12 segundos. Circulación rápida de balón, mínimo bote. Mover la bola hasta hipnotizar al rival. Y por supuesto defensa agresiva, sobre todo en las líneas de pase (si al viejo axioma de defensa-rebote-contraataque le quitas el rebote porque tu defensa ha sido tan buena que ha recuperado el balón sin que el rival haya podido tirar, mejor todavía) Todo ello ejecutado por jugadores polivalentes, rompiendo, como debe ser en 2017, toda ortodoxia posible. Eslovenia, al fin y al cabo, es el equipo que más está demostrando comprender el baloncesto moderno, y es una buena noticia su éxito, el cual perpetua esta nueva edad dorada del deporte de la canasta y que evitemos volver, por el momento, a aquellos infames años de marcadores exiguos y dictaduras tácticas y por supuesto, pabellones vacíos. Si el baloncesto debe ser una fiesta, Eslovenia son los actuales reyes del baile, independientemente de lo que suceda el domingo.


92 puntos a España. A la selección que llegaba a semifinales invicta y con la mejor defensa del campeonato. Los partidos ante Turquía y Alemania habían mostrado a una España rocosa, con capacidad para sufrir y bajarse al barro, pero quedaba por ver si sería capaz de aguantar un partido a velocidad de crucero como el que presumiblemente iba a proponer Eslovenia. Aguantamos la primera parte, gracias a Ricky Rubio en el primer cuarto y la inspiración de Sergio Rodríguez en el segundo. Sobrevivimos incluso a un triple casi sobre la bocina de Dragic acabando el primer acto que fue un puñal para el alma de nuestros jugadores. Como hicieran frente a Letonia, los eslovenos salieron con su mejor versión defensiva tras el descanso. Tres minutos y medio sin anotar de España, y la inspiración de Blazic en ataque llevó el partido a la máxima diferencia. Diez puntos. La renta psicológica. Estábamos obligados a seguir el ritmo anotador del rival y a duras penas lo conseguíamos. Algún triple de Marc y San Emeterio, alguna canasta de Ricky, y poco más. 12 puntos anotados en 10 minutos como certificado de defunción. Enfrente, la fiesta eslovena no cedía. Randolph, Prepelic, Vidmar… todos sumaban. La segunda parte fue un paseo triunfal esloveno. Había que hasta ponerse gafas de sol de lo que deslumbraba su juego, originado por los Bat-Man y Robin de este Eurobasket. Dragic se fue a los 15 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias. Lo de Doncic fue de otra galaxia, sobre todo si tenemos en cuenta que hablamos del jugador más joven de todos los octavofinalistas. Rozó el triple-doble (11 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias) Baloncesto total.


Como suele ser habitual en las pocas ocasiones que la selección de Scariolo muerde el polvo, no han tardado en saltar a la palestra los entrenadores de sofá, acusando al italiano de aprovechar poco nuestro juego interior. Como si fuera fácil en un ataque de cinco contra cinco ponerle el balón en bandeja al pívot. Los Gasol sólo consiguieron recibir alejados del aro, ya no hablamos del triple, donde tampoco son mancos, pero si la mayoría de las ocasiones al poste bajo, donde están sobrados de recursos. Pero se encontraron con una extraordinaria actitud defensiva eslovena, en intensidad, agresividad y ayudas. Nuestras carencias en el tiro exterior quedaron una vez más al descubierto, y aun con todo eso yo creo que faltó más juego dentro-fuera por parte de nuestros pívots a nuestros exteriores. No obstante muy difícilmente hubiéramos llegado a alcanzar el ritmo de partido de Eslovenia. No teníamos hombres para el “run&gun” más allá de Sergio Rodríguez. 



Hay que esperar al domingo para poner la nota final a España. El balance de momento y pese a lo de ayer es contundente. Siete victorias por una derrota, y presencia en semifinales por décima edición consecutiva. Hay que saber valorarlo y dejarse de tanto derrotismo, negatividad y linchamiento. Sinceramente creo que estamos haciendo uno de los campeonatos más sobrios y regulares que recuerdo, y esto lo digo después de ver perder a España por 20 puntos por primera vez en un Eurobasket desde 2005 (aquel partido por el bronce en el que Francia nos aplastó por 30 puntos) Llevábamos once años sin ganar siete partidos seguidos en un gran torneo. Es la primera vez que llegamos invictos a unas semifinales desde el Mundial de 2006. Todo ello a pesar de las circunstancias y la extraña configuración del roster. Estamos siendo una selección de prácticamente bases y pívots y Scariolo está haciendo auténticos malabarismos para encajar el juego exterior. Hemos llegado más lejos que Italia, Francia, Grecia, Lituania o Croacia, y veremos si somos capaces también de quedar por encima de Serbia o Rusia. ¿Consuela este dato? No, para nada. Simplemente se trata de poner en valor lo que supone un torneo como el Eurobasket a estas alturas de la historia del baloncesto. Una historia que ahora se rinde al esplendor esloveno. 


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